Hay historia debajo de las represas del río Limay: buscan recuperar restos arqueológicos en Neuquén
Surgieron de excavaciones anteriores la construcción de los embalses, que permitieron confirmar la presencia de pobladores hace 10.000 años. Un arqueólogo de Neuquén lidera un proyecto para devolver las piezas al Museo de Piedra del Águila.
Debajo de las gigantescas represas del río Limay, hay un pasado remoto. Hace 10.000 años habitaron pueblos de cazadores recolectores que dejaron huellas. Su historia, sus modos de vida, su identidad, aún intentan ser descifrados en un trabajo de investigación inagotable que persiste hace años.
Miles de piezas arqueológicas de todos los tamaños y formas fueron recolectadas en la década del 70 en esos sitios, por parte de arqueólogos que llegaron en expedición desde Buenos Aires por pedido de la ex Hidronor, antes de la construcción de las obras hidroeléctricas y de que todo quede bajo agua.
Son milimétricas astillas de hueso, puntas de flechas, cuchillos de piedra, restos de ollas de cerámica: pequeños desperdicios de actividad humana que cuentan historias. Hay materia orgánica e inorgánica que habla sobre sus modos de vida.

“Son materiales que fueron quedando en sitios arqueológicos por la ocupación del valle del río Limay por parte de cazadores recolectores, que vivieron desde hace 10.000 años”, contó Juan Mariñansky, arqueólogo en la subsecretaría de Cultura de Neuquén quien integra el área de Patrimonio Cultural.
Profesionales de lo que actualmente es el Instituto de Arqueología de la Universidad de Buenos Aires llevaron adelante las excavaciones y los primeros trabajos de investigación antes de que todo quedara inundado por los embalses, hace más de cincuenta años.
“Es muy difícil poder establecer qué pueblos eran y cómo se autodenominaban”, dijo el profesional consultado por Diario RÍO NEGRO. Además, se hallaron restos más recientes de poblaciones de los últimos 1.000 o 500 años que se pueden asociar con los pueblos originarios que habitaban la zona al momento de las campañas militares.
Hoy, desde el área de Patrimonio Cultural de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Neuquén en conjunto con el Museo Arqueológico de Piedra del Águila, trabajan para recuperar esas colecciones, ponerlas en valor y darles significado en el presente.

El proyecto -que está en etapa inicial- se enfoca en centralizar en Neuquén esas piezas arqueológicas que quedaron dispersas en centros de investigación del país, para hacer su registro formal y su resguardo definitivo en el Museo Arqueológico de Piedra del Águila.
Todas esas piezas arqueológicas ya han generado resultados, se han escrito libros y artículos de investigación. “Ahora, lo que nos toca a nosotros es tener todo ese material registrado de forma definitiva y resguardado”, comentó el arqueólogo nacido en San Martín de los Andes.
Algunas de estas colecciones fueron devueltas, otras por distintas razones están dispersas. Ya hay una parte que está siendo exhibida en el Museo de Piedra del Águila.
“Es un proceso lento que implica hacer un registro minucioso de las colecciones, documentar, inventariar el material, hacer una especie de catálogo”, precisó el arqueólogo, en un intento de redimensionar todo el patrimonio.
El máximo esfuerzo ahora, radica en dejar asentado ese registro, un documento con la descripción de cada pieza o lote, normalmente acompañado con fotos y una descripción técnica. “La exhibición y la exposición es una de las funciones que tiene un museo, pero también son instituciones que se ocupan de resguardar esos materiales y conservarlos, llevar adelante un registro”, enfatizó.
Clave para reconstruir la historia de Neuquén
No importa el tamaño ni el peso de esas piezas, sino el valor intrínseco que da pistas sobre la identidad y el territorio neuquino. Cada uno de esos materiales habla sobre lo que pasó en estos territorios.
Para la Patagonia Norte, contar con estas piezas es poder reconstruir la historia. “Nos da una perspectiva. La presencia humana en estos territorios, es mucho más larga y mucho más diversa, mucho más compleja de la que nosotros aprendemos en la escuela”, apuntó. Por otro lado, dijo que: “Implica una relación con estos paisajes y lugares que también es de una gran profundidad temporal”.

Juan Mariñansky nació en Neuquén pero se fue a estudiar la carrera de Arqueología a Buenos Aires. Hace siete años regresó a su provincia natal y vive por y para la conservación del patrimonio cultural, la investigación y la difusión de estos estudios. Su trabajo del presente también permite generar futuros proyectos de investigación y difusión.
La misión desde el Museo de Piedra del Águila
“Las piezas arqueológicas que estamos recuperando de a poco se encuentran en dependencias de otras localidades en las que estuvieron varios años debido a trabajos de investigación. Nuestro objetivo de la iniciativa es realizar el registro, y restaurar definitivamente los materiales al museo”, dijo Bruno Ibañez, director de Cultura de Piedra del Águila.
Recuperar las piezas arqueológicas para el museo es devolver al museo lo que se ha perdido, deteriorado, o que se encuentra fuera de su lugar original, contribuyendo así a la preservación del patrimonio cultural local.
“Otro de los propósitos es fortalecer la identidad cultural local, mejorar la experiencia educativa y turística. Garantizar la preservación del patrimonio cultural y ofrecer una narrativa histórica coherente, y accesible al visitante”, cerró Ibañez.
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