…¡y los otros!

MARíA EMILIA SALTO bebasalto@hotmail.com

EN CLAVE DE Y

Se lo juro: no pensaba en absoluto volver a esos dos años de secundario, que compartí con usted en la columna anterior “El mural, María y yo”, salvo decirle, en estricta justicia, que Carlos Juárez es el autor del espectacular mural que jerarquiza al Instituto Séneca de Neuquén. Pero los otros recuerdos me importunan tanto, me demandan: y yo, y yo, y ese día, ¿no merecemos que les cuentes? Ya sé, por experiencia, que cuando golpean la puerta de ese modo tengo que dejarlos salir, porque en verdad, soy responsable de haber puesto en marcha un torbellino de vivencias, que me van a servir –detalle no menor– para decirle que María fue mi puente con los otros compañeros y compañeras; pero yo construí después mi propio camino, basado, claro, en mis fortalezas. Cuando terminé la primaria, la provecta directora escribió en el boletín: “Tienes una gran capacidad de síntesis y una hermosa sonrisa”, lo cual prueba sin dudas, la capacidad de síntesis de ella. Ahora le voy a contar de mi capacidad de síntesis. Como estudiaba un rato todos los días, y podía extractar lo principal, era común en el recreo que antecedía alguna materia de ésas que marcan la diferencia entre el aplazo y el aprobado, que alguien me pidiera: contame lo principal. Cosa que yo hacía, y también “soplar” en las pruebas escritas si se podía birlar la vigilancia. Igual que hoy, tenía la percepción, ahora más elaborada, que ese secundario tenía un montón de materias que no tenían nada que ver con nosotros como jóvenes, y algunas interesantes estaban dadas de forma tan monótona o autoritaria, que hacía muy difícil verse atraído al extremo del estudio. Yo estudiaba con María y algunos más; estaba, como quien dice, al día. De modo que no tenía inconveniente en transgredir las normas (esto se configuró como forma de vida, años después, pero ésa es otra historia). Poco a poco me fui dando cuenta de que era parte de un curso “bravo”. Hay algunos ejemplares, sobre todo masculinos, que aún saludo en la calle y brindo cuando nos juntamos de vez en cuando, dignos de mención. Es imposible olvidar a ese flaco narigón que esperó a la profesora de Geografía, la cual ya lo había amenazado con tomarle lección, aferrándose la garganta con las manos y gruñendo. Está enfermo, señora, dijo alguien. Ella: qué le pasa. Entones, el flaco sacó la lengua, prácticamente sobre la profesora, y una rozagante cucaracha se asomó hacia fuera, saludándola con patas y antenas incluidas. Lo último que vimos de la pobre mujer fueron sus piernitas al aire, aterrizando con silla y todo… fue apoteótico. Especial mérito tenía la que suscribe en escuchar historias, cosa que me pasa hasta el día de hoy. Pues bien: teníamos una profesora de francés que había venido de Yugoslavia con su familia, perseguida por los nazis en la segunda guerra mundial. A veces se iba del tema y contaba algo de esa etapa, por cierto dramática, de su vida. Hasta era posible que transcurriera toda la hora. Esta sufrida señora iba a tomar un repaso general de francés, del cual el grupo “pesado” no tenía ni idea. Entonces me pidieron dale Emily, entretenela con la guerra. Emily –yo– se sentaba en el primer banco, de modo que no era difícil establecer el diálogo, que se desencadenaba con cualquier pregunta. De modo que el grupo, mientras la mujer derramaba lágrimas entre experiencias terribles, ¡jugaba al truco en los últimos bancos! Usted pensará, como yo ahora que sé lo que es la persecución, la muerte de alguien querido, que era una manera cruel de ayudar a zafar a mis amigos. Sí, ahora. Entonces, era lo que fue. De éstas y otras cosas estuvo jalonado mi secundario en sus dos últimos años y creo que merecí tanto la medalla a la mejor alumna como a la mejor compañera. Hasta el día de hoy estoy orgullosa de ambos premios. Ya está, recuerdos: váyanse al pasado y considérense reivindicados.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Ver planes ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora