Xenofobia y violencia

Algunos discursos construyen las identidades colectivas a partir de la diferenciación del
otro. Excluimos al “otro”, nos diferenciamos y nos definimos en oposición. Ese otro generalmente será ocupado por un sector históricamente vulnerado, con poca capacidad para defenderse. Ese sector será colocado en el lugar de chivo expiatorio. Es decir, sobre él canalizaremos nuestras angustias y lo responsabilizaremos de nuestros problemas estructurales.

En nuestro país en momentos de crisis los migrantes de los países limítrofes ocuparon ese lugar. En la década del noventa ese discurso racista responsabilizaba a los migrantes de la desocupación. De esa manera, como el árbol que nos tapa el bosque, perdíamos de vista la convertibilidad, las privatizaciones y la importación indiscriminada.

A este discurso no le molestan las personas que nacieron en otros territorios, simplemente. Como estamos atravesados por una mirada eurocéntrica, idealizamos las sociedades que nos dominaron y dominan. A colectivos de migrantes europeos los asociamos a valores positivos. Mientras tanto, miramos despreciativamente a los hermanos y hermanas con quienes padecimos el mismo genocidio, las mismas dominaciones y las mismas dictaduras impulsadas por los países del norte.

Actualmente estamos viviendo una exaltación del discurso racista y xenófobo: el senador Miguel Ángel Pichetto sostuvo que “el problema es que siempre funcionamos como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú”. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, responsabilizó a ciudadanos “peruanos, paraguayos y bolivianos” por el aumento del narcotráfico en la Argentina.

Nuevamente no pensamos en nuestros problemas estructurales. Nos olvidamos de la asistencia a las personas que tienen un consumo problemático y de los vínculos entre las drogas y los poderes del Estado. La culpa es de “ellos”.

Cabe aclarar que según un informe de la Dirección Nacional Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación el 82% de los detenidos por infracción a la ley de Drogas son argentinos.

Lamentablemente, los discursos no quedan ahí. Cuando se estigmatiza a un sector social, estos se transforman en prácticas violentas: el Consulado de Bolivia dio a conocer el maltrato sufrido por una mujer, que cursa el quinto mes de gestación, por parte de una obstetra de un hospital público de Salta, quien, según sus dichos, la acusó de ser boliviana buscando atención gratuita, sin prestar atención al carnet que acreditaba su residencia en Neuquén.

Recordemos que según nuestra ley de Migraciones: “No podrá negársele o restringírsele en ningún caso el acceso al derecho a la salud, la asistencia social o atención sanitaria a todos los extranjeros que lo requieran, cualquiera sea su situación migratoria”.

En torno a la percepción de estas situaciones, según el Mapa de la Discriminación del Inadi, en la Argentina 71 de cada 100 personas considera que se discrimina mucho o bastante a las personas migrantes de los países limítrofes.

Como sociedad deberíamos cuestionar los discursos que exaltan la xenofobia, los cuales son funcionales a la reproducción de nuestros problemas estructurales y alimentan la violencia que sufrirán sectores particularmente vulnerables de nuestra sociedad.

*Licenciado en Comunicación Social, docente de Comunicación y Seguridad Ciudadana, UNRN

No pensamos en nuestros problemas estructurales. Nos olvidamos de los vínculos entre las drogas y los poderes del Estado. La culpa es de “ellos”.

Datos

No pensamos en nuestros problemas estructurales. Nos olvidamos de los vínculos entre las drogas y los poderes del Estado. La culpa es de “ellos”.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios