Después del incendio forestal en El Bolsón afloraron las morillas
Si bien este hongo comestible es esperable en primavera, hay más cantidad. La misma situación se dio tras el incendio que arrasó más de 700 hectáreas en el cerro Catedral en enero de 1996.
Poco después del incendio que arrasó más de 700 hectáreas en el cerro Catedral en enero de 1996, las morillas -unos hongos silvestres conocidos también como colmenillas- comenzaron a aflorar entre la ceniza y los árboles consumidos por el fuego. El mismo escenario se repite en la zona de Mallín Ahogado, a 15 kilómetros de El Bolsón, a solo ocho meses del incendio que destruyó 3.835 hectáreas de bosques. Allí el suelo está cubierto de morillas, tal como se espera en esta época aunque, en esta oportunidad, la cantidad es mayor.
El hongo crece como alternativa productiva
A diferencia del resto de los hongos que aparecen en otoño, la temporada de morillas arranca a mediados de septiembre y se extiende a fines de octubre. «Estamos en la época, pero este año se pueden ver muchas más. Y es algo esperable. Siempre que se incendian los bosques nativos de Nothofagus -que incluyen especies como el coigüe, la lenga, el roble, el raulí y el ñire-, se forman los ascomas (fructificaciones), estos sombreritos que junta la gente«, indicó la bióloga Nadia de la Rosa, profesora investigadora del Centro Regional Universitario Bariloche, la sede de la Universidad Nacional del Comahue en Bariloche.
Esta investigadora de la diversidad de hongos en la región comentó que, en la zona de El Bolsón donde avanzó el fuego el verano pasado, «la misma gente que debió desplazarse advirtió que sus campos hoy están llenos de morillas. Lo mismo pasó años atrás en la ladera del Catedral. Esto depende de que sea un bosque nativo, con cipreses o ñires».
Las morillas son comestibles y son sumamente valoradas en gastronomía por su sabor terroso y su forma característica de panal. Sin embargo, de la Rosa recomendó a la comunidad no coleccionar hongos en los bosques nativos. «Si queremos que esa región se recupere y vuelva a ser algo parecido a lo que era, debemos permitir que se desarrollen estos ciclos naturales de regeneración y en esto, los hongos cumplen un rol importante«, subrayó.

¿Por qué afloran los hongos tras los incendios?, se consultó. De la Rosa explicó que el calor del suelo induce el desarrollo del micelio del hongo (la parte vegetativa, la red de filamentos y similares a raíces que constituye el cuerpo de estos organismos).
«Los incendios en nuestros bosques son un evento natural. Están adaptados al igual que los microorganismos. Entonces, cuando ocurre un incendio van a proliferar microorganismos, hay semillas que van a germinar y los bosque se regeneran. Las morillas pertenecen a un grupo de hongos adaptados al fuego, por eso vuelven a salir incluso después de un evento», detalló.
La morilla tiene un sombrerito con forma de «colmenilla», cónico de color pardo, beige o marrón oscuro. Tiene un pie corto de color crema. Suele estar asociada a los bosques de cipreses y ñires, aunque se la puede encontrar en otros ambientes.
La especialista insistió en que todos los hongos cumplen un rol importante en el ecosistema: «Por eso, la sobrecolección altera ese equilibrio. Las morillas, a diferencia de otros hongos comestibles, salen en primavera lo que significa que su biología es particular aunque no se conoce del todo. Entonces, al extraerlas estamos interviniendo en un ciclo de vida que no conocemos«.
De la Rosa apeló al cuidado ciudadano. «Como es tan rica y cara, la gente va y la junta toda. Hay que empezar a cultivar otra actitud de cuidado, de respeto, maravillarnos por su presencia y dejarlos ahí», dijo.
Poco después del incendio que arrasó más de 700 hectáreas en el cerro Catedral en enero de 1996, las morillas -unos hongos silvestres conocidos también como colmenillas- comenzaron a aflorar entre la ceniza y los árboles consumidos por el fuego. El mismo escenario se repite en la zona de Mallín Ahogado, a 15 kilómetros de El Bolsón, a solo ocho meses del incendio que destruyó 3.835 hectáreas de bosques. Allí el suelo está cubierto de morillas, tal como se espera en esta época aunque, en esta oportunidad, la cantidad es mayor.
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