Tras el fracaso de la represión, buscan restablecer los planes

El consejo consultivo de la municipalidad estudia presentar un amparo judicial. La multitrocha a Centenario continuaba anoche cortada en Ciudad Industrial.

La ruta 7 sigue cortada. Ayer los manifestantes regresaron a los piquetes y la gente se trasladó a pie desde el centro de la ciudad al barrio Ciudad Industrial.
NEUQUEN (AN).- La municipalidad de Neuquén acudirá hoy a la Justicia con un recurso de amparo para recuperar los subsidios caídos del programa Jefes y Jefas de Hogar que derivaron, primero en una protesta en Ciudad Industrial, y luego en una violenta represión policial que culminó ayer a la madrugada.

Marcelo Inaudi, secretario de Gobierno de la municipalidad, informó anoche que hoy el consejo consultivo que administra los planes presentará en la Justicia Federal el aludido recurso.

El gobierno provincial no participa de este plan que se financia con fondos de Nación. No obstante, el ministro de Gobierno, Jorge Gorosito, en declaraciones a medios radiales, criticó al gobierno de Eduardo Duhalde e informó que la provincia analizará la alternativa de incorporar en sus propios planes a las personas que perdieron el beneficio.

Durante toda la jornada la oficina de prensa del ministro político anunció que habría información oficial, pero finalmente, Gorosito sólo dio entrevistas parciales a algunos medios.

Dirigentes de los organismos defensores de los derechos humanos cuestionaron el accionar policial y dijeron que la represión había sido indiscriminada sobre gente indefensa.

La tensión a la madrugada de ayer aflojó cuando llegaron grupos de dirigentes de distintos sectores a intermediar en el conflicto. El fiscal Cabral destacó esa mediación.

A la medianoche del martes llegaron al barrio representantes de organismos defensores de los derechos humanos, de gremios estatales, docentes, judiciales y ceramistas. Ni bien arribaron en caravana de automóviles, pautaron con el jefe policial, el comisario inspector Oscar Bellani, un cese de hostilidades.

El intendente Quiroga mantuvo ayer una comunicación telefónica con la ministro de Trabajo de Nación, Graciela Camaño. El jefe comunal admitió que su intervención no dio resultado.

Neuquén perdió 2.500 planes Jefes y Jefas de Hogar. Del total 150 viven en Ciudad Industrial.

Las variantes que manejan tanto el gobierno de la provincia como el de la comuna es una salida política ante el fracaso del uso de la fuerza.

Las balas de goma, los gases lacrimógenos, las corridas y los heridos no dieron ningún resultado: grupos de jóvenes, tras mantener un prolongado enfrentamiento con las policía, volvieron ayer a la mañana a cortar la ruta 7 y mantenían la medida al cierre de esta edición.

Los desocupados que el martes realizaron una protesta en el centro y en la ruta fueron desalojados por la policía. Los enfrentamientos se produjeron hasta la madrugada de ayer.

El corte de ruta provocó ayer problemas para trasladarse desde Neuquén hacia Centenario. Muchos vecinos caminaron para poder llegar a Ciudad Industrial y los automovilistas debieron cruzar a Río Negro por Cinco Saltos, para llegar a Centenario.

El fiscal que ordenó la represión, Alejandro Cabral, reconoció que no tuvo en cuenta la mala relación que tienen los vecinos con los uniformados (ver aparte). Anoche en el piquete había unos cien jóvenes.

Entre los vecinos hay heridos de balas de goma, un joven que está a punto de perder la vista de un ojo y niños y adultos con afecciones respiratorias.

En el hospital Castro Rendón se atendió a un policía y a once vecinos, informaron autoridades del nosocomio.

La mayoría de los casos presentaban cuadros de asfixia. La policía informó que fueron seis los lesionados en sus filas. Los heridos más graves fueron tres, dos con armas de fuego y el restante recibió un piedrazo en la cara y se encuentra grave.

La policía informó que sus efectivos sufrieron hematomas, escoriaciones, heridas cortantes en el cuero cabelludo, traumatismo ocular y cortes en los pómulos. Los heridos de bala recibieron los impactos en el muslo y no se precisó el calibre del arma utilizada.

Los efectivos se atrincheraron en la comisaría 20 y los manifestantes se llamaron a la calma. Claro que los reclamos siguieron tan fuertes como profunda era la indignación.

La consigna fue: «volveremos mañana y no abandonaremos la ruta hasta que no nos devuelvan los subsidios». La amenaza fue cumplida rigurosamente.

Una madrugada cargada de tensión

NEUQUEN (AN).- «¡Aguante el Parque…!» Bastaba un grito lanzado desde de los laberínticos caminos interiores del barrio, en plena oscuridad, para que el eco se tradujera en un seco repiquetear de escopetazos policiales. Luego, las nubes blancas de los gases lacrimógenos se recortaran sobre los árboles y edificios, con su intimidante mensaje.

La represión unió a los vecinos a puro dramatismo en la noche del lunes y la madrugada de ayer en Ciudad Industrial. Fue una lucha sin cuartel que parecía no terminar nunca.

Los enfrentamientos se iban produciendo en todos los sectores de la amplia barriada. Los efectivos, pertrechados con escudos, cascos y armamentos, en grupos de siete u ocho, se movilizaban alternativamente, a pie o en camionetas. Los manifestantes, a esa hora representado por jóvenes que rondaban los 20 años en su mayoría, no cedían con su hostigamiento ni un instante.

De tanto en tanto, una ambulancia se internaba en el barrio abriéndose paso con la sirena. Iba en búsqueda presurosa de un joven semidesvanecido.

Indignadas, dos mujeres con sus niños en brazos, no sabían si regresar a sus casas de donde habían sido socorridas unas horas antes para salvarlas del efecto de los gases, o seguir esperando en la casilla de colectivos, a la vera de la multitrocha. Cuando se desató el enésimo avance de los desocupados sobre la Comisaría 20 y sobrevino la réplica de los gases lacrimógenos y las balas de gomas, no tuvieron más opción: con los chicos a cuesta, a la carrera, se perdieron en la oscuridad buscando escapar de la violencia.

En el interior del barrio los vecinos elevaban su repudio al accionar policial en todo tipo de insultos, abriendo sus casas a los periodistas para que observaran los destrozos y fustigar a los funcionarios. Un joven mostró indignado el rastro de los perdigones de goma en su abdomen y en la pierna. Otro chico denunciaba que podía perder un ojo a causa de un impacto de goma.

Sobre el filo de la medianoche, un grupo de dirigentes, que en una caravana de treinta autos marcharon desde el centro para solidarizarse con los desocupados, actuó como bisagra para atenuar los ánimos.

Los recién llegados fueron recibidos con los brazos en alto. Mediaron en el conflicto y su gestión dio resultados.

«Pudo existi un error estratégico», dijo el fiscal Cabral

NEUQUEN (AN)- El fiscal Alejandro Cabral dijo que pudo existir «un error estratégico» al ordenar y ejecutar el desalojo de un grupo de manifestantes que cortaban la ruta 7 frente al Parque Industrial, porque «no se tuvieron en cuenta las históricas diferencias entre la gente del barrio y la policía».

El fiscal dijo a «Río Negro» que todavía no había analizado en profundidad los sucesos del lunes a la noche y martes a la madrugada, pero de hecho ayer al mediodía, cuando la ruta fue cortada nuevamente, no repitió la orden de desalojo.

«Tomé la decisión de no ordenar el desalojo porque hay un camino alternativo, y también a la luz de la experiencia de lo que pasó ayer», señaló.

-¿Quiere decir que fue un error ordenar el desalojo el lunes? -le preguntó este diario.

-Todavía no lo analicé en profundidad, pero puede ser.

Explicó luego que «la información que yo tenía a través de la Policía era que la ruta estaba cortada por un grupo pequeño de personas, entre 20 y 30, y que no habían dejado caminos alternativos. No podemos permitir que una ciudad quede aislada, y en ese contexto dispuse que se intimara a los manifestantes a abandonar el corte, y caso contrario se procediera al desalojo».

Cabral añadió que «en general estas órdenes se cumplen con cierta elasticidad y la policía espera el momento en que hay menos gente en el corte, por ejemplo al amanecer, para proceder».

El «error estratégico» fue «no tener en cuenta que el corte era muy cerca del barrio Parque Industrial, que tiene diferencias históricas con la policía, y que los vecinos iban a salir en respaldo de los manifestantes».

«Se mezclaron mucho las cosas, había gente que gritaba referencias a Pablo Ramírez (joven asesinado en ese barrio por un policía), y la situación derivó en algo que no estaba en los planes de nadie», señaló el fiscal.

Cabral destacó que «la intervención de organismos de derechos humanos y otras organizaciones fue fundamental para descomprimir la situación».

Como saldo de los enfrentamientos, el fiscal informó que hay dos policías heridos de bala y un tercero por un piedrazo en la cara. Respecto de los civiles dijo no contar con información.

La violencia policial indignó a los vecinos

NEUQUEN (AN).- Ayer al mediodía, el efecto de los gases lacrimógenos aún persistía en el interior de muchas casas de Ciudad Industrial. Bastaba con ingresar para comenzar a sentir ardor en los ojos y picazón en la nariz. En las calles los chicos juntaban los cartuchos de balas de goma y gases utilizados por la policía. Inmersos en este contexto, muchos vecinos indignados buscaban una explicación y se quejaban por las secuelas de la represión ordenada por el fiscal Alejandro Cabral para desalojar la ruta provincial 7, cortada por jóvenes desafectados de los planes Jefas y Jefas de Hogar. Todos se preguntaban lo mismo: «¿Era necesario llenar el barrio de gases para despejar la ruta?».

Claudia Avilés (33) estaba recostada en su cama. «Me desperté porque la casa estaba llena de humo», detalló. Un cartucho de gas lacrimógeno se incrustó en la persiana del ventanal de su casa. El impacto rompió el vidrio y el gas copó la vivienda.

«Enseguida fui a ver a mi hijo (8 meses) que estaba en el líving y lo vi con la cara morada y lagrimeando», detalló. «Abrí la ducha del baño y me metí ahí; me quedé un rato y cuando vi que el gas seguía desparramándose salí corriendo».

Las calles estaban cubiertas por una nube de gas que impedía identificar de dónde provenían los ruidos de disparos y dónde estaba la policía. Claudia vio pasar un taxi al que corrió y alcanzó a subirse. Llevaba a su hijo en brazos envuelto en un toallón húmedo. En el hospital le hicieron nebulizaciones. Ayer regresó a su casa, juntó algunas prendas, y se fue a la vivienda de su hermano en el barrio Mudón. «No vuelvo hasta que no termine todo esto», aseguró.

«Hicieron lo que quisieron», dijo Miriam Méndez, 37 años y cinco hijos, al referirse al accionar de la policía. Uno de sus cinco hijos, Maximiliano (16), sufrió el impacto de una esquirla de un cartucho de gas que explotó al intentar patearlo de la puerta de su casa. «El médico me dijo que seguramente pierda la visión en ese ojo», aseguró sin consuelo.

«No tiene nombre lo que hizo la policía», aseguró Dora Antonozzi, 42 años, ama de casa, y con cinco hijos. «Llegó un momento que la represión era tan grande que los gases se metieron en las casas; no había un solo lugar para respirar».

Su hijo Lucas (19), es asmático motivo por el cual, ella, su marido -también asmático-, Lucas, y su nieto de 3 años, decidieron buscar un poco de aire en la calle. El panorama que encontraron los indignó aún más: «La policía seguía tirando, y en vez de ayudarnos nos gritaban y nos decían que nos metamos adentro», afirmó.

Su hijo fue trasladado al hospital Castro Rendón y luego dado de alta. «Si a mi hijo le hubiera pasado algo ¿quién se hacía cargo?», preguntó. Luego estalló en llanto. Teresa Díaz (48), cinco hijos, no salía ayer de su asombro por lo ocurrido. La puerta de su casa quedó arruinada por los perdigones de balas de goma.

Muchos vecinos no quieren que esto quede en la nada y amenazan con ir a la Justicia.


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