Jugaron un ajedrez con la montaña: e hicieron cumbre en la Pirámide del Martial de Ushuaia

En los días más calmos de Ushuaia, cuando la nieve empieza a vestir las montañas, Matías y Carolina emprendieron un ascenso inolvidable hacia la cumbre más desafiante.

La Reserva Glaciar Martial, está a 7 kilómetros del centro de Ushuaia.

El Fin del Mundo se despereza lento en otoño. Todavía no estallan las pistas de esquí, ni se escuchan los idiomas del mundo mezclarse en la peatonal. “Ahora vienen algunos argentinos. Recién a fines de junio se llena de brasileros, y en verano, de europeos y norteamericanos porque es la puerta de entrada a la Antártida y muchos van a visitarla y se quedan un tiempo acá. Esta es una ciudad de dos temporadas, y ahora estamos en medio de las dos”, explica Matías Derisio, con voz templada y su mirada, siempre busca las cumbres.

Matías no es sólo guía de turismo aventura ni solo montañista. Es un caminante del sur, de esos que eligen el silencio de los valles nevados por sobre cualquier ruido del mundo. En este rincón austral de la Patagonia, “su lugar en el mundo”, la vida tiene otro pulso.

“Me encanta salir a descubrir. Hay tantos lugares que apenas aparecen en el mapa”, dice. Esta vez, el destino fue uno de sus preferidos: la Cumbre Pirámide del Martial, la más alta de los Montes Martial, con 1319 metros sobre el nivel del mar. Esa que desafía desde lo físico hasta lo emocional cuando el cuerpo se rinde y la mente se impone. Ahí vivieron un juego silencioso con la naturaleza y sellaron un pacto íntimo con la montaña.

“Es exigente pero estética, muy hermosa. Los montañistas buscamos montañas así para subirlas”, dice antes de comenzar el relato de su novena vez en la cima, pero con un detalle que hizo de esta salida algo único: lo acompañaba Carolina, su compañera, que jamás había subido una montaña tan alta y con tanta exigencia. Era su primera gran prueba. Había mucho hielo y nieve, por lo que no era una experiencia para cualquiera, pero llevaba con ella al mejor guía y compañero.

El cielo otoñal les regaló un día despejado, con ese sol bajo que parece jugar al escondite entre las cumbres. “Arrancamos a las 12.30 del mediodía, siguiendo la senda del Glaciar Martial. Casi al final, nos desviamos a izquierda y empezamos la trepada, por la roca fueguina bañada de esos últimos rayos de un sol que se ocultaban detrás del glaciar; algunas cascaditas de hielo iban acompañando la escalada; hasta que llegamos a un balcón, donde ya divisábamos la parte más desafiante de la montaña”, cuenta Mati desde Ushuaia.

La emoción a flor de piel de no poder entender tanta belleza que allí arriba te acobija.

Ahí empezó el ajedrez. Grampones, casco, piqueta, cada paso fue un cálculo. La montaña, una adversaria hermosa. “Más que el cuerpo, la cabeza lo dio todo. Fue como un juego de ajedrez hasta la cumbre. A las 16.45 llegamos, unas fotos, un gran abrazo de cumbre, la emoción a flor de piel de no poder entender tanta belleza que allí arriba te acobija, los dedos congelados, los besos tibios del sol en la cara y a bajar … la noche se nos acercaba”.

La bajada no fue nada fácil, pero disfrutaron esas “evaluaciones” que la montaña les preparaba. El frío se espesaba y una nube cubrió el sendero.

Fueron varias horas de caminata exigente.

“Superamos el crux (parte más difícil de una montaña) continuando el juego de ajedrez que nos proponía el cerro, llegamos al balcón de noche; la montaña se echó a dormir pero la naturaleza también quería jugar: nos propuso un mar de nubes que nos dificultaría la trepada escalonada al sendero del glaciar”.

Lo superaron y el cielo se abrió para regalarles una luna radiante y un cielo estrellado que quiso que ahorraran la luz de las frontales. Llegaron al estacionamiento a las 21 cansados, extasiados y con una sonrisa fría en la cara. “No había palabras, solo miradas cómplices que comunicaban ese vínculo íntimo que logramos tener aquel día con la montaña”.

Matías y Carolina sellaron la cumbre con un beso, una foto y comenzaron un difícil descenso.

Matías, con la voz pausada pero firme, no romantiza el riesgo. Lo ama, lo respeta. “Me gusta la exigencia física y mental. Me gusta la naturaleza en general, pero más cuando me exige un reto difícil de cumplir. La montaña cambia todo el tiempo. Te exige pensar, decidir, aceptar. A veces te dice ‘no’ y hay que bajar. Siempre hay que saber cuándo volver, y esperar otra oportunidad. Esa es también una forma de conquistarla”.

Lo que recomienda para los que vayan es que sean montañistas, con un alto nivel en trekking, no es para iniciarse. También hay que ir con el equipo adecuado, piquetas, grampones, cuerda, casco, eso es muy importante, por desprendimiento de rocas, piedras y aludes.

La Reserva Glaciar Martial, está a 7 kilómetros del centro.

Preparados para el invierno


En invierno, Ushuaia cambia la piel y comienza la llegada masiva de turistas. Si a Matías le preguntan sobre los paseos imperdibles en esta temporada enumera sin dudar.

“El Cerro Castor se vuelve el corazón del turismo, con sus pistas abiertas hasta octubre. Hay trineos tirados por perros Husky, aunque en mi caso prefiero no usarlos, hay para todos los gustos, también motos de nieve, caminatas con raquetas, travesías 4×4 por lagos congelados y la mítica navegación por el canal Beagle, donde se ven lobos marinos, cormoranes, aves y, con suerte, alguna ballena”.

También el Tren del Fin del Mundo, una postal invernal que parece sacada de un cuento de Dickens, y la Laguna Esmeralda, que se congela y permite caminar sobre ella. “Esa caminata es mágica, entre árboles nevados, con silencio absoluto. Las agencias te esperan con un guiso caliente en la orilla”.

La primera gran nevada ya cayó, comenzó a bajar la temperatura y los días de están acortando, lo que marca que la nueva estación está muy cerca. Mientras, Matías seguirá merodeando caminos, cumbres y bosques. Porque en ese sur profundo, donde el viento parece hablar otro idioma, cada paso es una forma de encontrarse.


Ushuaia para vacaciones de invierno


  • El Cerro Castor, el centro de esquí más austral del mundo en Tierra del Fuego, se prepara para las vacaciones de invierno 2025 con novedades para mejorar la experiencia de los visitantes. La fecha estimada de apertura es el próximo 27 de junio.
  • En el Cerro Martial también hay una pista de esquí en las que se desarrollan actividades con un pequeño medio de arrastre, y el año que viene ya tendrán habilitado un medio de ascenso.
  • Tienen vuelos con frecuencias directas desde San Paulo dos veces por semana.
Cuando llega la noche, el cielo limpio deja ver miles de estrellas.