“Los incendios y la profecía apocalíptica”

En temas que presentan contenido con alto grado de sensibilidad social para los argentinos resulta complejo expedirse, sobre todo si se emiten opiniones sobre cuestiones de forma más que profundizar en los aspectos centrales que pudieron generar la situación planteada. Algo de lo señalado le pudo haber sucedido al ministro de Ambiente de la Nación, rabino Sergio Bergman, quien emitió su opinión sobre los incendios ocurridos en nuestro país, comparando dicho fenómeno terrenal con una “profecía apocalíptica”. Y en su remate final, a modo de conclusión, expresó que “los argentinos y el mundo empezamos a ver que acá tenemos incendios y en Santa Fe inundaciones (…) frente a lo que le hicimos al mundo, nos devuelve multiplicado por estas catástrofes…”. Ese fue su parecer. Ni bien, ni mal, son sus expresiones.

En otra parte de su alocución hizo mención a “la falta de inversión y mantenimiento padecido en estos años…”, como una velada acusación de incumplimiento de la anterior gestión, por su responsabilidad en lo ocurrido. También, ni bien, ni mal, es su opinión.

Pero ante lo señalado muchos de nosotros desearíamos que hubiese dimensionado la cuestión de otro modo, ya que solamente en la provincia de La Pampa se han quemado 680.000 hectáreas, 80 focos ígneos con algunos frentes de 15 km, lo cual vuelve al fenómeno una situación sin precedentes para el país.

En lo que va desde diciembre a enero del presente año se ha quemado una superficie equivalente a la de las islas Malvinas. No existen antecedentes en Argentina de un hecho similar.

Por otra parte, verlo al ministro con su kipá característico pero en soledad genera una especie de “soledad oficial”, donde hubiese sido diferente si hubiera arribado a algunos departamentos o localidades afectadas de Río Negro, pero en compañía del Ejército argentino, Prefectura Naval, Armada Argentina o algún batallón de Gendarmería que, si bien estos cuerpos no han sido creados para sofocar incendios, por su instrucción, idoneidad, vocación de servicio y medios disponibles están en condiciones aptas de prestar servicios a la patria como una mera excepción.

En ese sentido, un capítulo aparte amerita la intervención de los bomberos, y sobre todo los voluntarios. No alcanzan los adjetivos para calificar sus brillantes intervenciones.

Este siniestro natural no tiene precedentes, y se debe desestimar la búsqueda de culpables porque formular una acusación contra alguien en particular no resiste el menor análisis. Tampoco aprovechar la oportunidad y denostar al rabino, hoy convertido en ministro, quien tardíamente arribó a la zona pero vino, reconoció la labor desarrollada por nuestra gente y tuvo dichos que pueden ser calificados como desafortunados. Si no efectuaba ninguna comparación divina no ocurría nada, tal vez el único error que se le puede atribuir fueron los dichos apocalípticos.

A ello debería recordarle que a las cuestiones terrenales se le brindan soluciones terrenales, y tal vez resulta muy sucinto simplificar a una cuestión divina, cuando el sufrimiento es físico y tangible, donde nadie lo comprenderá y no producirá ningún otro efecto que haber exacerbado el ánimo colectivo de los argentinos. Dicha crispación se extiende a otros ámbitos y la falta de respuesta siempre presenta un efecto negativo para quien lo originó.

Miguel A. Knecht

DNI 14.727.625

Miguel A. Knecht

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