Al este de Siberia, en Rusia, existe un pequeño pueblo que transita temperaturas medias anuales de -62 grados centígrados. Hace tanto frío, que todo lo que está expuesto a la intemperie se congela en tan sólo unos minutos. Sin embargo, los habitantes de este lugar consiguieron sobrellevar el frío para tener una vida normal a pesar de las bajas temperaturas.