Nobel de Medicina para dos científicos australianos

Los dos investigadores fueron sorprendidos en una taberna con la buena noticia. Su descubrimiento hizo posible un tratamiento más sencillo y rápido de este mal que padecen millones.

Las úlceras digestivas solían tratarse con cirugías, medicamentos caseros y curanderos hasta que dos investigadores australianos, Barry J. Marshall y J. Robin Warren, recompensados ayer con el premio Nobel de Medicina 2005, abrieron la vía para su tratamiento con antibióticos al descubrir que en realidad tenían un origen bacteriano.

Los trabajos de los investigadores, que comenzaron en 1982 en Perth, (oeste de Australia) echaron por tierra los dogmas sobre estas enfermedades. Para demostrar la validez de su teoría de que la famosa bacteria «Helicobacter pylori», que ellos identificaron, podía causar úlceras, Marshall llegó hasta a ingerirla, cayendo muy enfermo.

Los científicos australianos, que trabajan juntos, «hicieron en 1982 el destacado e inesperado descubrimiento de que tanto la inflamación en el estómago como la úlcera del estómago o del duodeno (…) son el resultado de una infección causada por la bacteria Helicobacter pylori», dijo el jurado. Las úlceras estomacales son una de las enfermedades más comunes de la humanidad y pueden desembocar en muchos casos en cáncer de estómago.

Antes del descubrimiento de la bacteria en 1982, el estrés y el estilo de vida eran considerados como las mayores causas de las úlceras, pero en la actualidad se ha establecido con certeza que la «Helicobacter pylori» causa más del 90% de las úlceras duodenales y hasta el 80% de las úlceras gástricas.

En la actualidad, las úlceras de estomago ya no necesitan prácticamente más tratamiento quirúrgico y los cánceres de este órgano disminuyen sensiblemente, pero siguen siendo la segunda forma de cáncer más mortal en el mundo.

La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo saludó a los dos investigadores «por su notable e inesperado descubrimiento». «¡Gracias a todos! Por el momento no doy abasto con las llamadas telefónicas de felicitaciones que llegan de todo el mundo», declaro Barry Marshall en su portal de internet.

La «Helicobacter pylori» se encuentra en los estómagos de la mitad de los humanos, pero la proporción es mucho más fuerte en los países en vías de desarrollo. La infección se contrae con mayor frecuencia durante la infancia, sobre todo a causa de la transmisión de la madre al niño, y la bacteria puede permanecer en el estómago durante el resto de la vida de la persona. En muchas personas no hay síntomas de la infección, pero entre un 10% un 15% desarrollan una úlcera en algún momento. En casos severos pueden producirse perforaciones y pérdidas de sangre; algunos individuos desarrollan cánceres.

La identificación de la bacteria por parte de Marshall y Warren hizo posible una gran cantidad de investigaciones en áreas relacionadas, sobre todo en otras inflamaciones crónicas. «El descubrimiento de la 'Helicobacter pylori'ha llevado a entender mejor las conexiones entre infecciones crónicas, inflamación y cáncer», precisó el jurado en sus actas.

Un dato que llamó ayer la atención de todos fue el sitio donde los premiados se enteraron de que habían sido reconocidos, : una taberna en Perth. Ahí se reunieron en los últimos años cada vez que se anunciaba el Premio Nobel de Medicina. «Cuando los encontré, llamando a su teléfono celular, estaban juntos en una taberna y miraban el agua», dijo el secretario del comité, Goran Lindvall.

La entrega formal será el 10 de diciembre en Estocolmo. El Nobel de Física será anunciado el martes y el de química el miércoles, mientras que el de la Paz será revelado el viernes. El de Economía se hará público el 10 de octubre. (AP)

Sus descubrimientos le dieron literalmente en el estómago: mediante un experimento en sí mismo, el científico australiano Barry Marshall logró la prueba definitiva de que una bacteria, que después bautizaría como Helicobacter pylori, era la responsable principal de la gastritis y las úlceras estomacales.

Simplemente ingirió grandes cantidades de gérmenes, pagando su ambición científica con náuseas, retortijones de estómago y una grave gastritis. Marshall y el descubridor de la bacteria, su compatriota Robin Warren, recibieron por ello ayer la más alta distinción en el campo de la medicina.

Warren había constatado la presencia de la bacteria ya en 1979 en biopsias de la mucosa estomacal de algunos pacientes. Pero sólo años más tarde hallaron ambos científicos que las biopsias de úlceras gástricas contenían grandes cantidades de la bacteria Helicobacter pylori. Sólo gracias a una casualidad lograron en 1982 el cultivo de los gérmenes en el laboratorio: debido a los festivos de Semana Santa, las placas con los cultivos microbianos habían quedado en la mesa del laboratorio más tiempo que de costumbre, de modo que las bacterias tuvieron tiempo de sobra para multiplicarse. Investigadores europeos habían reparado ya hacía tiempo en esta bacteria, aunque sin haber logrado cultivarla.

El hallazgo cayó en el olvido, más aún porque los científicos estaban convencidos de que una bacteria era incapaz de sobrevivir en un medio tan fuertemente ácido como el jugo gástrico. En efecto, la Helicobacter pylori lo logra neutralizando los ácidos gástricos en su entorno. Hasta muy entrada la década de 1980 los pacientes eran tratados con una serie de medicamentos que sólo atenuaban los síntomas de las úlceras en el estómago y el duodeno, tras lo cual regresaban indefectiblemente las dolencias. Por ello se aconsejaba a muchos pacientes un cambio en su modo de vida, con ayuda psicoterapéutica si era necesario. Por el contrario, los dos científicos australianos atacaron este demonio directamente con antibióticos. Y resultó. «Hoy, los pacientes pierden sus úlceras y sus psicoterapeutas», señalaba el profesor Wolfgang Roesch, del Hospital Nordwest de Franfort. En la actualidad, más del 80 por ciento de los pacientes son curados mediante una terapia combinatoria y para el diagnóstico basta un test respiratorio o un análisis de deposiciones. «Antes, la gastritis era una enfermedad crónica e incurable. Ahora puede ser curada con una terapia de siete días, independientemente de si hay problemas con la suegra, exceso de trabajo, tabaco o estrés», señala el patólogo alemán Manfred Stolte, el Hospital Clínico.

La bacteria llega al estómago principalmente a través de las comidas o la ingestión de agua contaminada. En un momento se llegó a discutir la posibilidad de transmisión de la bacteria a través de un beso, pero la teoría acabó siendo descartada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó en 1994 la Helicobacter pylori como causante de cáncer duodenal. Tres años más tarde, el geneticista norteamericano Craig Venter descifró su código genético. Se estima que, en Europa, una de cada tres personas está infectada con la Helicobacter pylori, incluyendo a niños que se quejan permanentemente de dolores de barriga.

Se ignora el o los factores que provocan la aparición de la enfermedad. Como en todas las enfermedades infecciosas, esto depende de cuán agresiva es la bacteria y cuán susceptible es la persona, señala Stolte. Dicho de otra forma, según las circunstancias, también una fuerte tensión nerviosa o un intenso consumo de tabaco pueden fomentar la irrupción de la enfermedad.

La anunciada «revolución» en el tratamiento tardó en producirse. Según los críticos, la industria farmacéutica tenía escaso interés en abandonar el gigantesco mercado que tenían los medicamentos convencionales contra las úlceras gástricas. Con la nueva terapia, basta ingerir tres medicamentos durante una semana. Entretanto, la terapia está tan difundida que hay ya numerosas cepas bacterianas resistentes a los medicamentos. Hay ya asimismo los primeros ensayos de vacunas, entre otros lugares en Berlín. «Una vacuna sería una terapia sumamente barata, que podría ser ampliamente usada también en los países en desarrollo», aseguran los médicos. (DPA)


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