Diez meses después, aún está lejos la “feria modelo”

La experiencia, para los feriantes de Onelli al 1600, es positiva, aunque queda mucho por mejorar. El filtrado de agua y la instalación eléctrica, entre los reclamos.

Por primera vez en casi 40 años Hugo Sepúlveda tiene un puesto de venta fija. Toda la vida trabajó en la calle. Allí creció y logró el sustento diario para su familia.

Sepúlveda integra el grupo de los doce feriantes que iniciaron el diálogo con el gobierno del intendente Gustavo Gennuso para regularizar la venta ambulante en la calle Onelli, frente a la parroquia Santo Cristo. Un punto de conflicto que durante años generó varios dolores de cabeza para las sucesivas gestiones municipales.

El problema se logró encauzar a partir del diálogo que se forjó entre los representantes de los vendedores y del Ejecutivo municipal. Ese acuerdo permitió habilitar la feria Sin Fronteras, en la calle Onelli al 1600.

La experiencia dio el primer paso a mediados de octubre pasado. Hoy, con diez meses de camino recorrido, el balance que algunos feriantes hicieron dejó aspectos positivos y otros por mejorar para lograr “la feria modelo”. Esa es la idea que les transmitió el jefe de gabinete municipal Pablo Chamatrópulos.

Hoy en el predio hay 101 puestos de venta. “DeBariloche” entrevistó a algunos de los feriantes para conocer sus inquietudes. En líneas generales, destacaron que es la primera vez que cuentan con un espacio propio y techado. Pero piden que el municipio cumpla con los compromisos asumidos y se hagan las obras pendientes.

Los históricos

La feria empezó con algunos puestos en funcionamiento. Sobre todo, de los vendedores históricos que trabajaron durante años en la calle Onelli. Después se sumaron decenas de familias.

Sepúlveda señaló que cuando se instalaron en el predio sólo había un galpón techado. “Cada uno fue trabajando en su local y todo se hizo a pulmón”, afirmó.

Jorge Gutiérrez aseguró que cada feriante paga un canon por los puestos a la municipalidad. “No es que estamos de arriba”, aclaró. Y valoró que cada vendedor hizo un esfuerzo para que entre todos se hagan los techos que protegen los pasillos de la feria. “Los trabajos se hicieron con esfuerzo propio porque se necesitaba cerrar esos espacios por la lluvia y la nieve”, agregó Marcela Rodríguez, que durante años vendió en la vereda de Onelli casi 25 de Mayo.

Explicaron que la feria se llama Sin Fronteras porque fue el nombre que más adhesiones tuvo. “Refleja que entre nosotros no hay diferencias”, explicaron. En la feria trabajan personas que diversas nacionalidades. Y aclararon que fue un paso importante. “Queremos que sigan cumpliendo y que nos terminen la feria modelo”, señalaron.

Falta terminar la vereda, resolver el problema grave del filtrado de agua de una vertiente que pasa por el lugar pero no está entubada –el agua entra a varios locales y corre por los pasillos– y la instalación eléctrica. Por eso, es que no hubo hasta el momento ningún acto de inauguración hasta que el gobierno de Gennuso no cumpla con todos los compromisos.

Gente obrera

Aseguraron que no confrontan con los comerciantes de la calle Mitre o de otros sectores de la ciudad porque apuntan a otro segmento de la población. “Esto es una feria popular. Trabajamos con la gente pobre”, enfatizaron. “Se trabaja mucho con la gente obrera”, apuntó Sepúlveda.

Los doce vendedores históricos que iniciaron la pelea hace años para lograr un espacio propio se quedaron con los puestos ubicados en la zona más próxima a la calle Onelli. También son los espacios más grandes. Los históricos aseguraron que no se trata de una cuestión de mezquindad. Consideran que es un derecho que ganaron después de varios años de lucha por un espacio digno.

La amplia mayoría trabaja en los puestos de cuatro metros cuadrados, situados en los pasillos en la parte posterior de la feria.

Por eso, algunos vendedores ubicados en el fondo de la feria son más críticos. “Tenemos un lugar fijo para trabajar, tenemos un techo, pero no tenemos gran ayuda de la municipalidad”, afirmó Eduardo Torres, que vende en un puesto de 2×2 por el que paga $ 1.200 por mes al municipio.

Críticas

Cuestionó que el municipio les quiera cobrar $ 250 mensuales a todos por el servicio de electricidad. “Tengo un solo foco y una sola toma de electricidad”, explicó. Aseguró que quiere pagar por el servicio de luz, pero un monto razonable.

No es el único feriante que piensa lo mismo. Torres afirmó que juntó 52 firmas de vendedores que piden al municipio rever esa medida. Por eso solicitaron una reunión al Ejecutivo municipal que los tiene a las vueltas.

Hay otros reclamos. Los puestos de comidas no tienen agua potable y no cuentan con un desagüe. Samuel Silva solicitó que el gobierno municipal se abra al diálogo. “Queremos pagar, pero lo justo”, afirmaron.

La visión del Municipio

“La verdad es que estamos muy conformes con todo el proceso”, aseguró el jefe de Gabinete municipal Pablo Chamatrópulos. “Se logró el objetivo más importante que era la recuperación del espacio público. Y lo hicimos de la mejor manera. Hoy la gran mayoría siente que está mejor”, afirmó.

Dijo que los vendedores pagan un canon de $ 1.200 a 2.000 por el puesto, según la dimensión. “Esos ingresos permiten mejorar el lugar y, sobre todo, la gente siente que ya no está más en la ilegalidad”, enfatizó.


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