Posca pone la risa allí donde duele
Hoy vuelve a presentar el unipersonal "Alita de Posca", en Neuquén. Un trabajo provocador, atrevido, para reír y pensar.
NEUQUEN (AN).- El travesti, un loco empastillado, un joven que es víctima de su propia madre, el adicto, el villero, y hasta un trasero parlanchín «made in Lanús». Una humanidad sombría, marginal y de vocabulario zarpadísimo se amalgaman en un notable show que tiene Favio Posca para hacer reír y pensar. Si, reír y pensar.
Porque basta escuchar las historias patéticas de estos personajes fallados los patitos feos de la sociedad- para meditar sobre «eso» que no horroriza, de lo que no se habla, o a lo que le tenemos miedo: la locura, las adicciones, las fobias, el sexo…
Posca se mete en la psiquis de estas almas siniestras y las hace hablar con franqueza y provocación, tal como lo hacían los filósofos cínicos en la antigüedad. Saca a la luz sus historias con mucho humor, y con un lenguaje minado de referencias sexuales, explícito y sin vueltas. No por nada el actor abre el espectáculo advirtiéndole al público en su mayoría joven: «Acá, los prejuiciosos tienen que levantarse e irse…¡Vamos a 'descaretarnos'!». Ese tómalo o déjalo sorprendió a más de uno, pero nadie se movió de su silla.
A casi dos años desde su estreno, el multifacético «showman» de lengua incisiva, Favio Posca (actor, conductor de radio y músico) presentó ayer en el Casino Magic -a sala llena- su quinto unipersonal «Alita de Posca». Un trabajo teatral aggiornado con imágenes en video y canciones, de estilo vertiginoso, caracterizado por el humor corrosivo y un léxico atrevido. También hay un «destape» que se puede digerir sin sobresaltos.
Sobre tablas, el marplatense demostró que tiene un talento especial para mudar de personaje con apenas un cambio de luces. También que mientras escupe sus monólogos puede perfectamente medir la respuesta de su público: si ríen más, menos, o si no se ríen. Para los neuquinos que se quedaron con las ganas, el actor va por más: hoy dará su última función en el Casino.
La primer criatura que salió al ruedo sobre un escenario despojado fue «El Perro», figura con la que Posca se hizo conocido en «Nico», el programa de TV. Más zafado, y con su muletilla «¿Qué hacé muñeco?», este sujeto cuenta historias de «la enana», de prostitutas y la noche. Luego aparece «Angelito», un joven canchero, cocainómano y alcohólico de la élite porteña, que «camina por la cornisa del abismo».
Acto seguido, uno de los personajes más logrados y verosímiles: «Pitito», el loco con la cabeza «llena de enanitos». Su frase: «¡No me siento muy bien, pero me siento muuuuucho mejor!». ¿La actuación?, impecable. Le siguieron otras criaturas como «Carlitos», «el culo de Lanús» y el popularísimo cumbiero Ezequiel (de la tira «Son de Fierro») al grito familiar de «¡Recatate loco, recatate!».
Pasada la hora y media «El Perro» volvió a la carga volando bajo. Alucinado, rabioso y «sacado» cerró el espectáculo a full, con las alitas del vicio, de la otra cara de la belleza. Una alita fallada, pero feliz.
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