“Se lo llevaron todo engrasado, así como estaba”

A Carlos Surraco lo “chuparon” una tarde del 4 de abril de 1978 en el taller mecánico de Sartor, en Jacobacci. Nadie imaginó, en ese pequeño pueblo, sentir en carne propia las “manos” del denominado Proceso de Reorganización Nacional. Ese día hacía muchísimo calor y adentro del galpón la máquina soldadora sofocaba a los laburantes. ¿Vos sos Surraco?, preguntó un colorado de bigotes y pullover celeste. El operario, desde abajo de un acoplado, le contestó con negación. Ese hombre fue uno de los testigos directos del secuestro. ¿Donde está Surraco?, insistió el sujeto que se había bajado de un Ford Falcon. En ese contexto apareció Carlos, que estaba en una fosa, y cuando observó a su captor atinó a escapar. “Parate ahí”, le ordenó, pistola de por medio. Entonces Surraco levantó las manos y se entregó. En el interior del vehículo había otro hombre con una ametralladora, describieron los testigos, y a Carlos se lo llevaron en el asiento de atrás. “Ustedes quietos acá”, les advirtió el secuestrador a todos los que permanecían en el taller. El día que los militares vinieron por él, Carlos estaba engrasando su camión y se lo llevaron así “sucio y con alpargatas”, recuerdan los testigos. Otros afirmaron que en las semanas previas un Dodge estuvo circulado “haciendo inteligencia”. “Era un laburante, flaco y de bigotes, medía como un metro ochenta”, lo describen sus compañeros. Por lo que cuentan en el pueblo, Surraco llegó a Jacobacci desde Lomas de Zamora. En Buenos Aires conoció a la joven que luego fue su esposa, con la que tuvo dos hijos. El padre de esa mujer estaba instalado en la Región Sur desde hacía mucho tiempo. Recuerdan que fue uno de los que construyó la vieja Escuela Primaria número 17. Una vez en Jacobacci el suegro le compró a Surraco un camión Dodge 600 rojo con caja amarilla “para que hiciera de fletero”, aseguran los memoriosos. Carlos comenzó a dedicarse a esa actividad y realizó varios viajes hasta la Mina Ángela. La explotación, a cargo de la empresa Cerro Castillo S.A, tuvo auge en plena dictadura militar, en el año 1978, y se desarrolló hasta 1992. Era una mina subterránea de oro, plata, cobre, plomo y zinc y se ubicaba en el departamento Gastre, Chubut. No está acreditado en la causa penal pero hubo hipótesis diversas acerca de la desaparición de Surraco. Algunos, incluso, especularon con que el secuestro había tenido relación con la actividad minera. En aquellos años se empleaba el Gelamón, un explosivo de uso civil, de la familia de la dinamita, con aplicación en las demolición y explotación a cielo abierto. El detonante era muy requerido entre los grupos guerrilleros que resistieron la última dictadura militar. (Agencia Cipolletti con colaboración de Agencia Jacobacci)


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