Un «nunca más» exhortan doce líderes religiosos mundiales

Rechazan toda violencia en nombre de Dios.

«Nunca más violencia, nunca más guerra, nunca más terrorismo. En nombre de Dios toda religión lleve a la tierra justicia y paz, perdón y vida, amor».

Con estas palabras, el papa Juan Pablo II rechazó todo tipo de violencia, sobre todo la que se comete en nombre de Dios, durante el encuentro con los líderes de 12 religiones realizado en Asís, centroeste de Italia, para rezar por la paz en el mundo.

Así, entonces, fue como se selló el compromiso común de los credos en la ciudad de San Francisco.

Frente a los conflictos que crean temor en el mundo, máxime a los días posteriores al 11 de setiembre del año pasado -con los atentados en los EE.UU.- el Pontífice reafirmó los dos «pilares» sobre los que se apoya la paz: la justicia y el perdón.

«En primer lugar la justicia, porque no puede haber paz verdadera sino en el respeto de los deberes de cada uno y de la equitativa distribución de beneficios y cargas entre individuos y colectividad», aseguró.

Juan Pablo II dijo que «no se puede olvidar que situaciones de opresión y de marginación son a menudo origen de las manifestaciones de violencia y de terrorismo». Explicó que la paz se afirma también sobre el «perdón, porque la justicia humana está expuesta a la fragilidad y a los límites de los egoísmos individuales y de grupo. Sólo el perdón sana las heridas de los corazones y restablece en profundidad las relaciones humanas turbadas».También expresó su condena a la utilización de la religión para encubrir intereses «nacionalistas, políticos, económicos o de otra naturaleza».

El juramento -una suerte de nuevo decálogo de mandamientos- se escuchó en francés, alemán, punjabi, ruso árabe, griego, coreano, japonés y hebreo. «Nosotros -dijo Konrad Raiser del Consejo mundial de Iglesias- nos comprometemos proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo contrastan con el auténtico espíritu religioso. Al condenar todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de la religión, nos empeñamos a hacer todo lo posible para acabar con las causas del terrorismo».

El sikh Mohinder Singh dijo en punjabi: «Nos comprometemos a educar a las personas a respetarse y a estimarse recíprocamente». El metropolita (arzobispo) Pitirim, vicario del Patriarca de Rusia, asumió la responsabilidad de «promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión y la confianza recíprocas entre los individuos y los pueblos».

El musulmán Salam Abushukhaidem invitó a «no considerar lo que nos diferencia como un muro insalvable», mientras el ortodoxo, el metropolita Jovan se comprometió a defender «el derecho de toda persona a vivir una existencia digna según la propia identidad cultural».

La promesa del confuciano Chang Gyou Choi fue la de estar del lado de «quien sufre en la miseria y el abandono», «actuando concretamente para superar esas situaciones». El musulmán Ghomi eligió «hacer nuestro el grito de quien no se resigna a la violencia y al mal y queremos contribuir con todas nuestra fuerzas para dar a la humanidad de nuestro tiempo una real esperanza de justicia y de paz».

La necesidad de alentar la amistad entre los pueblos, «convencidos de que el progreso tecnológico -cuando falta un acuerdo solidario entre los pueblos- expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte» fue expresada por el budista japonés Nichiko Niwano.

Mientras el rabino Samuel René Sirat asumió el empeño de «pedir a los responsables que hagan todos los esfuerzos posibles para que se edifique y se consolide sobre la base de la justicia un mundo de solidaridad y de paz». (ANSA, EFE y Reuters)

Ninguna fe manda a matar, advirtió el representante judío

El rabino Israel Singer, representante judío en la Jornada de Plegarias por la Paz en el Mundo, reconoció el uso que a lo largo de la historia ha hecho el pueblo hebreo de la guerra, condenó las guerras religiosas y afirmó que ninguna religión manda matar de manera indiscriminada.

Singer fue uno de los representantes de las doce religiones más importantes del mundo que hizo un testimonio en favor de la paz durante el encuentro presidido por Juan Pablo II. Manifestó que las religiones han servido para fomentar miles de horrendas guerras y que todavía hoy se sigue combatiendo en Irlanda del Norte, Cachemira Pakistán y en Oriente Medio.

Recordó que muchas veces, «durante nuestro trágico y sangriento pasado», los judíos se defendieron y combatieron «contra el enemigo» y que buscaron en los libros sagrados una respuesta no para justificar la guerra sino para darle una base religiosa a esas acciones. «La guerra no es nuestra cultura, obligación o misión, ni nuestro objetivo de judíos. Tenemos que rechazar las distorsionadas enseñanzas religiosas, surgidas en el pasado y no aceptar la idea de que la violencia contra los miembros de otras religiones o de otras sectas son de origen religioso», subrayó Singer.

El representante judío dijo que ninguna religión obliga a matar de manera indiscriminada «y cuantos han dicho lo contrario lo han hecho distorsionando las religiones en cuyo nombre hablaban», precisó.

«Tenemos que proclamar al mundo que la religión no puede jamás convertirse en pretexto de conflictos, de odios y de violencias, como las que en estos días conocemos. En este momento histórico la humanidad necesita ver gestos de paz y de escuchar palabras de esperanza», acotó el cardenal Francois Van Thuan, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

En esta misma sintonía, el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, afirmó que «tenemos el deber, sobre todo ahora, tras el exterminio de víctimas y horrendos holocaustos, de conocer los presupuestos espirituales y económicos para que haya paz. Estos son la justicia, el respeto de la sacralidad de la persona, del prójimo, de su libertad y dignidad, la reconciliación y la disposición hacia el otro». (EFE)

No todos los católicos estaban contentos con la iniciativa papal

• Cerca de la tumba de San Francisco.- Monjes cristianos en hábitos marrones, budistas en túnicas color azafrán, musulmanes con atuendo negro, sijs con turbantes y patriarcas ortodoxos de barba blanca, llegaron de todo el mundo en un tren de la paz para orar cerca de la tumba de San Francisco de Asís.

• El arte de la tolerancia, difícil.- Asís, una ciudad medieval acostumbrada a escuchar el sonido de coros de occidente y cantos gregarios, se convirtió así en sede a un pluralismo religioso. El jefe Amadou Gasseto, de la tradicional religión animista vudú de Benin, en Africa occidental, dijo que la ocasión enseñaba «el arte de saber cómo respetar al adversario, tolerar diferencias y entender las culpas de los demás».

• Para la polémica, siempre.- Lejos de Asís, sin embargo, no todos los católicos estaban felices con la iniciativa y algunos criticaron al Papa. «Orar con herejes, cismáticos, rabinos, mullás, brujos y otros crea una confusión entre los creyentes católicos», dijeron Federico Bricolo y Massimo Polledri, miembros de un partido de la coalición de gobierno de Italia.

• Otros tiempos.- Los residentes del pueblo de Asís dijeron que la atmósfera carece de la intensidad de otros encuentros del pasado, entre ellos un día de oraciones convocado por el Papa Juan XXIII en 1962. «Recuerdo que cuando Juan XXIII vino había multitudes de gentes de todas partes con lágrimas en los ojos. Ahora ¿qué vemos? Policías y carabineros y eso es todo», dijo Enrico Ambroglini, un vendedor de recuerdos de Asís.

(Reuters)

Las espinosas preguntas que tuvieron que enfrentar

El papa Juan Pablo II suele predicar ante cientos de miles e incluso millones de fieles; sin embargo, el encuentro de Asís, fue casi un evento cerrado.

Asistieron cerca de 200 representantes de 12 religiones. Las oscuras vestimentas de los musulmanes más estrictos contrastaban con el amarillo azafrán de la indumentaria de los budistas y las rojas telas con las que se cubren los hinduístas. Sin embargo, el color púrpura de los numerosos cardenales católicos era el que más sobresalía.

Incluso los confucionistas de China confirmaron su presencia en el último minuto. También acudieron los «exóticos» de las religiones africanas, hasta los seguidores del antiguo culto del Zoroastrismo.

La iniciativa fue de Juan Pablo II. De nuevo este hombre de 81 años supera todas las consideraciones y los obstáculos, incluso aquellos que surgieron entre sus propias filas.

Todo transcurrió bajo estrictas medidas de seguridad: dos helicópteros sobrevolaban la vía del tren que trasladó al Papa y a la delegación de Roma a la ciudad natal de San Francisco.

«Este es el peregrinaje más extraño desde que Moisés fuese al monte Sinaí», se aventuró a pronosticar un periodista italiano. Pero la jornada también ha o para los medios de comunicación, y hasta la televisión árabe Al Yazira retransmitió desde Asís, en el corazón de Italia.

Durante el viaje de dos horas hubo tiempo para juicios de todo tipo por parte de los periodistas que asistieron al acto. «¿Ben Laden puede ser un buen musulmán?», preguntó un periodista occidental a un musulmán de Egipto, que formaba parte de la delegación de 30 personas que asistió representando al islam. La respuesta llegó con una sonrisa: «No lo sé, -dijo-. Tan sólo le conozco de verlo en la televisión».

Notable también la argumentación para el terror y la violencia que dio un profesor iraní del islam: «Lo que nosotros estamos viviendo actualmente es una guerra entre el capitalismo mundial y el sometimiento de los pueblos». Esto suena casi a una justificación de la violencia.

El diálogo con el Islam

Fue precisamente el impacto de los atentados del 11 de septiembre lo que incitó al Sumo Pontífice a convocar esta jornada de oración por la paz. Pero curiosamente el único que se refirió claramente a los atentados además del Papa fue el secretario general del Congreso Mundial Judío, el rabino Israel Singer.

«Dementes que dicen actuar en nombre de Dios», dijo Singer sobre los terroristas a los asistentes en la gran carpa que se instaló frente a la basílica de San Francisco. En lugar de basarse en citas del Antiguo Testamento, el rabino nombró los lugares reales de la violencia, la guerra y el horror: Irlanda del Norte, Cachemira, Cercano Oriente. De todos los participantes en el encuentro de Asís, ninguno fue tan explícito.

En lo que se refiere al terrorismo fue el Papa quien habló con mayor claridad. Tocó incluso el delicado tema de las causas. «No se puede olvidar que el sometimiento y la marginación a menudo son las raíces de la violencia y del terror».

Esta lectura de los hechos no fue del agrado de los representantes religiosos estadounidenses, pero cuando se trata de pobreza, sometimiento y miseria en el mundo, el hombre del Vaticano no está dispuesto a transigir.

La parte islámica, sin embargo, se mostró bien diferente. En representación de Mohammed Said Tatawi, de la venerada mezquita de Al Azhar, en El Cairo, un hombre leyó su discurso en el que nada se menciona acerca de que fueron musulmanes los que en nombre de Alá justificaron lo ocurrido el pasado 11 de septiembre. En lugar de ello, se refirió a la causa palestina.

«¿Es realmente el diálogo con el islam lo que nosotros necesitamos?», se preguntó un teólogo cristiano. (DPA)


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios