Los malos tratos en Ipross, en Cipolletti: “Hay que erradicarlos”

Gloria I. Díaz, de Cipolletti, en una carta de lectores que hoy publica “Río Negro”, se refiere a la muletilla “no hay sistema” de muchos empleados públicos. Su mala experiencia en la oficina de Ipross.

“SE CAYÓ EL SISTEMA”

CARTA DE LECTORES

“Lamentablemente hay gente que no es gente, sobre todo personal que está en atención al público y que por mala suerte son empleados públicos; digo por mala suerte porque yo también soy empleada pública y atiendo a mucha gente, pero siempre trato a los demás como quiero que me traten a mí: bien y con amabilidad. Pero hoy me da vergüenza ajena tener que “mandar al frente” a algunos.

Paso a detallar un episodio que tuve que vivir junto a mi hija con personal del Ipross, que nos obligan a tenerla. No voy a permitir que me sigan faltando el respeto de la manera en que lo hicieron el pasado 10 de septiembre, no sólo a mí sino a mi hija, porque por ahí yo dejo pasar algunas malas contestaciones, pero que me toquen a un hijo no. Ese día concurrí a las oficinas del Ipross, en esos momentos no había luz. Me acerqué a una empleada y le consulté por un carnet de mi hija y ella, antes de terminar la consulta, me interrumpió diciéndome con tono no muy cordial: “No hay sistema”. Insistí: “Simplemente te quiero hacer una consulta: ¿me podrás entregar el carnet de mi hija?”. Y nuevamente ya con tono más alto me repitió: “No hay sistema”. Yo le contesté: “Sé que no hay sistema, porque la computadora sin luz no funciona”.

En ese momento mi hija me comentó que hacía dos semanas atrás ella se había presentado a buscar el carnet y otra empleada le había dicho: “Mirá, acaba de llegar esta caja con carnets” (y se la muestra), “venite mañana o pasado que los acomodo y ahí lo retiras…”. Ella (mi hija) por su trabajo, sus horarios de facultad, no había podido concurrir. Entonces otra empleada que estaba sentada al lado escuchó este comentario de mi hija y, mirándola seriamente, le preguntó: “¿Quién te dijo eso?”. Y mi hija Micaela, de 21 años, le contestó: “Usted me atendió ese día”. (Resalto la edad de mi hija porque es muy educada como mis otros cuatros hijos).

En ese momento la empleada hizo ese típico gesto que hacemos cuando queremos decir que una persona está loca (el dedito dando vueltas en la sien): “¿Yo?, yo no te dije eso”, y mi hija insistió: “Usted me dijo: ‘Acaban de llegar, mirá acá tengo la caja con los carnets, los acomodamos y los entregamos, venite mañana o pasado’”. Fue ahí cuando a mí me molestó mucho la actitud de la empleada y le dije: “Vos a mi hija no la tratas de loca, es una falta de respecto para cualquier persona que hagas ese gesto, le podrías haber dicho: ‘mirá, yo no te dije eso’ o ‘yo no me acuerdo’, pero no tratarla de loca”…

Mientras tanto Micaela, que ya había sufrido otros episodios con la mala atención en el Ipross pero que hasta ahora se callaba la boca, me preguntó si había un libro de quejas. Le dije que se acerc

ara a hablar con la persona responsable de la institución y así lo hizo.

Pasados unos minutos llegó la luz, me cambié de sector para comprar unas órdenes de consulta. Una señora que estaba esperando (obviamente cuando pasó todo este episodio había mucha gente esperando y todos escucharon la conversación, que por suerte no fue a gritos porque yo no acostumbro a reclamar gritando) me dijo: “Señora, le hablan a usted”. Me di vueltas y estaba la empleada consultándome con tono fuerte: “Cómo era el apellido, señora, cómo era el apellido…”. Me acerqué, le dije el apellido, tomó el fichero que estaba a unos pocos centímetros del brazo de una de las empleadas, buscó y por arte de magia apareció el carnet, obviamente estaba al lado de ella. Yo le comenté: “Ves que no era tan complicado y no era para hacer un gran escándalo”, simplemente tenía que estirar el brazo, tomar el fichero y buscar, o simplemente contestarme: “¿podrás esperar un ratito a que llegue la luz o venir mañana?”. Le pedí el carnet de mi otra hija y me dijo: “Tengo que ver en el sistema si llegó”. Le comenté: “Los pedimos juntos y es el mismo apellido, ¿te podrás fijar, por favor?”. Y por arte de magia también estaba el otro carnet.

Éste no es el único episodio que vivimos en el Ipross. Estuvimos casi un mes yendo y viniendo con mi otra hija por una chequera de maternidad, que también después de tantas vueltas por arte de magia apareció.

Lo más lamentable de este episodio es que, cuando mi hija terminó de hacer el reclamo a la encargada del Ipross, esta persona le contestó: “¿Qué querés que haga con todo esto?, no puedo echar a nadie…”. Mi hija le respondió: “No le digo que la saquen, simplemente que le llamen la atención”, y la respuesta de la señora jefa fue realmente muy lamentable, pero eso quedará en su conciencia…

Y para colmo de todo, al otro día me llaman de la oficina de Recursos Humanos de mi trabajo para comentarme que se habían quejado del Ipross porque una señora Gloria Díaz había hecho un escándalo por un carnet, cuando no fue así la situación; no comentaron que trataron de loca a mi hija y que no tenían ganas de trabajar.

Hago esta queja pública porque no soy la única que se queja de la atención del personal de Ipross; pero si te quejas, peor te atienden. A mí eso no me molesta, yo tengo esa obra social y voy a seguir teniéndola, así que asistiré a la misma las veces que sea necesario y por supuesto con total respeto, como el que espero haya para conmigo y mi familia.

Gloria I. Díaz, DNI 17.018.840 – Cipolletti”

N de la R. “Río Negro” se reserva los nombres de las empleadas mencionadas en la carta, los que están a disposición de las autoridades que los requieran.


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