De Roca a Salta, la aventura de Beto y su triciclo

El hombre de 71 años que confecciona guitarras, recorre el país con su máquina de tres ruedas. Sus viajes lo llevaron hasta el norte argentino.

Alberto “Beto” Ledesma tiene 71 años y recorre el país con su triciclo que él mismo fabricó. Sus travesías lo llevaron desde Roca hasta Salta.

El hombre se las ingenia para disfrutar a su manera el ciclismo. En 2010 se dio cuenta que no le gustaba más andar con las dos ruedas de la forma tradicional y fue buscando una alternativa.

En una bicicleteada con amigos a Cinco Saltos donde el clima los complicó mucho y terminó muy cansado, tomó esta decisión. “Estaba pensando que me cansaba mucho la posición de la bici y le dije al grupo no voy andar más en bici, me voy a fabricar otra cosa”, recordó.

Allí comenzó la búsqueda de bicis reclinadas que le permitieran pedalear en una forma más relajada. Al principio vio unos modelos pero no le convencieron y él mismo comenzó a diseñar su triciclo.

“Comencé a armar en mi casa con tablas que ponía afuera para ver las inclinaciones, las distancias”, recordó.

Su triciclo tiene un sistema de velocidad. “Este carro tiene una caja de cambios muy importante, un conocido me empezó a dar ideas, y ahí comencé a comprar materiales. Este triciclo tiene materiales de primera, los rodamientos que es lo principal, son prácticamente jamón del medio, y así me han durado 14 años, nunca se jodió nada”, expresó orgulloso.

Beto ha recorrido distintos puntos de la región como Casa de Piedra y Chimpay. “He viajado cargado para instalarme ya sea para pasar unos días y también he participado de bicicleteadas cuando llevan las cosas en un camión y vas más descargado”, contó.

El hombre de 71 años tiene cuatro hijos, nietos y bisnietos. Foto Andrés Maripe

Los amigos que motivaron su viaje al norte argentino


En julio de 2012 Beto comenzó su aventura para ir a visitar a unos amigos que vivían en el norte argentino. Su idea era poder reencontrarse con Peto Chuichui, un artesano de Salta (Villa del Sol), y Roque Maita, que vivía en Ledesma.

Maita trabajaba en el servicio penitenciario y juntos en 1984 habían emprendido un viaje hasta Ecuador.

En aquella travesía hicieron varias paradas en el norte argentino donde conoció a un artesano que le enseñó el oficio para que pudiera juntar dinero y seguir el viaje. Este maestro era Peto Chuichui con el cual nació también una gran amistad.

Los años pasaron y la nostalgia de aquellos recuerdos motivaron a Beto a animarse a emprender un viaje en triciclo para ir a visitarlos.

“Habían pasado más de 25 años, y se me ocurrió ir a visitarlos, y en ese tiempo no había Facebook, no tenía noticias de ellos”, contó.

Beto decidió dirigirse primero a la casa del amigo que estaba más cerca que era Peto en Salta y después ir a Ledesma a visitar a Maita.

El se cansó de pedalear con dos ruedas y fabricó su propio triciclo. Foto Andrés Maripe

La travesía que duró dos meses


Cuando tenía 59 años Beto emprendió su viaje en triciclo al norte argentino para visitar a sus amigos. Su primera parada fue en Cipolletti porque queria cortarse el pelo con un conocido. Después siguió la carrera parando cada 100 kilómetros o cinco horas.

En medio del recorrido se encontró con un camionero que lo orientó por una ruta con menos tráfico. Le pregunto primero si iba paseando o quería llegar cuando antes a su destino.  “Quiero ir directamente a Salta y cuando vuelva voy a mirar un poco”, le respondió.

El camionero le recomendó ir primero hasta Catriel, ingresar a La Pampa por un camino con menos tráfico.

Beto iba bien equipado en esta aventura de tres ruedas. “Iba con una computadora que marcaba el kilometraje, con sensor de presión, de altura y temperatura, sabía todo lo que iba pasando”, contó.

Además cuando le tocaba hacer noche armaba su carpa y dormía al costado de la ruta.

Primero fue a Salta a visitar a su amigo Peto Chuichui pero cuando llegó le dijeron que estaba en La Plata trabajando como artesano. Allí se dispuso a ir a ver a Roque Maita que antes vivía en Jujuy pero le comentaron que se había mudado a Santiago del Estero. Hasta allí fue con su triciclo sin embargo tampoco lo pudo encontrar.

“Estuve varios días en Santiago hablando con uno, buscándolo. Me daba una mano la gente porque me veían en el triciclo y que había venido tan lejos”, contó.

Sin embargo las anécdotas de su viaje son inolvidables. Muchas veces durmió en el desierto bajo su carpa.

La familia y el deporte


Además de su aventura en triciclo, Beto es un hombre con una gran familia. Tiene cuatro hijos, varios nietos y algunos bisnietos.

Su triciclo lo sigue usando en la región. “La posición ayuda mucho a las piernas gracias a este ejercicio no tengo varices”, comentó contento.

Actualmente está jubilado como metalúrgico y sigue confeccionando guitarras.


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