La voz que tanto se extraña en el básquet argentino

Marcelo Antonio Angriman

*Abogado, Profesfor Nacional de Educación Física, docente universitario. angrimanmarcelo@gmail.com

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La generación dorada no solo jugaba brillantemente al básquet. Era un equipo de hombres con un descarnado sentido de la autocrítica.

Su último gran estandarte fue Luis Scola, quien en el Mundial de China 2019, con su capitanía, llevó a la Argentina a un preciado Subcampeonato Mundial.

Probablemente Luifa haya sido el jugador más influyente en la historia del básquetbol argentino. Dentro y fuera de la cancha.

Ese líder, jamás hubiera permitido que con 17 puntos de ventaja como sucedió el pasado domingo con República Dominicana, sus compañeros se relajen y pierdan pelotas, por sobrar al rival.

El equipo caribeño que con un juego anárquico fue complicando a nuestra selección, merced a arrestos individuales, a la par de desaciertos ofensivos propios, que poco a poco fueron dilapidando la renta obtenida.

En tales circunstancias, les faltó carácter a Pablo Prigioni y Leonardo Gutiérrez, miembros del cuerpo técnico, quienes debieron pedir un minuto y marcar con firmeza, seriedad y calma.

Los últimos 4 puntos que logra República Dominicana son errores defensivos propios de un equipo desbordado, sin conducción, dejando una imagen de desorden e improvisación para este tipo de situaciones límites.

Al decir de Emanuel Ginóbili: “primero tenés que jugar bien y después poner huevos, porque poniendo garra únicamente no se gana”.

La selección campeona olímpica siempre tuvo la virtud de resaltar al equipo por sobre las individualidades. No alcanza la virtud individual para llevar adelante a un equipo, porque cuando esta falla, la suerte está echada.

Argentina tuvo en Facundo Campazzo, Gabriel Deck y Nicolás Laprovittola (estos dos últimos viajaron expresamente para el partido) a jugadores que aún con su mejor predisposición y destreza, no lograron articular un juego colectivo convincente.

Tampoco una voz que prevaleciera sobre el resto, en los momentos de confusión.

Un párrafo aparte merece Néstor “El Che “García quien fue el anterior técnico de la albiceleste y debió dejar su cargo en confusas circunstancias. Debió sentir una euforia particularmente revanchista , logrando un gran objetivo de visitante, contra una selección de nivel internacional, en una ciudad que conoce muy bien ya que campeonó con Peñarol. Su desaforado festejo aparece imprudente y exento de toda sensibilidad, ante tantos connacionales que colmaban el Islas Malvinas.

Será difícil volver al fulgor de Atenas 2004, más repasar algunos de aquellos postulados que nos identificaron e hicieron tan grandes, hoy deviene no solo necesario, sino imperioso.

*Abogado. Prof. Nac. Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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