Bariloche: una celebración distinta en un entorno natural increíble y con pájaros carpinteros en la despedida

La municipalidad organizó como parte de las actividades por el festejo de los 121 años de la ciudad visitas guiadas por el Parque Llao Llao. Alrededor de 300 personas se sumaron a las recorridas gratuitas, que dirigieron 8 guías. Para muchos residentes y turistas fue la primera vez que visitaban el área natural.

Por un sendero sinuoso, rodeado de coihues enormes y majestuosos, Belén Vargas empujaba el carrito que trasladaba a su pequeña. Otra hija adolescente caminaba a su lado. Las tres habían llegado hasta ese punto, ubicado en la zona oeste de Bariloche, para disfrutar por primera vez de una jornada distinta.

Belén vive en el barrio Nuestras Malvinas. Nunca había visitado el Parque Municipal Llao Llao. Tampoco, Pamela Chomiak, del barrio Elflein. Pablo González había llegado a la ciudad este martes, con su pareja Daniela (que es alemana) y su pequeña hija. Los tres viven cerca de la ciudad alemana de Sttutgart.

Todos se habían enterado de que había visitas guiadas este miércoles por el Parque Llao Llao como una de las actividades por la celebración del 121 aniversario de Bariloche. Para todos era la primera vez que visitaban ese lugar donde se respira aire limpio y humedad.

El grupo que hizo el recorrido este miércoles por la tarde en el Parque Municipal Llao Llao. (Foto: Marcelo Martinez / Patagonia)

Fue un festejo distinto. Alejado del alboroto del centro de la ciudad. Allí, gobierna el silencio que se quiebra por el silbido del viento o con el sonido de los pájaros que conviven en ese espacio.

Liliana Schiavo fue la guía del grupo que durante una hora recorrió el área y conoció la flora y fauna del parque. Desde las 10 hasta las 17 se desarrollaron visitas guiadas que la Municipalidad de Bariloche organizó.

Las guías del Parque Nacional Nahuel Huapi, convocados por el Colegio de Profesionales en Turismo de Río Negro, Liliana Schiavo, Carina Gómez, Marcela Maizón, Diana Padilla, Ana Laura Pacce, Melina Hernández, Vesna Vukojevic y el guía Leonardo Delorto, se sumaron a la propuesta y estuvieron al frente de los recorridos que hicieron alrededor de 300 personas.

Pablo González y su pareja, Daniela, escuchan atentos a la guía durante la visita. (Foto: Marcelo Martínez / Patagonia)

Unos imponentes coihues de varios metros de altura dieron la bienvenida al grupo. Liliana explicó que pueden llegar a crecer hasta 50 metros. “Es un árbol que le gusta el agua, le gusta la humedad o estar cerca de un río”, describió. “Son árboles muy longevos que pueden llegar a vivir 650 años”, sostenía. Los visitantes escuchaban con atención, mientras levantan la vista hasta la copa de los árboles.

Liliana hizo otra parada frente a la rosa mosqueta. Explicó que se trataba de una planta invasora, pero con muchas cualidades positivas. Y que se usa de materia prima para elaborar desde dulces, aceites y hasta infusiones por su fuerte contenido en vitamina C. “Es exótica, pero bienvenida”, expresó.

La parada frente a la caña colihue fue una de las más informativas. (Foto: Marcelo Martínez / Patagonia)

La magia del lugar


El lugar transmite tranquilidad. Magia. Liliana acotó que es el entorno donde viven los gnomos y duendes como para atrapar la curiosidad de los chicos. “Nos avisan si los ven”, les pidió a los pequeños y pequeñas del grupo.

“¡Hola!¡ hola!”, exclamó Juanita mientras hurgaba en unas plantas. Pamela, su madre, sonreía. La nena le pidió una servilleta para “encontrar un duende”.

La recorrida continuó. Unos coihues caídos al costado del sendero generó la inquietud de algunos visitantes. Liliana indicó que esos árboles desplomados son el alimento de los hongos. “Van a pasar tal vez siglos hasta que se conviertan en tierra”, aseveró.

Pamela Chomiak y su hija Juanita disfrutaron de la primera visita al área natural de Bariloche. (Foto: Marcelo Martinez / Patagonia)

El grupo se encontró con unas cañas colihues a su paso. La guía explicó el fenómeno natural que se produce con la floración de esas especies que ocurre cada 50 o 60 años y que provocan lo que se conoce como la ratada. Recordó que en 2011 fue la última floración y que había alerta por una inminente “ratada”, porque la semilla de la caña colihue es el alimento predilecto de unos roedores, como los colilargos que transmiten el hantavirus. Y explicó el cuidado que se debe tener.

Pero la erupción del complejo volcánico Cordón Caulle, el 4 de junio de 2011, en Chile, expulsó millones de toneladas de cenizas volcánicas que cayeron del lado argentino y taparon las semillas de la caña colihue.


La belleza del quintral


El quintral sorprendió a los visitantes por su flor roja que buscan los colibrís. Las dos especies que se encuentran en esta zona pesan solo 5 gramos y miden 5 centímetros. “Donde hay quintrales se los escucha cantar”, acotó la mujer.

Describió que el Llao Llao es un hongo parásito. El lugar adoptó ese nombre porque es un hongo que abunda. Puntualizó que el árbol envuelve ese hongo, a modo de defensa, y cada primavera brotan unas bolitas de color naranja o blanco. Cuando cae del árbol se seca y parece un panal, que se utiliza para artesanías. Liliana destacó que es un hongo que es comestible, en algunas zonas.

“Es gomoso, dulce, es rico, a mi me gusta”, afirmó Belén, que comentó que se había enterado de la actividad por un mensaje que mandó la directora del jardín al que asiste su hija Eva.

Belén Vargas junto a sus hijas hicieron el recorrido y quedaron fascinadas por el entorno natural del Parque Municipal Llao Llao. (Foto: Marcelo Martinez / Patagonia)

Un grupo de arrayanes cautivó por su color rojo ladrillo. Fue uno de los sitios que más entusiasmo provocó. La guía señaló que esos árboles crecen milímetros cada año. Por eso, algunos ejemplares por la altura alcanzada llevaban siglos en ese espacio.

Es un árbol que no tiene corteza y que también necesita de humedad. Su color se lo da el tanino. Los visitantes los acariciaban para comprobar que estaban fríos por la humedad que corre por su interior, que se percibe con más facilidad al no tener corteza.

“Me parece fabuloso. El lugar es súper accesible para venir con los niños”, valoró Pamela, que llegó con su hija Juanita de 4 años y una sobrina.

Destacó la actividad como un espacio de recreación “que saca a los chicos de las pantallas”. Se había enterado de la visita guiada por un folleto digital del municipio, que una amiga le compartió.

“Mi nena va al jardín Antu Ruca y le estuvieron hablando del bosque y me decía: mami cuándo vamos a ir al bosque”, contó.

Una familia de pájaros carpinteros (en este caso hembras) sorprendieron a los visitantes en el final del recorrido que hicieron este miércoles en Bariloche. (Foto: Marcelo Martinez / Patagonia)

Un encuentro asombroso


Liliana habló de la fauna que se encuentra en la zona, donde se busca preservar sobre todo el huillín. Pablo y Daniela estaban fascinados. Pablo estuvo hace varios años en Bariloche, cuando hizo el viaje de egresados y ahora retornaba procedente de Alemania, donde se radicó hace cuatro años, tras dejar su Rosario natal.

Comentaba que el entorno es similar al que se encuentra en Alemania, pero acá está en estado mucho más natural.

La despedida fue increíble. Cuatro pájaros (tres hembras y un macho) carpinteros taladraban un coihue robusto seco, en busca de insectos. Los visitantes, sorprendidos, filmaron y fotografiaron a la familia de carpinteros que ni se inmutó. El grupo los observó maravillados durante varios minutos. Los pájaros no abandonaron la faena. Fue una despedida que nadie había imaginado.

El grupo de guías: Liliana Schiavo, Leonardo Delorto, Carina Gómez, Marcela Maizón. (Foto: Marcelo Martinez / Patagonia)

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