Una semana en Argentina

Una semana en Argentina pueden ser meses en cualquier otro país. La intensidad y la velocidad que tienen la política y la economía de nuestro país, como dicen en redes sociales, no da tiempo para aburrirse. Pero como la vida real no son memes de internet, las consecuencias de esos actos duelen y tienen impacto inmediato o mediato sobre las familias.

El gobierno de Javier Milei hace semanas que entró en zona de aciertos y errores propios. El tiempo es implacable y, por más que insista en la herencia recibida, que fue real, la sociedad espera que sus medidas empiecen a mostrar señales positivas. El entorno del presidente lo ve con claridad y por eso aceleró la cadena nacional del pasado lunes.

El mensaje fue que el esfuerzo valió la pena porque las cuentas del Estado consiguieron superávit, pero que hace falta un poco más porque recién pasó la mitad del sacrificio pedido a la ciudadanía. Los resultados financieros alcanzados no solo no mejoran la vida cotidiana de las personas sino que además, como se fue conociendo, esconden algunas trampas contables como la prórroga de vencimientos y deudas que siguen impagas.

La elección del día y la hora no fue al azahar. Se sabe que Milei entiende de audiencias y elige para sus mensajes el denominado prime time de la televisión. Pero el día tenía que ver con el conocimiento de la convocatoria que tendría la marcha universitaria del día siguiente: una ciudadanía que empieza a padecer las políticas económicas y una masiva movilización pueden ser el puntapié de una gestión muy cuesta arriba.

Con las cartas jugadas, el gobierno necesitaba de un error de la oposición arrogándose la convocatoria o forzando algún disturbio, pero nada de eso ocurrió. La movilización universitaria fue contundente y dejó en claro el valor que tiene la educación superior para las familias argentinas. Sin embargo, como reprochó alguna vez a su tropa el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, no se tocó una nueva canción.

Si bien en el país hace años no se ve a la CGT y a los estudiantes universitarios, con el resto de los gremios, en el mismo palco, la narrativa de los discursos y los actores invitados le dieron al gobierno la hendija que necesitaba. “Lagrimas de zurdo”, calificó el presidente Milei.

Después vino el dictamen de la Ley Bases. El gobierno a diferencia del primer intento con la megaley hizo concesiones con actores clave que, para su discurso, están en las antípodas. Por ejemplo no tocó la caja de los sindicatos, pero consiguió incorporar puntos de una reforma laboral light.

Las contradicciones en los gobiernos son cuestión de tiempo. Milei ya lo hizo con la supuesta liberación de precios a la que tuvo que salir a poner freno en las prepagas, los supermercados y los surtidores de las petroleras. Lo mismo ocurrió el viernes cuando la asamblea de accionistas de YPF, que controla el Estado nacional, aprobó un descomunal aumento de sueldo para el Directorio cuando venía de criticar y personalizar el incremento que se votó a sí mismo -y casi con disimulo- la Cámara de Senadores.

Sobre lo que se permitió en la petrolera nacional, donde el hombre fuerte es el jefe de Gabinete Nicolás Posse, está por verse si tomará alguna posición. Cada director, incluido el exgobernador de Neuquén Omar Gutiérrez, embolsará en un año cerca de 900 mil dólares. Bastante para el país donde “no hay plata”. Gutiérrez ocupa la silla en YPF por mandato del gobernador Rolando Figueroa.

Es cierto que los sueldos de los directivos de la compañía venían atrasados. Para ajustarlos se contrató a una consultora. Pero también es cierto que el balance 2023 arrojó pérdidas y que el valor de la acción de YPF está en niveles de 2013.

Si algo le faltaba a una semana de alto voltaje político, ayer reapareció la exvicepresidenta Cristina Kirchner en un acto en Quilmes. El peronismo no consigue salir de la interna que, a juzgar por el desenlace, se extiende desde 2019 tras el triunfo en las urnas de Alberto Fernández.

Una semana que dará paso a otra con una dura sesión en Diputados y un Día del Trabajador con reclamos por los despidos.