Replanteo del manejo de poscosecha

Ante la imposibilidad de utilizar los dos principales antiescaldantes químicos presentes en los últimos años en el mercado, se abre una nueva etapa para manzanas y peras.

Desafíos que debe enfrentar el sector frutícola

El uso de los antiescaldantes tradicionales, difenilamina y etoxiquina, quedó finalmente prohibido en el mercado europeo a partir de esta temporada.

Las restricciones resultan un desafío que obliga a investigadores, extensionistas, productores y empacadores a replantear el manejo de las frutas de pepita en la etapa de poscosecha.

El escaldado superficial es una alteración que reduce el valor comercial de las manzanas y peras de nuestra región y de todas las zonas productoras del mundo. Si no se controla, esta fisiopatía ocasiona elevadas pérdidas económicas, pudiendo afectar la totalidad de la fruta.

Los síntomas se reconocen como manchas marrones en la piel de los frutos, ocasionadas por la oxidación de un componente natural de la epidermis (el farneseno). Esta oxidación da origen a compuestos altamente tóxicos (los trienos conjugados -TC-) que dañan las células de la piel.

Al prolongarse el tiempo de almacenamiento, aumenta tanto la cantidad de fruta afectada como la superficie dañada por manchas.

La aplicación poscosecha de productos como la difenilamina (DPA) y la etoxiquina ha prevenido la oxidación del farneseno y garantizado el control de la escaldadura superficial durante cuatro décadas. Sin embargo, el uso de sustancias químicas está siendo cada vez más cuestionado, principalmente en mercados como el de la Comunidad Europea, uno de los principales destinos de nuestra producción. En tal sentido, luego de algunos años de transición, la Comisión Europea decidió excluir del listado de productos permitidos la DPA y la etoxiquina, por lo que ya no pueden utilizarse en fruta con este destino.

Difenilamina

En la actualidad, el límite máximo de residuos (LMR) permitido en la Comunidad Europea para la DPA es de 0,1 mg/kg tanto para manzanas como para peras. Este límite representa una tolerancia temporal por contaminación cruzada vigente hasta julio del 2015. A partir de esa fecha la tolerancia permitida será de 0,05 mg/kg.

Esta medida a partir de que se han detectado residuos de DPA en frutos no tratados debido a la contaminación cruzada, ocasionada por la presencia del producto en las paredes de las cámaras frigoríficas, en los bins y en la línea de empaque. Hasta el momento no existen métodos efectivos para eliminar estos residuos, por lo que el riesgo de contaminación cruzada condiciona su aplicación aun en frutos destinados al mercado interno u a otros países, como Brasil, si se utiliza la misma línea de empaque, los mismos bins y las mismas cámaras frigoríficas.

Etoxiquina

El LMR para la etoxiquina es de 0,05 mg/kg, un valor tan bajo que hace imposible tratar la fruta con este producto sin superar el límite tolerado. A diferencia de la DPA, no se han informado problemas de contaminación cruzada.

El futuro cercano

Ante la imposibilidad de usar los dos principales antiescaldantes químicos, se abre una nueva etapa en la poscosecha de manzanas y peras.

Esto implica no sólo encontrar métodos alternativos para su control, sino también realizar un manejo integral teniendo en cuenta la susceptibilidad de los frutos al escaldado. Para ello es preciso conocer los factores que influyen en la susceptibilidad de los frutos.

Investigadores de la EEA Alto Valle del INTA, al igual que otros de diferentes regiones productoras del mundo, trabajan desde hace varios años en la búsqueda de métodos alternativos de control del escaldado superficial.

Entre estos métodos se destacan por su efectividad: la aplicación de 1-metilciclopropeno (1-MCP), el almacenamiento en atmósferas con bajo oxígeno o la combinación de ambos. Si bien estas tecnologías controlan la escaldadura superficial y se utilizan a escala comercial en la Argentina y en el mundo, presentan algunos inconvenientes principalmente en peras.

La aplicación de 1-MCP es actualmente una herramienta segura de control en manzanas, pero en peras puede ser riesgosa ya que las dosis más efectivas podrían inhibir la maduración normal en algunos casos. Por otro lado, las atmósferas con bajo oxígeno requieren un exhaustivo control del proceso durante todo el almacenamiento para lograr alcanzar el menor nivel de oxígeno posible, pero minimizando los riesgos por anoxia y/o por toxicidad con dióxido de carbono. A menor contenido de oxígeno mayor es el control de escaldadura, pero también aparecen otros desórdenes como las cavernas en peras. Los resultados son alentadores respecto del uso de una combinación de ambos métodos. Se ha observado que frutos de pera tratados con dosis bajas de 1-MCP y almacenados en atmósferas con bajo oxígeno maduran adecuadamente sin desarrollo de escaldadura ni cavernas, incluso tras largos períodos de almacenamiento.

Actualmente se sabe que la susceptibilidad al escaldado depende de una serie de factores como la madurez a cosecha, la variedad y el manejo en el campo, entre otros. En general, se admite que las manzanas más maduras son menos susceptibles a la escaldadura superficial.

Tanto es así, que la realización de cosechas tardías se utiliza como medida preventiva de escaldado superficial en variedades sensibles.

Sin embargo, la relación entre el estado de madurez y la susceptibilidad de los frutos al escaldado ha sido poco documentada en peras y parece ser menos previsible que en manzanas. Estudios realizados en los últimos años por el Área de Poscosecha del INTA Alto Valle indican que, contrariamente a lo demostrado en manzanas, las peras Beurrè D’Anjou de cosechas tardías son más sensibles al escaldado superficial ya que presentan una mayor acumulación y oxidación de farnesenos.

Otra herramienta interesante sería predecir la sensibilidad de cada lote a la escaldadura superficial. Si bien los sistemas de predicción no reemplazan a los de control, permiten optimizar el uso de sistemas de control no químicos, así como adoptar soluciones correctoras antes de la aparición de los síntomas. Cuanto antes se pueda llevar a cabo la predicción, más útil será. En el Área de Poscosecha del INTA Alto Valle están en curso investigaciones que ofrecen buenas perspectivas de contar con un índice que permita predecir a mediano plazo (30-45 días) la susceptibilidad de los frutos.

El fin de los antiescaldantes tradicionales implica un desafío para el control de la escaldadura superficial en las frutas de pepita. Aunando esfuerzos, la búsqueda de alternativas resultará en la generación y adopción de métodos eficaces que serán, al mismo tiempo, más amigables con la salud humana y el medioambiente.

(Fuente: INTA, Estación Experimental Agropecuaria

Alto Valle)


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