La democracia ya no nos entusiasma
Décadas de frustraciones económicas y sociales hacen que gran parte de la población valore menos el sistema. Pero no hay pruebas de que un régimen autoritario solucione los problemas: al contrario, los agrava.

Todas las investigaciones sobre la democracia en el mundo (desde el famoso Índice de Democracia de la revista británica The Economist hasta las encuestas que realiza Gallup sobre este tema) muestran que este régimen político no está de moda. No solo no entusiasma a la mayoría de los habitantes del planeta sino que tampoco se logra mantener en la mayoría de los países, incluso en aquellos en los que hasta hace poco se los podía considerar democráticos. Por ejemplo, el último Índice de The Economist (presentado a comienzos de este año pero que refleja el estado del mundo en 2024) muestra que solo el 6,6% de la población mundial vive en países con democracia plena. Hace una década el 12.5% vivía en países con plena democracia. De hecho, ahora solo 3 países en toda América tienen democracia plena: Canadá, Costa Rica y Uruguay.
Aunque democráticos, muchos de los demás países americanos figuran como “democracias defectuosas”: EEUU (es el mejor ubicado en esta categoría, en el puesto 28), Chile (29), Panamá (47) y la Argentina (en el 54). Todos los demás países latinoamericanos se encuentran por debajo.
Europa es el continente con más países de democracia plena (los nórdicos, Gran Bretaña, España, Portugal, Grecia, Alemania están entre los más democráticos). El resto de los europeos se encuentran (como Italia, Francia, Polonia o Bélgica) entre los que tienen democracias defectuosas pero muy próximas a las democracias plenas. Japón con democracia plena e India, Corea del Sur y Mongolia con democracias defectuosas pero muy próximas a las plenas son de los pocos países asiáticos democráticos. Lo mismo sucede en África: apenas tres países con democracias (defectuosas), encabezados por Sudáfrica.
El resto del mundo se compone de regímenes híbridos (autoritarismos con algunos rasgos democráticos, así se considera a Paraguay, Perú, Bolivia y México en América) y directamente autoritarios: Venezuela, Nicaragua y Cuba en América; China, Rusia, Corea del Norte, la mayoría de los países árabes tanto de Asia como de África. Afganistán se considera el país más autoritario del mundo.
La Argentina en 2024 (primer año del gobierno de Javier Milei) mantuvo su posición (la 54) como democracia defectuosa, pero bajó en puntuación respecto de los 4 años anteriores, cuando gobernaba Alberto Fernández. Si se compara con las puntuaciones que recibieron los gobiernos de Mauricio Macri y de Cristina Fernández la baja obtenida en 2024 por Milei fue mucho mayor.
La situación de Argentina como «democracia defectuosa»
Algunos de los factores que le juegan en contra a la Argentina para ser considerada una democracia plena es la constante agresión contra los periodistas, los medios de comunicación y la oposición política y la poca transparencia en el uso del presupuesto público para alentar una prensa oficialista y la constante agresión de los que se oponen al gobierno o protestan contra sus medidas por medio de un ejército de trolls en las redes sociales.
Por otra parte, las encuestas muestran que en todas partes la mayoría de la población cada vez valora menos a la democracia. Dos de cada cinco personas viven en un régimen autoritario y casi otras dos en regímenes híbridos. Solo el 20% de la población mundial vive en democracias (plenas o defectuosas). Entre estos, poco más de la mitad (un 55%) valora vivir en democracia. Los que dicen que no lamentarían la pérdida de la democracia suman un 45%.
El porcentaje de gente que deja de valorar positivamente vivir en una democracia ha ido creciendo año tras año, y eso se ha visto reflejado en las votaciones de la última década en la que crecieron en votos los partidos con propuestas autoritarias incluso en las democracias más plenas (como Alemania, Austria, Gran Bretaña o España) y en países americanos con democracias defectuosas como EEUU, la Argentina y Brasil.
Hace 42 años, tras haber sufrido las dictaduras más sangrientas de la historia americana, toda América del Sur fue adoptando gobiernos democráticos (más plenos o con defectos, pero respetuosos de las libertades civiles). En los 80 del siglo XX el fervor democrático entusiasmaba a las multitudes.
Es posible que tras varias décadas de frustraciones económicas gran parte de la población valore menos positivamente vivir en democracia. Sin embargo no existen pruebas (salvo el caso de China, que es excepcional por tradición histórica, poblacional y hasta geopolítica) de que un régimen autoritario pueda solucionar más eficientemente los problemas sociales y económicos.
Por el contrario, la historia de las dictadura latinoamericanas y africanas muestra que sucede todo lo contrario: a menor democracia menos posibilidades de desarrollo y mejora social. Pero desde hace años la gente vota enojada y la emocionalidad no es la mejor consejera en cuestiones que hacen al futuro de las sociedades.
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