Oscar Nudler, un optimista que analiza un mundo sombrío

El Konex a las Humanidades en Lógica y Filosofía de la Ciencia 2005-2016 Oscar Nudler habló con “Río Negro” sobre el estado actual de la filosofía y del mundo en que vivimos.

El filósofo Oscar Nudler, titular de la Cátedra Unesco de Filosofía que se dictó en la Universidad Nacional del Comahue, obtuvo el premio Konex – Diploma al Mérito, que recibirá el 13 de este mes, e integra el quinteto del que se elegirá el premio de Platino en su disciplina el 15 de noviembre.

Director de la Maestría en Filosofía e Historia de la Ciencia de la UNCo y del Programa de Filosofía de Fundación Bariloche, el doctor fue invitado a una reunión mundial de Cátedras Unesco de Filosofía en la sede parisina de la entidad, dedicada a analizar aspectos filosóficos del proceso de globalización y, en particular, la transformación de la ciencia y la mutación en el espacio civil; contexto en el que tuvo a cargo la conferencia plenaria “Experimentación y Orden del Mundo”. Vive actualmente en Bariloche y dialogó con “Río Negro”.

P-¿Conoce la pluma que originó este texto?: “La filosofía es un auxiliar crítico y el tipo de actividad que despliega sobre los problemas teóricos y prácticos del hombre, tiene el carácter de actividad crítica” (sonríe Oscar al reconocerse). ¿Qué mirada puede ella aportar en estos tiempos de cambios turbulentos?

R-La filosofía tiene una larga historia y ha cumplido diversos cometidos en la sociedad y en la cultura, según distintos filósofos. Por ejemplo, para (el estadounidense, 1931-2007) Richard Rorty, en sus últimos escritos, cumple una función mediadora entre vocabularios distintos, concepciones diversas entre sí que trata de relacionar. Para Platón (427-347 aC), intermedió entre la antigua religión y la matemática griegas, tarea que él llama reconciliadora. Pero hay otras funciones que ha cumplido históricamente, y una ha sido demoler, destruir esquemas conceptuales previos.

Pero, estas dos no son únicas. Para citarle una, entre tantas, que me interesa particularmente, ha sido subversiva, digamos. El ejemplo clásico es Sócrates (de Atenas, 470-399 aC) que se autodefinía como el tábano de la ciudad, el que cuestionaba las creencias de la gente a través del diálogo. Trataba de que sus escuchas las pusieran en cuestión, en la calle, en reuniones públicas y privadas. No lo hacía por un mero afán destructivo, sino para buscar –dialogando– la forma de vivir una vida digna de ser vivida. Esas son sus palabras…

P-Qué función cumplieron los filósofos en la historia de la humanidad.

R-La función subversiva, a lo largo de la historia, la cumplieron muchos filósofos. Los iluministas del siglo XVIII (Voltaire, Montesquieu, Diderot, Rousseau, Kant), por caso. A fines del XIX tenemos a Nietsche que va en el mismo sentido de destruir los valores vigentes para crear otros nuevos.

P-¿Qué pasa ahora con la filosofía?

R-En mi opinión personal, se ha profesionalizado. Es una disciplina más entre otras y todas esas funciones que cumplía y la hacían significativa en la vida de la gente, quedaron vacantes. Es fundamental que recupere el lugar que tenía en la cultura y ese es uno de nuestros problemas. Tenemos muchos diagnósticos de lo que ocurre actualmente. Todos coinciden en que hay una crisis. Pero, ¿de qué tipo?

Como usted sabe, en el pasado también las hubo, por ejemplo en la antigua Atenas… La misma palabra crisis es griega y proviene de la medicina hipocrática; es un momento especial en el desarrollo de una enfermedad, donde se define si el enfermo va a vivir o morirá. Así es en el sentido médico, orgánico. Tucídides (460-396 aC), fundador de la historia científica, la aplicó en su libro “Historia de la Guerra del Peloponeso” para entender qué le pasó a Atenas, por qué cayó en una crisis.

P-Se acaba de referir a una guerra sin sentido, cuyo final era previsible y de inmediato pensé en la de Malvinas.

R-Justamente quería llegar, en este tránsito histórico, al presente. Yo llamo a esto que le estoy describiendo, crisis de mundo. En general, ocurre luego de períodos de expansión y no afecta hoy a un solo sector sino a todas las dimensiones, la económica, la política, la moral, la espiritual. Pero en el siglo XX se produce un fenómeno nuevo. Hasta entonces, la crisis en alguna parte del planeta, no afectaba a otras. Con la Primera Guerra Mundial (1914-18), se transforma en global. La terrible guerra del 14 desemboca en los regímenes totalitarios, nazismo, fascismo, de los años 30.

Ahora estamos de nuevo en una crisis planetaria muy particular, de dos componentes, uno que llamaría horizontal y otro vertical. Veamos el primero… Europa occidental, agregando Estados Unidos, se expandió por todo el orbe, produciendo una occidentalización, llamada modernización, un avance sobre las demás regiones del planeta. Un movimiento centrífugo de expansión que produjo homogeneización, uniformización.

Por otro lado, hay un movimiento centrípeto a través de la inmigración.

P-Como está ocurriendo.

R-Claro y se intensifica. Los conflictos, por citar, en Medio Oriente o la situación de pobreza extrema en Centroamérica y México, expulsa olas inmigratorias hacia EE.UU. o Europa y estas sociedades se convierten en más heterogéneas culturalmente, de lo que eran. Cuando por primera vez desembarqué en Nueva York, rememora el filósofo, lo primero que oí hablar fue español. Y en Frankfurt, turco, no alemán.

Si antes se quería ver una mujer ataviada con burka, debía ir al mundo árabe; hoy se la ve en Londres o a la vuelta de su casa. No hace falta viajar… Lo que ha generado nuevas formas de violencia. Antes era entre potencias que ocupaban territorios separados. Eso continúa pero se ha agregado la violencia interna, el rechazo al distinto, al diferente que viene a ocupar mi lugar. La crisis actual tiene ese nuevo ingrediente.

En el componente vertical, las sociedades están cada vez más dominadas por una pequeña élite. Las transnacionales, las multinacionales, los dueños de las riquezas del mundo son muy pocos, cada vez menos, y ello produce también otras formas de violencia que se acoplan a las antes mencionadas. Resulta entonces un mundo muy complejo, sociedades muy heterogéneas donde no poseemos una teoría política. Las que teníamos de John Locke a Karl Marx (Karl, estaban diseñadas para sociedades mucho más homogéneas. No tenemos una filosofía y hay que construirla, a mi juicio.

P-Al principio, anoté: capacidad de mediación, y agrego de creación de un pensamiento que permita entender, transitar los cambios, ver por dónde salimos de la crisis; la construcción de un lenguaje, de una visión comprensiva…

R-Las sociedades heterogéneas donde estamos viviendo, la mezcla ha cambiado las bases de la vida cotidiana y es un fenómeno mundial. La filosofía, los filósofos en general también han tratado de hacer un diagnóstico de su tiempo, en época de crisis, especialmente. Además, un pronóstico y un programa para el futuro. En todas las filosofías, sobre todo las clásicas, usted los encuentra. Yo creo que éste es un tiempo particularmente definitorio.

Por ejemplo, evoluciona un proceso de robotización en la producción. Es un avance tecnológico notable, en vez de seres humanos vamos a tener robots en las fábricas… Ahora, los anteriores avances, si bien dejaron sin trabajo a mucha gente, incorporaban nuevos trabajadores. Hoy, con la robotización, temo que lleguemos a un mundo en que eso ya no ocurra, donde haya cada vez más personas descartables; que no cumplen función alguna en la sociedad. Desocupados sin esperanza de conseguir ocupación o de insertarse. Eso caracteriza la crisis actual de las migraciones masivas. Está ocurriendo… Hay algunos que pueden insertarse bien en el mercado porque poseen habilidades para lograrlo, y otros que sencillamente, no pueden hacerlo; lo que estudiaron no les sirve. No es solo un problema argentino sino global.

Creo que vivimos un tiempo de decisión en el sentido griego del término (separación, distinción, elección, discernimiento, disputa, juicio, sentencia, resolución), si vamos a aceptar un mundo así o a tratar de crear un planeta que incluya más gente. Ahí, la filosofía puede ayudar a tomar conciencia, porque no existe, de lo que ocurre. Hay sí una especie de adormecimiento, mejor de acostumbramiento. Es muy peligroso acostumbrarse, habituarse a una situación de esta naturaleza.

P-Como la adoración de formas culturales provenientes de países del norte o europeos, por parte de compatriotas que ignoran lo que aquí se produce.

R-En la filosofía de Latinoamérica, eso pasa mucho. Y yo digo que en ella no hay reyes ni virreyes, hay algunos que son representantes de tal o cual filósofo famoso, pero no conversan y hasta les avergüenza citar a otros que escriben en español; copian sus ideas sin citarlos. Es un colonialismo mental y aunque no siempre fue así, se ha acentuado. Ante todo este panorama soy una suerte de optimista recalcitrante (ríe Oscar). Reconozco que estamos en una realidad terrible, pero es posible encontrar vías de transformarla. Si no, qué sentido tiene la vida de uno. Se trata de buscar modos de modificarla y procuro poner una pequeña semilla en tal sentido.

Títulos y más

Investigador constante

Títulos: profesor en Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1963). Doctor en Filosofía, Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata (74).

Posiciones académicas actuales: investigador principal de la carrera del Investigador Científico del Conicet, desde el 1986. Profesor titular y director del programa de Filosofía de la Fundación Bariloche, 1984; organizador de la bienal Coloquios Internacionales Bariloche de Filosofía, iniciada en el 1992; profesor consulto de la UNRN, 2009, y titular de una Cátedra Unesco de Filosofía.

Membrecía de sociedades científicas: Fundación Bariloche y Sociedad Argentina de Análisis Filosófico, entre otras.

Creo que vivimos un tiempo de decisión en el sentido griego del término, si vamos a aceptar un mundo así o a tratar de crear un planeta que incluya más gente”,

analiza el filósofo Oscar Nudler los desafíos que enfrenta la humanidad


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