Una joven ballena permanecía encallada en Caleta de los Loros

Las expectativas de salvarla eran escasas ya que, aunque la marea había subido dos veces, el animal no tuvo energías para salir por sus propios medios.

Una ballena franca austral quedó varada el viernes en Caleta de los Loros y fueron intensos los trabajos para tratar de mantenerla hidratada mientras crecía la marea y recuperaba flotabilidad. La pleamar estaba prevista para las 18 de ayer y hasta el cierre de esta edición no se conocía si el operativo tuvo resultados positivos.

Las expectativas ayer eran escasas, debido a que habían ocurrido previamente otras dos pleamares y el ejemplar hembra de unos 12 metros no había demostrado actitud y energía para nadar en procura de su supervivencia.

Los biólogos que participaron en la primera jornada en la asistencia al cetáceo, coincidieron en que podría estar muy estresada y agotada por la situación o podría estar cursando alguna patología que le impedía tener vigor para regresar a la parte profunda del golfo San Matías.

El investigador del Conicet y del Instituto Storni de San Antonio Oeste, Raúl González, encabezó el equipo que trabajó el viernes en el lugar, junto a los científicos Magdalena Arias, Guillermo Svendsen, el técnico Sandro Acosta y el delegado de la Secretaría de Ambiente en San Antonio Oeste, Rubén Campetella.

“Pudo haber caído en una trampa natural, ya que en el este de la caleta disminuye la profundidad repentinamente cuando baja la marea y no alcanzó a salir”, expresó. No obstante, González se mostró sorprendido ya que, a diferencia de otros casos de los más de media docena de varamientos de los que participó, el animal “mostraba comportamientos, como de rotar el cuerpo, demostraba poca energía y cuando subió la marea tuvo agua suficiente para nadar y no lo hizo”.

El biólogo dijo que tomaron medidas y algunos datos de rigor a la espera de la pleamar y aclaró que pudieron notar que por las características del fondo se hacía imposible el ingreso de máquinas que cavaran alguna “canaleta” por la cual la ballena pudiera regresar al agua.

“No manifestó tener actitud de escape, todos los varamientos que vi en los últimos 20 años, cuando les llega el agua empiezan a moverse, pero en este caso, apenas intentó salir del lugar”, dijo González.

Se trata de una hembra subadulta, no preñada de las primeras que en esta época del año arriban a la costa norte del golfo.

En total, lo hacen anualmente unos 300 o 400 ejemplares de ballena franca austral, cuya población ha crecido en las últimas décadas a un ritmo del 6 o 7 por ciento anual, por lo que han recuperado los sitios que habitaron históricamente antes de ser objeto de la caza que las llevo casi la extinción.

En este caso, el ejemplar fue visto por un ex guardafauna que habita en Pozo Salado, a pocos metros de la caleta quien dio aviso a sus ex compañeros que rápidamente informaron a las autoridades.

“Lo único que se puede hacer es echarle agua y que se recupere sola, porque (empujarla o atarla) sólo le provocaría daños”.

Raúl González, biólogo e investigador en el Instituto de Biología Marina

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“Lo único que se puede hacer es echarle agua y que se recupere sola, porque (empujarla o atarla) sólo le provocaría daños”.

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