El día que un conejo le ganó la batalla a un cura salesiano en Neuquén

Una escultura del artista Emilio Saraco logró imponer su nombre al primer jardín de infantes de Neuquén. Lo bautizaron Padre José María Brentana. Pero se conoce como “El Conejito”.

Una escultura sencilla, sin detalles extravagantes ni demasiadas pretensiones se convirtió hace ya más de 60 años, en todo un símbolo histórico de la ciudad de Neuquén, sin siquiera lo buscara su propio autor. Se trata de la figura de un conejo blanco de 1.50 por 1.20 metros, construido en bajo relieve, con cemento blanco que fue solicitado al reconocido artista plástico neuquino, Emilio Saraco, para adornar la fachada del primer jardín de infantes de la capital neuquina surgido del trabajo de una cooperativa.

El “adorno” que podría haber sido solo una manera “bonita” de decorar el ingreso de las infancias a su primer desafío escolar, fue con los años reemplazando el verdadero nombre del establecimiento de educación inicial.

El jardín, inaugurado en 1962, lleva el nombre del salesiano padre José María Brentana, quien fue conocido como “cura universal del Alto Valle”. Pero ni siquiera semejante distinción aseguraba por entonces, que en la esquina de diagonal Alvear e Irigoyen perdurara su nombre.

Después de la primera promoción de salita de cinco años, los niños. niñas, familias y comunidad toda comenzó a mencionar al lugar como “jardín Conejito” y así persiste hasta el día de hoy.

De hecho quienes finalizan sus estudios allí imprimen en sus remeras de egresados ese mismo nombre. Además, hay adultos que pasaron por sus aulas que al ser consultados por el jardín al que concurrieron, aseguran con contundencia: “El Conejito”. Una simple expresión artística “por encargo” se convirtió en mucho más que eso” . Hoy, es patrimonio histórico de la ciudad.