Después del desastre, aflora la solidaridad en Santa Elena

El fuego que acompañó el temporal de viento se ensañó con los vecinos del barrio del norte cipoleño. Muchos perdieron sus casas, animales y vehículos.

El hollín cruje con cada pisada ante un silencio sepulcral. El viento y el fuego cedieron de madrugada, pero el olor a quemado neutraliza todos los aromas silvestres del barrio Santa Elena. Las pérdidas son totales y la imagen desoladora: casas destruidas, autos inservibles y animales calcinados. Tomasa Rodríguez tiene 67 años y llora cada vez que relata cómo el fuego consumió toda su vivienda, sus animales, años de trabajo. Tiene los dedos y las uñas de las manos negras de levantar chapas y buscar objetos para reciclar. Tanto conoce del oficio (trabaja cada mañana en el basurero), que junta el propio alambre de los cercos quemados porque después los venderá. Antes de conversar con “Río Negro” habló con el gobernador Alberto Weretilneck que le prometió ayudar.

“No alcanzamos ni abrir el corral para que salgan los animales. Fue tremendo como avanzaba el fuego, por el humo no se venía nada”, dice mientras señala en dirección al oeste donde viven dos de sus hijas.

Cuatro familias sin nada

En el sector, sobre la calle 19 del barrio Santa Elena, además de su vivienda se incendiaron las casas de sus dos hijas. Cuatro familias perdieron todo. La vivienda de material en la que vivían Tomasa y Alfredo Maripán tiene más de 40 años, pero tras el incendio del martes no sirve más. “Hay que bajarla”, dijo la mujer. Todos los que fueron testigos del voraz incendio del martes aseguran que la visibilidad era casi nula. El fuego avanzaba a gran velocidad, los bomberos no fueron, superados por la cantidad de focos de incendio y el fuego quedó a merced del caprichoso viento.

Alfredo recorre la zona junta escombros y los apilan sobre la camioneta de su yerno que quedó totalmente calcinada. Tiene la mirada perdida y los ojos tristes: “qué íbamos hacer. No se podía hacer nada el fuego estaba descontrolado”, sostiene.

En el lugar trabajaba personal de Servicios Públicos de la municipalidad de Cipolletti talando árboles, y Desarrollo Social de Río Negro se comprometió a llevar trailers a todas las familias que se quedaron sin vivienda.

“A los pobres siempre nos cuesta más. Hace dos años se me quemó una casa. Pude comprar una prefabricada y ahora esto. A veces te dan ganas de aflojar, pero por los pibes no se puede”, relata Miguel Sanjuan quien vive junto a su mujer y sus dos hijos.

“No pudimos salvar nada, el fuego era muy agresivo. Lo primero que hicimos fue sacar a los chicos y ver cómo el fuego consumía todo”, dice resignado mientras hace un pozo donde pondrá postes. “Hay que empezar de nuevo”. A Sanjuan se le quemaron tres vehículos, entre ellos un camión que todavía no terminó de pagar. Además todos sus animales.

Animales a salvo

Los pocos cerdos que quedaron vivos caminan junto a las gallinas y algunos perros se echan sobre la tierra como queriendo olvidar el horror del día anterior.

A 400 metros de allí viven Pedro Mella y su hermana Ivonne Marillán. Ambos perdieron todo. Las casas de material contiguas están de pie pero las cicatrices de la tormenta y el fuego están a la vista. “Quedé con lo puesto. Perdí todo. Sólo entré a sacar a una cotorra que tengo, la pude salvar”, relata Mella quien pasó toda la noche en el lugar, desolado observando como se quemaba todo. “Hasta las 20 duró el fuego. Cuando vinimos ya el fuego estaba muy avanzado y no podíamos hacer nada”, cuenta. El hombre se quedó en el lugar y durmió en la camioneta.

“Hace dos años se me quemó una casa. Pude comprar una prefabricada y ahora esto. A veces te dan ganas de aflojar, pero por los pibes no se puede”.

Miguel Sanjuan relataba las consecuencias del incendio.

Datos

“Hace dos años se me quemó una casa. Pude comprar una prefabricada y ahora esto. A veces te dan ganas de aflojar, pero por los pibes no se puede”.

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