“Puede y debe restaurar la sociedad”

El plan ambiental, de la mano del Caesyp, puede y debe restaurar la sociedad. Si bien es cierto que con el paso de los años la ciudad requiere de un bien planificado rediseño urbano-ambiental que reemplace lo caduco adecuándola a las exigencias del presente en primer lugar, y considerando la urbe como el hogar grande de los ciudadanos, la referida remodelación debe comenzar con una profunda retrospección sobre la realidad social para verificar si el edificio moral que la sustenta está en condiciones de permitir una obra pública de esa envergadura. Una interminable serie de escalofriantes hechos diarios testifica la existencia de una decadencia social sin precedentes. Cuando una frustración cívica de esa naturaleza hace eclosión es porque la estructura de los principios y valores éticos que reglan la sociedad se está cayendo a pedazos, infortunio cívico que deja a una indefensa población a merced de –salvo la excepción de rigor– políticos ineptos y rapaces que utilizan su banca no para legislar conforme a la ley sino de “ganzúa” para alzarse con lo máximo posible del patrimonio público. Un rosario de naciones estafadas y endeudadas de por vida, como es nuestro caso, certifica que, en política, el hombre ignora la moral. Al ser los órganos de control elegidos por quienes tienen que ser controlados, es imposible una buena justicia. Sin justicia no hay moral. Así, la defección de los que deberían ser el mejor ejemplo sin obstáculos desciende e infesta cada vez mayores espacios de la sociedad y se generaliza la trampa mutua. En ese sombrío contexto casi nada funciona si no hay una buena “comisión” de por medio. Mejor expresado: cada vez son menos los que se ganan el pan con el “sudor de la frente”. Como bien decía el general Perón, “El pez por la cabeza se pudre”. Humilla decirlo y aceptarlo, pero ésa es nuestra realidad, insuficiencia moral que según la filosofía yoga reside en que “Nadie que no conozca el verdadero fin de la vida puede llegar a comprender las reglas morales”… significativa cita oriental digna de una larga y serena reflexión. Considerando lo expuesto, es de sentido común deducir que, antes de priorizar una “ciudad mejor”, que en realidad encubre una mezquina especulación electoral, se debe erigir una sociedad mejor, que es lo urgente. Entonces, siendo el Plan Urbano Ambiental un proyecto integral por excelencia, en su inicio debe estar bajo la autoridad cívica y profesional de las instituciones representadas en el Caesyp en conjunto con las ciencias sociales en la trascendental tarea de restaurar la sociedad, requisito ineludible para transformar el poder de las masas en poder social. En la presunción de que lo expuesto no sea muy del agrado de las autoridades, entonces que sea el pueblo en su condición de soberano el que decida si quiere tener una ciudad o una sociedad mejor. En cuanto a los señores políticos, bueno… salvo unos muy pocos, los demás que se queden en su casa, que es la más exaltada contribución que le pueden hacer a la democracia. Hugo César Navarro DNI 7.946.311 Neuquén

Hugo César Navarro DNI 7.946.311 Neuquén


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