Solidaridad no falta, leña sí

Ana Curilén escuchó el ruido de camionetas y se ilusionó. “Me puse contenta, pensé que me traían la leña”, dice, entre la decepción y el pudor por el rapto de sinceridad, cuando llegan Alfredo Pérez y un grupo solidario de La Angostura que trae ropa, abrigo y víveres para distribuir en el paraje. Pese a que no era leña, Ana igual regala un gracias y una sonrisa amplia cuando le encuentran un par de zapatos que le andan. En el tacho arrimado a la cocina hogar le quedan unas pocas ramas que a lo sumo alcanzarán para dos horas de calefacción. Ana está ciega y vive con su esposo Fermín Manquelef, también de unos 80 años, que está perdiendo la vista. Cuenta que de 200 chivos que tenían antes de la erupción, le quedaron 20. “Este año que estamos más pobres que nunca no nos traen leña. Las chivas son pocas, si las carneamos nos terminamos todo. No sé qué vamos hacer”, dice. Para soportar los más de 15 grados bajo cero que suelen registrarse en esta época, queman lo que sea: desde la basura hasta ropa usada y vieja. Oscar Díaz, padre de 9 hijos y abuelo de una pequeña nieta de meses, recorre kilómetros para conseguir algo para quemar en el hogar. “Este año vino menos leña que otros. Ya no me queda nada y ahora son los peores fríos. Ando una legua y media por día para traer algo de michay o mataperros, que no es leña que dure mucho. La traigo al hombro”, cuenta.


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