Se reencontraron por casualidad luego de 57 años: la historia de las hermanas Hilda, María y Elsa

Lo que les pasó une a Roca, Lamarque, Choele Choel y el sur rionegrino. Hoy se mantienen en contacto constantemente y buscan estar cerca y acompañarse.

Pasaron 57 años. Durante ese tiempo Hilda, María y Elsa perdieron contacto. Hace tan solo días “las vueltas de la vida” las volvió a unir y pudieron volver a reencontrarse en la ciudad de Roca luego de un largo tiempo de separación.

Las mujeres provienen de una familia humilde que años atrás vivía en un paraje de la Región Sur. Eran 15 hermanos, hasta que un día pasó por su casa una señora que pedía a alguien que pudiese trabajar de empleada. Elsa tenía tan solo 13 años, pero sin dudar decidió tomarlo.  Con el paso del tiempo debido a la distancia y la falta de recursos de comunicación perdieron contacto.

Sandra Maliqueo contó en una entrevista realizada por RADIO RÍO NEGRO que el día del festejo del cumpleaños de su hijo Oliver recibieron a unos amigos en Lamarque. Irma era una de ellas. La mujer  cada vez que iba a ver a Sandra observaba que Elsa, su mamá, que vive en Choele Choel tenía un gran parecido con una señora de Roca.

Allí en medio del festejo encontrarse y charlar. Por medio de mensajes pudieron confirmarlo: su mamá se llamaba Matilde y coincidía con la de María (la otra señora) luego dijeron el nombre de su papá, Eufenio y se dieron cuenta que ambas eran hermanas. Así en medio de la coincidencia sus caminos se volvieron a unir.

Ambas familias estallaron de alegría al saber que estaban más cerca de lo que pensaban. 

Sin dudarlo se comunicaron. El hecho fue tan emocionante que desde la Municipalidad de Lamarque les enviaron un taxi para que Elsa pudiera reencontrarse con sus hermanas en Roca. 


El reencuentro


En un salón se volvieron a encontrar las tres hermanas junto sus parejas, primos, sobrinos e hijos y los de otras hermanas que hoy no están. Además de Daniel e Irma que fueron quienes se dieron cuenta de ese vínculo.

Así comenzaron nuevamente a reconstruir su árbol genealógico. 

María (65), una de las hermanas mayores, contó que no sabían si Elsa estaba viva o muerta. “Ni siquiera mi mamá sabía. Fue como si la tierra se la hubiera tragado de un día para otro. Ver que estaba sana fue un gran alivio”, expresó la mujer.

“Cuando la ví por primera vez me puse muy feliz. Ahora me siento bien. Fue una gran sorpresa. Yo no lo podía creer”, indicó y agregó que cuando Elsa se fue a otra ciudad a trabajar ella era muy pequeña por lo que fue criada por sus otras hermanas.

Su familia era muy humilde por lo que todas debieron trabajar desde muy pequeñas. “Yo comencé a los 16”, indicó María y agregó “éramos una familia muy grande”.

Ahora las mujeres se mantienen en contacto constantemente. “Nos llamamos todo el tiempo y hablamos durante horas porque cada una armó su propia familia”, contó la mujer. 

Planean encontrarse dentro de pocos días. “Estamos arreglando si ella viene o yo voy para allá a visitarla”.

Elbio, el hijo de María, contó que fue una “enorme” alegría poder conocer a su tía. Junto a Hilda hablaban de sus tíos y nombraban a Dominga Elsa, pero no sabían dónde estaba. “Ellas vivían muy alejadas de todo, con una vida de campo muy dura y luego de haberse venido de tan chica con mi tía Hilda pudo hacer su vida y es increíble”, señaló y agregó “ el día que se volvieron a ver se dieron un abrazo interminable”.

Elsa (71) contó que cuando la señora les preguntó si alguna quería trabajar las mayores no quisieron. “Yo era corajuda y decidí ir”, expresó.

Una vez en Roca le dieron su propia pieza y baño. Allí trabajó por varios años, pero nunca dejó de extrañar a su familia. “Lloraba todas las noches. Extrañaba mi casa y el lugar donde jugaba”, señaló.

De a poco comenzó a aceptar su nuevo camino. “Fue un cambio rotundo, ya no tenía una vida de campo y tuve que aprender a trabajar porque no sabía limpiar”, dijo. 

El día que se enteró que había encontrado a sus hermanas se quedó sin palabras. “No podía decir nada. Me quedé muda”.

“Fui a conocer a toda la familia a Roca. Me recibieron mis sobrinos, sus hijos y mis hermanas. Todos me abrazaban, me besaban. Me decían tía. Fueron muy amorosos. No sé cómo aguanté tanto tiempo sin ellas”, indicó.

“Nos abrazamos y lloramos entre las tres. Para mí fue un momento lindo y también triste. Ahí me enteré que mis padres habían muerto y cinco hermanos, pero ahora siento que tengo una nueva vida. Estoy recuperando todo lo que perdí. Ahora me siento mejor”.

Ese día las familias se sentaron en una gran mesa y charlaron durante horas hasta la madrugada, recordando historias, entre risas y lágrimas.

A pesar del tiempo y la distancia, el lazo de hermandad entre María, Elsa e Hilda no se rompió.
A verse la tristeza se convirtió en alegría y su reencuentro fue la prueba de que el amor es más fuerte y perdura aunque pasen los años.

Escuchá a Sandra Ponce Maliqueo, en «Ya es tiempo» por RÍO NEGRO RADIO:

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