El desafío de desterrar tabués en torno a los hongos

Del 17 al 24 de abril Bariloche celebra la Semana del Hongo para visibilizar el reino fungi. Múltiples formas, texturas, propiedades y sabores que atraen, pero también generan miedos.

El mundo de los hongos genera tanta fascinación como miedos y tabúes. Dos investigadores emprendieron el desafío de desterrar la idea de que son tóxicos, mortales y que no hay que tocarlos.

“Así como tocamos una planta, con ese respeto, se puede tocar un hongo. A través de la educación tratamos de romper esos miedos. Muchas veces, se escucha a padres y abuelos decir: ‘No lo toques porque te va a hacer mal’. De esa forma, se transfiere un mensaje negativo sobre los hongos”, explicó Emanuel Grassi.

Cuando este joven empezó a estudiar ciencias biológicas, se vio tentado a incursionar en el tema de los hongos. “De repente, cuando comentaba a qué me dedicaba, me transmitían todo tipo de miedos. Por eso, con un colega, Gonzalo Romano, decidimos empezar a trabajar en la transferencia de conocimiento de lo que nos gustaba hacer”, comentó este doctor en Ciencias Biológicas.

Advirtió que “los padres son los primeros educadores, pero eso no quiere decir que sean los mejores. Transfieren muchos miedos. Está la presión social del ‘no lo toques´, pero a la vez, a la gente le fascina. Hablamos de colores raros y formas raras (algunas están relacionados a formas fálicas). Hay una especie de vergüenza, pero a la vez llaman la atención”. 

En un primer momento, los investigadores generaron un blog en el que publicaban información en formato de historias y nuevos descubrimientos. Poco después, se puso en marcha un grupo de Facebook llamado Café Micológico en el que la gente subía fotos de hongos y los investigadores aportaban información, interactuando con el público. El grupo fue creciendo, hoy cuenta con moderadores y es una referencia para los amantes del mundo fúngico.

En 2011, estos dos investigadores sintieron que la iniciativa podía ir mucho más allá y entonces, decidieron conformar la Fundación Hongos de Argentina para la Sustentabilidad. “Tiene como base y filosofía acercar a la gente al conocimiento científico, pero a la vez, sacar a los hongos del mundo científico. En ese momento, los hongos eran puestos en valor por gente que trabajaba en el tema y no por el público amateur. El interés de fondo era que todos pudieran conocer los hongos, a través de cursos, capacitaciones, cultivos y recolección”, indicó Grassi.

El investigador resaltó el rol de los hongos en el ecosistema, como uno de los principales degradadores de la materia orgánica. Pero, aclaró, que hay múltiples usos en el día a día y por lo general, no nos damos cuenta. “Te abrís una cerveza y tenés un hongo. Lo mismo con un vino. Comés una pizza y hay un hongo. Tomás un antibiótico y hay un hongo. Hay que rescatar eso: el mundo fungi ofrece mucho no solo al ambiente sino a nosotros”, resumió. 

La doctora en Biología Laura Lorenzo, integrante de la fundación, consideró que “siempre nos faltó a los académicos hacer más docencia, entre comillas, a nivel popular. Ahora, están descubriendo a los hongos con charlas, talleres y una vez que los descubren, no los para nadie porque se entusiasma”.

Debe haber 1.500.000 especies, de hongos, pero es un cálculo matemático relativo. Todos los organismos vivos deben tener un hongo parásito y en base a eso, se calcula un número”,

Laura Lorenzo, doctora en Biología e integrante de la Fundación Hongos.

El objetivo de los investigadores es instalar la temática fúngica, más allá de los hongos que se comen y los que no. Hoy el boom gira en torno a los hongos medicinales (adaptógenos) y al cultivo. Pero las líneas de trabajo respecto de las aplicaciones son varias.

“Podemos mencionar el uso de los hongos en la biotecnología, en la industria del vino y la cerveza. Hay usos culturales que se han dado a lo largo de historia, como los chamanes, o usos medicinales, como la penicilina. Hoy hay nuevos hongos, como la melena de león que ayuda a tener más atención y favorece la reproducción de células neuronales. También hay bioinsumos para el agro”, sostuvo Grassi.

En Mar del Plata, mencionó Lorenzo, una empresa emplea el cultivo de cientos de hongos para hacer materiales de embalaje, similar al cartón. “Es degradable. También hay estudios para la remediación de derrames de petróleo, por ejemplo”, dijo.

Grassi agregó: “Un miembro de la fundación en conjunto con la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad de Buenos Aires, empezó a desarrollar biomateriales (se desarrollan con una parte del hongo) para el diseño de lámparas, contenedores de vinos y hasta los telgopores que protegen, por ejemplo, a un televisor. Tienen la misma característica que un plástico, pero la vida útil es mucho más corta. Son varias líneas con las que trabajamos”.

El proyecto de la fundación abarca la realización de proyectos sociales en territorio para abordar la recolección de hongos ya sea por una necesidad de alimentación o de cultivo. Hasta ahora se ha trabajado en Misiones, en San Pedro, Santa Fé y Esquel.

La fundación dispone de contenido digital que se puede descargar de una página web. Desde una guía de identificación de hongos, guías de cultivos y documentos para docentes y estudiantes pequeños.

Proliferan los emprendimientos para cultivar hongos

Por lo general, la Fundación Hongos de Argentina para la Sustentabilidad propicia el cultivo de una especie de hongo conocida como gírgola. “Esa especie es de fácil cultivo y requiere pocos recursos económicos para producirla. La producción puede ser hogareña o servir para un pequeño emprendimiento. Se cultiva en todo el país, pero no hay un gran mercado comercial como uno esperaría. Con la corriente de vegetarianos y veganos hay una necesidad de incluir nuevos alimentos y aparecen de a poco en Argentina”, señaló Grassi.

El barilochense Eric Dambrauskas siempre estuvo abocado a la gastronomía. Un año antes de la pandemia comenzó a incursionar en el cultivo de hongos. “Gracias a una colega tuve acceso a un par de kilos de semilla micelada que se usa para la siembra de girgolas. A partir de esas pruebas y cultivos, empezó a expandirse este nuevo mundo como el mismo micelio (forma de crecimiento del hongo)”, indicó. 

Junto a su socio, Franco Larrine, transformaron un garage creando “Mykes” un cultivo y laboratorio de hongos en el oeste de la ciudad. “Tenemos distintos espacios adaptados para cada etapa del ciclo de los hongos: una zona de acopio de mercadería y elaboración de sustrato, un espacio de esterilizado, un laboratorio de siembra y una zona de fructificación (espacio donde controlamos la humedad, la temperatura y los ciclos de la luz)”, precisó.

“Mantenemos el cultivo de gírgolas y diferentes variedades  que crecen en sustratos a base de madera como el enoki, la melena de león o los eringiis. Estos tipos de hongos se venden a restaurantes y hoteles y son usados para la gastronomía”, agregó.


El 20 de abril es el día del micólogo y del fantástico reino de los hongos, en honor al nacimiento de uno de los grandes micólogos argentinos, Carlos Spegazzini.


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