Expertos advierten que la desigualdad alimenta las pandemias y exigen acciones: «De no hacerlo, las consecuencias serían devastadoras»
El informe del Consejo Mundial sobre Desigualdad, SIDA y Pandemias llama a los líderes del G20 a actuar ahora. Advierten que sin equidad no habrá seguridad sanitaria.
Una investigación del Consejo Mundial sobre Desigualdad, SIDA y Pandemias, creado por ONUSIDA, advierte que las desigualdades sociales y económicas agravan las pandemias, las hacen más largas y mortales, y a la vez estas refuerzan las desigualdades. Titulado “Romper el ciclo desigualdad-pandemia: construir una verdadera seguridad sanitaria en una era global”, el informe propone políticas concretas para romper ese ciclo y fortalecer la seguridad sanitaria mundial.
En un diagnóstico global sin precedentes, un nuevo informe del Consejo Mundial sobre Desigualdad, SIDA y Pandemias, convocado por ONUSIDA, revela que los altos niveles de desigualdad son un factor determinante en la expansión y persistencia de las pandemias.
Tras dos años de investigación y reuniones internacionales, los expertos demostraron que las brechas sociales y económicas no solo favorecen la aparición de brotes, sino que también socavan las respuestas sanitarias nacionales y globales, haciéndolas más costosas, lentas y menos efectivas.
El informe también demuestra que las pandemias, desde el VIH/SIDA hasta la COVID-19, el ébola o la gripe, alimentan un círculo vicioso que amenaza con repetirse si no se modifican las estructuras económicas y sociales de base.
La evidencia reunida por el Consejo indica que las respuestas a las pandemias que consideran la desigualdad, junto con medidas adoptadas antes de que estas se presenten, pueden proteger al mundo con mayor eficacia que los actuales planes de preparación. El informe analiza los determinantes sociales de las pandemias, vincula las causas estructurales con las comunidades y la gobernanza multisectorial, y propone recomendaciones concretas en materia de política económica, acceso a medicamentos y producción regional de tecnologías sanitarias.
La presentación del informe fue presidido por el Premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz, la ex primera dama de Namibia Monica Geingos y el epidemiólogo Sir Michael Marmot y fue convocado por ONUSIDA para repensar el concepto de “seguridad sanitaria” y ofrecer un marco de acción integral. La información fue comunicada previo al encuentro de ministros en el G20 y en medio de nuevos brotes internacionales de gripe aviar y Mpox, y mientras los reguladores de medicamentos aprueban innovadoras terapias para la prevención del VIH.
Ciclo desigualdad-pandemia
El “ciclo desigualdad-pandemia” descrito en el informe muestra una relación directa y autorreforzante: la desigualdad impulsa las pandemias y las pandemias profundizan la desigualdad, haciendo que las crisis futuras sean más probables, más letales y más perjudiciales para la economía global.
El Consejo documentó que los países más desiguales experimentaron mayor mortalidad por COVID-19, tasas más altas de infección por VIH y mayores dificultades para aplicar respuestas efectivas. En ciudades africanas, por ejemplo, las personas que vivían en barrios marginales tenían una prevalencia de VIH mucho mayor que quienes residían en zonas no precarias, reflejo de desigualdades multidimensionales con riqueza, educación, empleo, vivienda, que determinan la vulnerabilidad sanitaria.
A escala internacional, explicaron que las desigualdades entre países globalizan la vulnerabilidad: mientras algunas naciones pueden responder a los brotes, otras carecen de los medios económicos para hacerlo. Durante la pandemia de COVID-19, los países de altos ingresos gastaron cuatro veces más que los de bajos ingresos para enfrentar la emergencia. Esto resultó en una respuesta desigual y en el surgimiento de variantes y cepas resistentes debido a la falta de acceso equitativo a medicamentos y vacunas.
El informe también revela que la pandemia de COVID-19 empujó a 165 millones de personas a la pobreza, mientras que los más ricos del mundo aumentaron su riqueza en más del 25%.
Las desigualdades de género, raza, orientación sexual y condición socioeconómica se profundizaron. Las mujeres, los trabajadores informales y los grupos étnicos minoritarios fueron los más afectados por la pérdida de empleo e ingresos.
Acciones para solucionarlo
Según el informe, existen pruebas claras de que este ciclo puede interrumpirse. «Se necesita un nuevo enfoque de seguridad sanitaria capaz de interrumpir este ciclo mediante acciones prácticas y viables sobre los determinantes sociales y económicos de las pandemias, tanto a nivel nacional como mundial».
El informe propone un nuevo enfoque de seguridad sanitaria, que interrumpa el ciclo desigualdad-pandemia a través de acciones concretas. La primera es eliminar las barreras financieras globales. «Se recomienda una moratoria urgente del pago de deuda hasta 2030 para los países más vulnerables, junto con nuevos mecanismos de financiación de emergencia y emisión automática de Derechos Especiales de Giro del FMI». Además, insta a las instituciones financieras internacionales a abandonar los enfoques de austeridad y permitir el margen fiscal necesario para invertir en salud y equidad.
Otro punto es invertir en los determinantes sociales de las pandemias. «Mejorar la educación, la vivienda, el empleo y la protección social es esencial para reducir la vulnerabilidad sanitaria. Durante las crisis, los sistemas de protección social deben estar listos para reforzarse y proteger a los grupos más expuestos, como parte de una respuesta multisectorial que trascienda el ámbito médico».
Impulsar la producción regional y el acceso equitativo a la tecnología también es una de las acciones recomendadas. El informe propone financiar la producción local de medicamentos y vacunas y eximir automáticamente las normas de propiedad intelectual sobre tecnologías sanitarias cuando se declare una pandemia. Las tecnologías contra pandemias deben considerarse bienes públicos globales, con modelos de investigación y desarrollo sostenibles y colaborativos.
Por último, fortalecer la respuesta comunitaria y la gobernanza multisectorial. «Durante y fuera de las crisis, es fundamental incluir a las organizaciones comunitarias en la planificación, implementación y evaluación de las políticas sanitarias». Aseguran que estas redes locales permiten llegar a quienes quedan fuera de los sistemas públicos y privados. Además, se propone crear estructuras de gobernanza que integren a distintos ministerios, sectores científicos y grupos sociales.
El Consejo utilizará las conclusiones del informe para orientar su colaboración con el G20, con las instituciones financieras internacionales y con los líderes del sector sanitario.
«El mundo necesita un enfoque de prevención, preparación y respuesta ante pandemias capaz de interrumpir el ciclo de desigualdad y pandemia. De no hacerlo, las consecuencias serían devastadoras. Se pueden tomar medidas concretas para abordar la desigualdad, proteger al mundo de la próxima crisis sanitaria mundial y contribuir a poner fin de forma definitiva a las actuales».
Una investigación del Consejo Mundial sobre Desigualdad, SIDA y Pandemias, creado por ONUSIDA, advierte que las desigualdades sociales y económicas agravan las pandemias, las hacen más largas y mortales, y a la vez estas refuerzan las desigualdades. Titulado “Romper el ciclo desigualdad-pandemia: construir una verdadera seguridad sanitaria en una era global”, el informe propone políticas concretas para romper ese ciclo y fortalecer la seguridad sanitaria mundial.
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