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Karina Milei y Mauricio Macri, dos a quererse

Tanto la hermana del presidente como Santiago Caputo intentan contener, desde el célebre Pacto de Acassuso, cualquier intento de desembarco macrista en el Gobierno.  El presidente del PRO y Pichetto quieren que el tratamiento de la nueva Ley Ómnibus y el DNU ya rechazado en el Senado sean votados en la misma sesión, para evitar contratiempos.

Hacía rato que el sistema político se había desacostumbrado a un secretario General de la Presidencia con tanta influencia. Su antecesor, Julio Vitobello, integraba el círculo íntimo de Alberto Fernández, pero era más conocido por su intrascendencia. Fernando de Andreis, que ocupó ese lugar con Mauricio Macri, también era parte del entorno más cercano, e influía en algunas decisiones, pero siempre se movió bajo las sombras de Marcos Peña, el verdadero cerebro del gobierno de Cambiemos. La hermana del presidente, Karina Milei, no solo es la secretaria general: es el filtro de las principales decisiones de la actual administración. Es, al menos, lo que dejan trascender desde la cúpula del poder y buena parte de los funcionarios que la “sufren” a diario.

Ella tiene la llave de la mesa chica a la que, por ahora, solo entró Santiago Caputo, el asesor estrella del presidente, a quien llama “ministro del Pensamiento”. A esta mesa de tres patas, cuando se amplía a cuatro, ingresa Nicolás Posse y cuando se expande un poco más, entra Guillermo Francos.

Karina no tiene formación política ni antecedentes en la función pública. Tiene una sola virtud, y con eso le alcanza: es la guardiana de las finanzas y las relaciones personales de Javier Milei. Con eso, dicen, construyó una personalidad implacable que provoca temor puertas adentro.

Hace dos semanas, Mauricio Macri la visitó en Olivos. La secretaria General lo esperaba junto a Nicolás Posse, el jefe de Gabinete que hace las veces de gerente de Recursos Humanos, que es muy desconfiado y que por primera vez recibía una visita del ex presidente en un ámbito tan privado. El círculo íntimo de Macri lo había apodado “Bernardo”, por el amigo mudo de El Zorro. En despachos del PRO, en el Parlamento, dejan trascender que la reunión entre Karina Milei y Macri no fue del todo buena.

El vínculo entre Macri y Posse es tenso. Ninguno tiene afecto o respeto por el otro. A esto se le suma que tanto Karina Milei como Santiago Caputo intentan contener, desde la célebre reunión en la que se firmó el Pacto de Acassuso, cualquier intento de desembarco de Macri en el Gobierno. En este punto hay una coincidencia. Macri es muy cuidadoso a la hora de provocar un avance sobre la gestión de Milei, porque entiende lo que representa su presencia en cualquier área de Gobierno. El más mínimo movimiento será leído como una toma del Gobierno por parte del macrismo.

Por otro lado, el pasado martes, Macri empezó a quedarse formalmente con la presidencia del PRO, la que asumirá el próximo 30 de marzo. Este movimiento tiene tres objetivos: por un lado, correr a Horacio Rodríguez Larreta y disminuir la influencia de Patricia Bullrich, por otro lado limitar cualquier negociación con el radicalismo de Martín Lousteau o Gerardo Morales, con quienes Macri tiene una pésima relación y por el otro entablar un vínculo de mayor confianza con Milei y sobre todo con la hermana, con un solo objetivo: colaborar en el letargo en el que está inmersa la gestión, de la que es hipercrítico por su nivel de parálisis. Para Macri, uno de los culpables de esto es Posse.

Macri, en la reunión en la Quinta de Olivos, ofreció los equipos técnicos que el PRO formó a lo largo de 16 años de gestión para que Milei los incluya en las segundas y terceras líneas de los ministerios, pero aún no tuvo respuesta, porque por ahora el Gobierno está más ocupado en recortar que en gestionar.

Luego de ese encuentro, Macri se reunió con el diputado Miguel Ángel Pichetto para planificar los próximos pasos en la Cámara Baja. De ese encuentro surgió la idea de que el tratamiento de la nueva ley ómnibus y el DNU que salió rechazado en el Senado, deberían ser votados en la misma sesión, para evitar contratiempos.

El pasado martes Macri viajó a Italia para dar una clase sobre liderazgo en el Bologna Business School. Mientras estaba haciendo el check in en el hotel se enteró de la nominación de Ariel Lijo para juez de la Corte. El ex presidente está cerca, habla con Milei, pero no tanto como se cree.


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