Desmantelamiento silencioso de la formación docente
Se eliminan las instancias de análisis colectivo y se instala un modelo de evaluación basado en estándares que limitan la capacidad crítica y la autonomía pedagógica.
En el marco de la inminente reforma del diseño curricular de formación docente en Río Negro, se abre un interrogante urgente: ¿qué perderemos si este nuevo modelo se implementa? Entre los espacios más amenazados se encuentran proyectos de extensión, investigación y formación permanente que han sido clave para la construcción de una formación docente crítica y situada.
Uno de estos espacios es el Proyecto de Acompañamiento a las Trayectorias, fundamental no sólo para la formación de docentes capaces de intervenir en escenarios reales y diversos, sino también para el apoyo pedagógico a estudiantes que acuden a estos espacios comunitarios en busca de orientación, contención y estrategias didácticas para sostener su recorrido escolar.
Junto con este proyecto, otros espacios que eventualmente irán desapareciendo con la transformación de los Institutos de Formación Docente Continua (IFDC) en Institutos Superiores de Formación Docente (ISFD) son los proyectos de extensión “Encuentros entre lectores y escritores”, “Fortalecimiento de la Comunidad Lectora del IFDC Roca Fisque” y “Caminando en la Interculturalidad”, que han permitido construir espacios de diálogo y producción de conocimientos con la comunidad, fortaleciendo la relación entre formación docente y contexto sociocultural.
Estos proyectos no son actividades complementarias ni secundarias: son instancias que permiten a los futuros docentes encontrarse con experiencias concretas que desafían y enriquecen su formación.
Sin embargo, la reforma basada en capacidades y desempeños minimiza la importancia de este tipo de espacios formativos. Al priorizar una estructura rígida de desarrollo progresivo de competencias y descriptores de desempeño, la formación docente se aleja del trabajo situado, del aprendizaje en contexto y de la posibilidad de intervenir en las múltiples realidades escolares.
En este esquema, se eliminan las instancias de análisis colectivo y se instala un modelo de evaluación basado en estándares que limitan la capacidad crítica y la autonomía pedagógica de los futuros docentes.
La formación y actualización permanente de los docentes en ejercicio, queda supeditada a la demanda y oferta privada, con las restricciones que esto supone. Imponiendo disposiciones donde se exige más trabajo, con la misma carga horaria, con mayores desafíos pedagógicos y con salarios siempre desactualizados, lo que hace necesario que u docente ocupe múltiples espacios laborales para la subsistencia.
El impacto de esta transformación se hace aún más evidente si recuperamos el planteo de María Zambrano sobre la importancia del maestro como referente: “No tener maestro es no tener a quién preguntar”; aquel que sabe, siempre actualizado, aquel que escucha y permite una respuesta, aunque sea provisoria, que permita seguir aprendiendo.
También “no tener maestro es no tener ante quién preguntarse”: cuando se eliminan espacios de formación reflexiva, donde los estudiantes pueden formularse preguntas esenciales sobre su trayectoria educativa, que eviten reducir la enseñanza a la aplicación mecánica de técnicas sin un sentido crítico.
Sin la posibilidad de dialogar, contrastar y construir colectivamente, la formación se vuelve un proceso individualista y descontextualizado y vacía la enseñanza de su dimensión humana y transformadora. La reforma del sistema de formación docente en Río Negro responde a una tendencia global de precarización y tecnocratización de la enseñanza, donde la educación se convierte en un proceso instrumental, centrado en la eficacia técnica y la medición de desempeños. Este modelo, legitimado por disposiciones actuales de la Dirección Superior de Nivel, se distancia del oficio de enseñar como práctica reflexiva y situada, sustituyéndolo por una estructura que fragmenta el conocimiento y debilita la capacidad de los docentes para comprender y transformar la realidad escolar.
Frente a este panorama, urge visibilizar la pérdida que implica la eliminación de espacios de acompañamiento, extensión e investigación en la formación docente. La enseñanza no puede reducirse a la gestión de contenidos y al dominio de técnicas; requiere de profesionales capaces de interpretar las realidades escolares, intervenir en ellas y sostener procesos de enseñanza con un compromiso ético y político. Hoy, más que nunca, es necesario defender una formación docente que no renuncie a su esencia: la posibilidad de formar educadores que piensen, que acompañen y que transformen la escuela desde adentro.
(*) Dulce Balmaceda es psicóloga y docente de nivel superior.
En el marco de la inminente reforma del diseño curricular de formación docente en Río Negro, se abre un interrogante urgente: ¿qué perderemos si este nuevo modelo se implementa? Entre los espacios más amenazados se encuentran proyectos de extensión, investigación y formación permanente que han sido clave para la construcción de una formación docente crítica y situada.
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