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Elecciones 2023: un juego de relaciones

En la recta final de la campaña, los bunkers de Massa y Milei apuntan no al propio candidato, sino a las “sociedades” o “acuerdos” que esos candidatos han tenido que hacer para llegar a donde están hoy.

José Luis Mozzoni*


Mucho se ha intentado analizar en estos últimos meses los distintos clivajes que ha ido adoptando la campaña electoral en Argentina: la irrupción disruptiva de Milei, el intento desesperado de la política y la consultoría por intentar encasillarlo e interpretarlo y el propio sistema -cuestionado- tratando de entender a una ciudadanía que demostró hartazgo y bronca de años de desencuentros. Pero como en una enfermedad, lo primero que se advierte son los síntomas y a una semana del balotaje, resulta interesante hurgar más allá del diagnóstico febril del propio sistema.

Proponiendo un juego de imágenes mentales, partimos de la figura de un iceberg tratando de interpretar -en principio- lo que se ve por sobre el mar. La imagen de hielo que sobre sale del agua y que alerta:Atención, aquí hay un problema. O varios.

Pero, ¿Qué hay debajo de todas esas discusiones mediáticas, virtuales, en los espacios de comunicación de las redes sociales, en donde “pareciera” que se están discutiendo los temas reales? ¿Cuál es la base de todas esas discusiones -por momento banalizadas al extremo- que solo parecen quedarse en la espectacularización de la política y que denigran aún más al propio sistema y enervan aún más a la sociedad?

La base del iceberg podría estar ocultando lo que podría estar realmente en juego en estas elecciones.

Primero lo primero: un tercio de las sociedades embroncadas con el sistema en América Latina

José “Pepe” Mujica y Julio María Sanguinetti, en el marco de distintas reuniones que precedieron al libro “Horizontes-Conversaciones sin ruido…”, dicen sobre las democracias en Latinoamérica y el descontento que viene expresándose en las urnas en distintos países. Mujica refiere a “que la revolución hoy es tecnológica” y que en ella “el problema es que aparecen nuevos tipos de demanda y el progreso fantástico de bienes materiales está creando una especie de inconformismo ritual permanente”. “Yo veo los resultados de algunos lados. Hay un treinta, cuarenta por ciento de gente que está votando en contra de los que hay y no tiene idea a favor de lo que vota”, agrega Mujica.

En el poder (o por él)


El dramático recorrido de Sergio Massa para ser candidato y que hoy lo posiciona como el candidato del propio sistema de cara al 19 de noviembre, y la supervivencia del actual ministro de Economía de la Nación, no pueden ser adjudicadas meramente a un “milagro”. “Es el candidato preferido del círculo rojo”, rezan algunos análisis. Podría haberlo sido Larreta también, pero es Massa. Así se dio.

Volviendo a la analogía de las imágenes, si fuera una pirámide, desde el manejo que el candidato de Unión por la Patria tuvo en su relación con Cristina Kirchner y desde esa relación hacia abajo; construyó un liderazgo más allá del resultado que obtenga el domingo. Los gobernadores, los sindicatos, el propio círculo rojo, el FMI, los empresarios que él mismo -de manera risueña en entrevistas- reconoce como amigos.

Massa no es solo un candidato: Detrás de esa marca instalada hay todo un sistema que hoy puja y que reconoce en esa opción, la estabilidad del país y de las instituciones formales e “informales”. Su condicionamiento: el hartazgo social, que no calmará sus ansias hasta que, con gestos, acciones y políticas públicas, el sistema no de señales de cambio.

Del lado de Javier Milei, la cosa es más compleja. La relación con Victoria Villarruel como su compañera. Villarruel ya era conocida por su postura respecto al golpe del 76. Hay quienes sostienen que el armado de La Libertad Avanza, o al menos de la idea de crear un partido que defienda los ideales libertarios y que se posicione en un sector de derecha (o extrema derecha) es previo a Milei. Argumentan que Villarruel es referente de un grupo importante de militares y ex integrantes de la Fuerzas Armadas, quienes decidieron buscar un espacio en el marco de la democracia. En ese camino, Milei les sirvió a ellos y ellos le sirvieron a Milei.

Pero Milei no es solo eso, sería subestimarlo y al espacio que penetró fuerte en nuestra sociedad y que captó en primera instancia a ese 30% de ciudadanos que se estaban expresando un sentido antisistema en América Latina, como dice Mujica. Qué es antes y que después, no lo sabemos, es como lo del huevo y la gallina. Aunque si es importante remarcar que hay valores democráticos que se está poniendo en discusión y que merece la pena prestar atención, más allá del rating. La sociedad también lo advierte.

Dicho esto, la relación de Milei con Mauricio Macri, parece ser más una anécdota. Una relación netamente electoral, con fuerte indicio de no ser tan estable como pareció tan solo a pocas horas del resultado de las elecciones de octubre. La Libertad Avanza ya mostró sus anticuerpos y le quitó peso a lo que ellos denominaron desde el día uno meramente como “un apoyo incondicional a la candidatura de Javier”.

Planteado así, pareciera que la grieta, el kirchnerismo, Macri, Juntos por el Cambio y Milei inclusive, son solo una parte visible de un juego de relaciones de poder que van mucho más allá de simples cuestiones ideológicas y de egos de candidatos.

Mientras tanto y en la recta final de la campaña, llamativamente (o no), desde ambos bunkers se apuntan en mayor medida no al propio candidato, sino que a las “sociedades” o “acuerdos” que esos candidatos han tenido que hacer para llegar hasta donde llegaron.

En lo particular, Milei se muestra más vulnerable a ser cuestionado y surfea en narrativas. Massa parece haber consolidado su propia narrativa, con una fuerte impronta y protagonismo de la Comunicación Política, que incluso le permite mostrarse hoy como un cambio, dentro de “lo mismo”.

* Consultor (Dos Zetas Consultora)/Posgrado en Literatura y Discurso Político (Flacso)/Diplomado en Comunicación Política (UBA)/ Política Gestión y Comunicación (UndAv)/


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