Cipolletti, de polo productivo a ciudad de servicios

Cipolletti nació y creció a través de la fruticultura, pero ese sello fue cambiando. Más de 277 hectáreas de peras y manzanas se perdieron en los últimos diez años.

Donde antes había frutales y la producción era la principal fuente económica de la comunidad, hoy abundan los loteos residenciales, las casas quintas, las canchas de fútbol, las bases de empresas petroleras y de otros servicios. La pérdida de las tierras productivas, que fueron destinadas a otros usos y mayoritariamente quedaron abandonadas es un fenómeno que cambió el perfil frutícola que tuvo la ciudad desde sus comienzos.

Según el productor Eduardo Artero, el 60% de la zona productiva de Cipolletti se fue perdiendo por diferentes causas durante las últimas décadas. “Cipolletti se conocía por la fruticultura. Los galpones de empaque más grandes del Alto Valle estaban en Cipolletti. Gasparri era el que más capacidad de frío tenía en la zona y lamentablemente hoy sólo nos quedan dos galpones en actividad (Tres Ases y Kleppe). Se perdió la identidad que teníamos, que era la fruticultura”, aseguró.

Relevamientos

El Senasa lleva adelante desde el año 2008 un anuario en el que se vuelcan las estadísticas de la producción animal y vegetal. Esos informes evidencian que Cipolletti es una de las localidades de la región que encabezan el registro de pérdida de la superficie plantada de frutales. Según el relevamiento del Senasa, desde el 2008 hasta la actualidad Cipolletti registró una pérdida de más de 277 hectáreas en lo que respecta a la producción de fruta de pepita. Y apenas un puñado de hectáreas son las que aún se destinan a la producción de fruta de carozo.

El Consorcio de Regantes también posee un relevamiento propio en el que se detallan los usos que actualmente se le da a la tierra sin producción frutícola y que está comprendida en el sector bajo riego. Si bien hay decenas de hectáreas abandonadas en diferentes sectores de la ciudad, los barrios y loteos no autorizados encabezan el ranking. Se trata de urbanizaciones que no tramitaron los permisos respectivos ante el municipio y el Consorcio de Regantes para cambiar el uso de la tierra, de rural a urbano. En total, los barrios y loteos no autorizados alcanzan una superficie de más de 104 hectáreas.

Necesidad de viviendas

El avance de la zona urbana sobre la productiva puede explicarse por varios factores. La falta de espacios para la construcción de viviendas y el negocio inmobiliario que se generó en torno a Neuquén, de rápida conectividad con Cipolletti, volcó la mirada de los inversores y se desarrollaron en esta ciudad grandes emprendimientos urbanísticos que encontraron la oportunidad de comprarles las tierras a productores acorralados por la crítica situación de la fruticultura. Para Eduardo Artero, quien conduce el Consorcio, que Cipolletti se haya orientado a transformarse en una ciudad de servicios fue algo sumamente negativo.

“Dejamos de producir y eso fue un atraso. Hace 50 años esto era un vergel, había trabajo y riqueza. Y ahora la mayoría viven del Estado, prendidos de Neuquén. No veo que Cipolletti se desarrolle, no veo mejoras. ¿Qué industrias nuevas tenemos, qué chacras nuevas con tecnología? No tenemos nada”, agregó.

Avanza el desmonte

Sobre la Ruta 22 el desmonte frutícola avanza con fuerza. La zona con mayor producción de Cipolletti era Cuatro Esquinas y hoy ese sector es el más abandonado. Frutales secos que asoman entre la maleza es la postal que se repite en las chacras abandonadas. Allí hay tierras que llevan más de 20 ó 30 años sin ser trabajadas. Pese a que resulta paradójico, la principal fuente de ingresos del Consorcio de Regantes de Cipolletti es el canon que deben pagar los empadronados que deciden cambiar el uso del suelo, de rural a urbano, para poder avanzar con los loteos.

Aunque el año pasado se registró una baja importante, el desempadronamiento de tierras ronda las 50 hectáreas por año, según explicó Artero. Para desempadronar una hectárea y cambiarle el uso se deben abonar 100.000 pesos por hectárea. “Hay un viejo dicho que dice ‘nos estamos comiendo la paja de la pechera’. Vamos todos por el mismo camino y, si algo les faltaba al Valle y al sistema de riego para que mueran es la autopista de la Ruta 22, que nos va a dividir y generar muchos problemas. Hay que dejar de destruir lo productivo”, agregó Artero.

Avanza el desmonte para casas quintas, loteos residenciales o empresas de servicios.

Fotos Florencia Salto

El impuesto a las tierras abandonadas empezará a correr desde marzo

Según el municipio, en el ejido norte de Cipolletti existen alrededor de 2.800 hectáreas de tierra rural que se encuentra improductiva o abandonada.

En diciembre del 2016 el Ejecutivo local retomó una iniciativa que había elaborado Alberto Weretilneck en su periodo como intendente y definió una medida para intentar a revertir la situación de esas tierras, fijando un impuesto para las parcelas bajo riego que estén sin trabajar.

Hasta el 30 de noviembre del año pasado los propietarios de esas tierras tuvieron plazo para presentar un proyectos de reactivación.

Quienes no lo hicieron tendrán que pagar el impuesto anual, que es del 5% aplicado sobre el importe que surja de multiplicar la cantidad de hectáreas improductivas de la propiedad por el valor promedio de una hectárea tipo en explotación: 303.093 pesos (zona rural norte) y 121.237 pesos (zona rural noreste).

Los propietarios de las tierras tienen tres meses para que el proyecto presentado se ponga en marcha. El impuesto anual municipal comenzará a regir a partir de marzo de este año y deberá ser abonado en un solo pago.

El municipio oportunamente informó a los dueños de las tierras sobre el impuesto, que entrará en vigencia en 48 días más.

En números

La zona con mayor producción era Cuatro Esquinas, pero hoy ese sector es el más abandonado, con tierras que llevan entre 20 y 30 años sin ser trabajadas.

Datos

50
hectáreas de tierras por año se desempadronan del Consorcio de Regantes.
100.000
pesos se deben abonar para desempadronar una hectárea y cambiarle el uso.
104
hectáreas suman los barrios y loteos que no tramitaron los permisos ante el Municipio y el Consorcio de Regantes para cambiar el uso de la tierra de rural a urbano.
La zona con mayor producción era Cuatro Esquinas, pero hoy ese sector es el más abandonado, con tierras que llevan entre 20 y 30 años sin ser trabajadas.

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