El ocaso de un “winner”

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BUENOS AIRES (AFP).- Lejos, muy lejos quedaron los días de los años 90 en los que el entonces presidente Carlos Menem disfrutaba a pleno del poder y ahora sólo atesora fueros como senador que le permitirán no ir preso tras ser condenado por contrabando agravado de armas a Ecuador y Croacia durante su mandato. Menem, de 82 años, no estuvo en la sala del tribunal de Casación que lo condenó ayer, aunque tampoco se lo ve en las sesiones del Senado, sumido en un ostracismo que contrasta con su antigua imagen de un ‘winner’ seductor y carismático que le dedicaba más tiempo a recibir a luminarias internacionales que a la gestión gubernamental. Sin embargo, durante su década de mandato dejó una profunda huella en Argentina por haber aplicado a rajatabla una política de mercado que le valió el aplauso del FMI, contraria a la doctrina clásica del peronismo. Así fue como privatizó la gran mayoría de las empresas públicas y dispuso la convertibilidad –tipo de cambio en paridad con el dólar– un esquema que explotó en el 2001 generando la peor crisis económica en la historia del país. Senador con mandato hasta el 2017, tampoco le apasiona la cámara alta: en el 2012 presentó solo dos proyectos, uno de ellos, solicitando que se evalúe la posibilidad de otorgar un subsidio a la escuela argentina tae kwondo. Menem estuvo en prisión domiciliaria en el 2001 por el mismo delito por el que fue condenado ayer, pero salió en libertad semanas después por decisión de la Corte Suprema de Justicia, una aliada inestimable para el exmandatario. En los 90, época de su apogeo, fue artífice de un modo de socializar bautizado como ‘pizza con champán’, una mezcla entre ordinario y nuevo rico que rechazaba la austeridad y exhibía un ostentoso estilo de vida Por aquellos tiempos, la residencia presidencial tenía las puertas abiertas a la farándula y recibía a Xuxa, la modelo alemana Claudia Schiffer, los Rolling Stones, Luis Miguel, Michael Jackson y Madonna. Lejos parecen haber quedado los días en que a bordo de una Ferrari roja recorrió en menos de tres horas el trayecto Capital y Pinamar, vulnerando las normas de tránsito en los más de 400 km de recorrido.


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