“La jefa de la nieve”: Martina y el orgullo de reconstruir la escuela incendiada de Caviahue
La arquitecta neuquina Martina Lasala lidera el trabajo para edificar el jardín de infantes y la primaria que las llamas arrasaron un año atrás en el pueblo de la Patagonia. Una obra a pura mística: ahí estudiaron la mayoría de los veinticinco obreros y ahora sus hijos esperan que reabra.

El miércoles 16 de abril entró por primera vez a lo que había quedado en pie de la única escuela de Caviahue, destruida por las llamas el domingo 23 de junio del 2024. Allí, a 360 km de Neuquén capital en la frontera con Chile, avanzó a paso lento entre los escombros, el hollín, las pequeñas sillas, los libros y los juguetes chamuscados esparcidos en el piso ennegrecido a cielo abierto. A los costados, restos de paredes sin el techo consumido por el fuego. Había dejado con la niñera a Salvador, su hijo de un año y medio, y la estremeció ese panorama desolador, pero también la sensación de que no había tiempo que perder.



Era imprescindible empezar con la reconstrucción antes de que la nieve y el frío paralizaran las actividades en ese paraíso de la Patagonia 1059 habitantes según el Censo 2022, elegido para las campañas preantárticas de los militares que se aclimatan a las condiciones extremas que luego encontrarán en el continente blanco. Para Martina Lasala, arquitecta neuquina de 35 años recibida en la Universidad de La Plata, había algo más allí: ser parte del equipo que encararía esas obras en la cordillera daba orgullo, era un privilegio. “Es la única escuela del pueblo, es obra pública”, dice.

“La jefa de la nieve”
Mauro Gutiérrez, el chico criado en Sapere, el egresado de la ENET N°1 de Neuquén (le dice la gloriosa), aquel ayudante de albañil en el 2002 que supo abrirse paso para ser hoy el dueño de la pyme neuquina Balmes elegida para la reconstrucción, la llama la jefa de la nieve.

Entre otros motivos, por la planificación de un trabajo de esa envergadura, con un presupuesto de 4.000 millones de pesos para una obra de 1545 metros cuadrados cubiertos: 1174 para la primaria y 371 para el jardín de infantes. También por su tono sereno pero firme para charlar en la recorrida: con el capataz, los técnicos, los obreros.
Dos mujeres y 25 hombres
Son 25 hombres y dos mujeres: Jorgelina, la técnica en seguridad e higiene, y ella. Apenas empieza a nevar, Jorgelina los manda a todos para adentro, aunque siempre le piden que los deje trabajar un poco más afuera, abrigados como en la Antártida.

Adentro es entre las paredes que resistieron el fuego y las nuevas, bajo el 70% del techo que ya lograron instalar, entre los cañones que calefaccionan los materiales para que no se congelen. Es imprescindible el stock: si la nieve corta los caminos y los sorprende sin cemento, sin arena, sin hierro, sin chapas, sin todo lo que necesitan, se quedarían de brazos cruzados hasta que despeje. Y nadie quiere eso.
El principal aliado es el pronóstico del tiempo

No importa si es miércoles o domingo. Lo que importa es que la temperatura bajo cero y la nieve los deje avanzar. Cuando se abre una buena ventana hay que aprovecharla al máximo y trabajar todo lo que se pueda aunque sea después del turno y el personal cobre horas extras. Mauro y Martina, maradonianos los dos, le pidieron a D10S, con perdón de la industria turística, que estirara un poco el clima seco para que pudieran seguir. “Y nos cumplió, el Diego siempre cumple”, se ríe él. El compromiso es entregar la escuela el próximo 28 de febrero y fallar no es una opción, aunque con la nieve haya que interrumpir la tarea.
“Vamos que llegan”
La mística en la obra no es un milagro del Diez, es pertenencia. Ya en los primeros días Martina se sorprendió cuando los trabajadores terminaron en 25 días la remoción de escombros y la limpieza, una tarea compleja, pesada, que empezó a mano y carretilla con borcegos y guantes rotos y cambiados cada tres días y terminó con una minicargadora: habían estimado que tardaría dos meses. Por eso pudieron empezar antes a levantar nuevas columnas y paredes, a revocar, a montar el nuevo techo. Gracias a ese esfuerzo, la obra presenta un nivel de avance del 40%, superior al previsto a esta altura. Parte del personal proviene del programa provincial Emplea Neuquén: se capacitaron para asumir este desafío y saldrán de aquí con más herramientas para continuar con sus oficios. «El compromiso es tremendo, tenemos un equipazo», dice Mauro entusiasmado.

Después, en la ronda del mate o en el asadito de obra, que en esta tierra de crianceros es un delicioso chivito, algunos le contaron que fueron parte de los bomberos voluntarios que le pelearon al fuego, otros que habían estudiado en esa escuela, otros que además ahora van sus hijos, de momento al hotel readaptado para las clases a la espera de que reabra la escuela. “Ese sentido de pertenencia emociona”, dice Martina.

Sienten el aliento en las calles, en el hotel, en el restaurante, la alegría de verlos trabajar un domingo. Del intendente al mozo, del empleado público a la cocinera de la hostería que también trabaja en la escuela y pregunta si la bacha de la nueva escuela puede ser un poco más grande para lavar más y mejor. “Vamos que llegan”, es la frase que más escuchan y el objetivo en común que la entreguen lista para funcionar el 28 de febrero del 2026.
Preservar la identidad

Martina explica que el proyecto de la Dirección Provincial de Arquitectura apunta a conservar con chapa y piedra la identidad exterior de la escuela pero cambia la funcionalidad interior. Mejora los accesos, que se llenaban de nieve, la ubicación y orientación. Incluye más salidas de emergencia, mejora también la ubicación de la cocina, los sanitarios y las aulas. Y agrega que fue como armar un rompecabezas extraer a mano, conservar y acopiar las piedras de las paredes a demoler. Otras que se cayeron, fueron soldadas y recuperadas, como aquellas que dos metros de nieve cada año levantaron con el tiempo y las que quedaron manchadas de hollín. En las paredes nuevas y en los sectores a reemplazar se usará piedra andesita piroxénica.
Un detalle clave es que el antiguo sistema de calefacción de inyección de aire caliente (el fuego se generó al estar tapada por la nieve la salida de gases) será reemplazado por el de pisos radiantes con circulación de agua caliente ideal para la cordillera: es más eficiente y consume menos gas.
Un cambio social

¿Cuánto influye la cuestión de género en la profesión? A los 24, cuando empezó a recorrer obras recién recibida, Martina percibió que le tocaba empezar un peldaño abajo que los varones. Percibió también que de la teoría de la Universidad a la realidad de la construcción había un mundo. Se dispuso entonces a estar abierta para aprender en la calle y a preparar y repasar cada reunión al máximo: qué decir, cómo decirlo. Once años después, siente que algo profundo cambió en la sociedad, que hay muchos menos desubicados y que si aparece alguno, son muchos más los que salen a ponerlo en su lugar. Aprendió además a encontrar el tono, a exigir según con quién hable: de dónde viene, qué tiene para dar. Ahora lo que repasa la jefa de la nieve son los planos antes de salir de recorrida.
El compromiso es entregar la escuela el 28 de febrero del 2026
El objetivo es entregar la escuela el 28 de febrero del 2026, de cara a un nuevo ciclo escolar. Por estos días, por la nieve acumulada trabajan bajo techo mientras se pueda. Esperan que luego de los meses más fríos se derrita el manto blanco y poder encarar la recta final de la obra para llegar a tiempo al comienzo de las clases. En base al proyecto de la Dirección Provincial de Arquitectura, la Fiduciaria Neuquina licitó y contrató a la empresa neuquina Codam SA y el subcontrato de ejecución total fue para la pyme Balmes SRL. La obra, presupuestada en 4.000 millones de pesos, contempla 1545 metros cuadrados cubiertos: 1174 para la primaria y 371 para el jardín de infantes. El compromiso es entregar la escuela el 28 de febrero. Mauro Gutiérrez agradeció a Alfredo Maffei, titular de Codam, el apoyo y la confianza al elegir a la pyme Belmes.
La bandera que apareció intacta bajo los escombros

Durante las primeras tareas de limpieza, hubo un momento emocionante cuando encontraron bajo los escombros, sucia pero intacta, una bandera argentina. Desde entonces preside el lugar donde se reúne el equipo a planificar lo que sigue. “Fue increíble porque estaba todo quemado alrededor, pero la bandera, se salvó. Tenerla ahora ahí, verla, es como un empujón cada día. Esperamos dársela a quien corresponda el día que entreguemos la escuela”, dice Mauro Gutiérrez, de la pyme Balmes e integrante de la Cátedra libre Islas Malvinas de la Universidad Nacional del Comahue.

El miércoles 16 de abril entró por primera vez a lo que había quedado en pie de la única escuela de Caviahue, destruida por las llamas el domingo 23 de junio del 2024. Allí, a 360 km de Neuquén capital en la frontera con Chile, avanzó a paso lento entre los escombros, el hollín, las pequeñas sillas, los libros y los juguetes chamuscados esparcidos en el piso ennegrecido a cielo abierto. A los costados, restos de paredes sin el techo consumido por el fuego. Había dejado con la niñera a Salvador, su hijo de un año y medio, y la estremeció ese panorama desolador, pero también la sensación de que no había tiempo que perder.
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