Escuela secundaria: luces y sombras de la reforma en Río Negro

El trabajo y formación del docente, las evaluaciones e incumbencias de títulos y los distintos roles en el trabajo multidisciplinario, entre otros, abren dudas.

Luis Giannini / Evelyn Arias (*)

Especial para “Rio Negro”

Tenemos una provincia con nombre de río. Y escuelas secundarias que han mostrado turbulencias y cascadas encontradas. Aún así, su caudal podría ser una gran fuente de energía si debatimos con conocimiento para esclarecer hacia dónde vamos y nos comprometemos colectivamente. Asumir la escuela secundaria obligatoria como un derecho social implica mejorar la calidad de vida para las personas y mejorar vínculos sociales, fundándose en valores democráticos. Sólo si colectivamente lo vemos así, esta reforma podría servir para ello. Si se ve como una amenaza, difícilmente logre desarrollarse y mejorar.

Tal como señaló la ministra Mónica Silva a los estudiantes en Las Grutas, sólo 4 de 10 estudiantes concluyen en tiempo y forma el secundario en Río Negro. Cerca de un 30% no promueve el primer año y repiten una o más veces; luego, al superar los 16 años, muchos van a vespertinas y nocturnas donde el desgranamiento es importante y vuelven a ser muy pocos los que se gradúan.

En cuanto a la asistencia, muchos adolescentes ya desde la niñez asisten con total discontinuidad –sin problemas de salud– y al llegar al secundario, consecuentemente, tampoco aprueban. Ciertamente una reforma educativa es imprescindible para lograr igualdad de acceso a conocimientos vitales en el mundo laboral, en el ejercicio de la ciudadanía o en el acceso a estudios superiores.

Los rasgos esenciales de esta reforma son vistos como oportunidad o riesgo según la orilla desde la que se mire:

El Ciclo Básico, que hoy llega a tercer año, será de dos años (modificación legislativa mediante, de la ley 4819 del 2012). El Orientado, de los tres años finales.

Se aplicará durante el 2017 a las 93 escuelas secundarias diurnas públicas –no a las técnicas, ni a las de jóvenes y adultos– en todos sus años a la vez, para todos sus docentes y estudiantes. Las de gestión privada lo harían desde el 2018, según se anuncia.

Las orientaciones serán doce de las previstas en el orden nacional y homologadas.

• Las “unidades curriculares” serán áreas a cargo de uno o más profesores, con permanentes talleres de articulación de distintos lenguajes.

Tres tipos de “cargo docente”, según la matrícula escolar con dedicación de 25, 16 o 9 horas reloj semanales. Dentro de las obligaciones del cargo todos los profesores tendrán una reunión semanal sistemática de dos horas reloj sin alumnos y algunos –no se sabe cuántos por escuela, aunque se ha prometido el 40 %– tendrían un tiempo libre más para cuestiones institucionalmente prioritarias.

• El Anteproyecto de Régimen Académico exige a los estudiantes, para ser calificados, al menos un 75 % de asistencia de cada unidad curricular.

• Prevé un ciclo lectivo con dos cuatrimestres, con recuperaciones en talleres durante el proceso o en semanas al final del cuatrimestre.

Los estudiantes podrían ser reagrupados por nivel de logro a mitad y a fin de año. Nadie repite y todos egresan al quinto año. Se gradúan quienes dominen los conocimientos necesarios, y los que no, rendirán exámenes al concluir (se abrió la propuesta a aportes para definir si podría examinarse si lo no aprobado sólo sucederá al fin del secundario o también al término del ciclo básico de dos años).

¿Cuántos, dónde y con qué carga horaria quedarán los puestos de trabajo por campo de enseñanza y rol docente? Los cargos implican concentración horaria en una o dos escuelas.

Se han anunciado mayores erogaciones globales del presupuesto, pero cada docente teme ser él o ella quien quede afuera de la institución donde viene trabajando y tener que ir en busca de horas de noche, o en escuelas técnicas. Hoy persiste cierta indefinición táctica sobre aspectos organizativos y cómo se configurará cada institución escolar.

Por otra parte, nuevas incumbencias de títulos, sin discusión ni total consenso han desorientado a algunos y recolocado a otros.

En lo académico, las capacidades actuales en la formación docente, la escasa colaboración familia-escuela y las experiencias institucionales existentes anticipan que será difícil lograr calidad inclusiva en aprendizajes reorganizando los grupos cada cuatrimestre según su trayectoria. ¿Qué sucede si fueran muchos los estudiantes que acumulan procesos no logrados más de un cuatrimestre, año, dos años y hasta cinco años? ¿Con qué saberes llegarán a la graduación?

Preocupa mucho también la capacidad real para el trabajo en equipo e interdisciplinario docente. Los directivos, en permanente tensión y exposición de una autoridad compleja, tendrán nuevos desafíos que se les suman, sin articulación significativa con otros ámbitos públicos de protección social de derechos, aún más desbordados que la escuela. Por otra parte, ¿es pertinente que la modalidad común, la técnica y la de jóvenes y adultos tengan cuadros de calificación y promoción tan diferentes? ¿Cuál será la valoración social y laboral hacia una y otra escuela? ¿Qué les sucederá a estudiantes rionegrinos que se muden a otra provincia con trayectorias de conocimientos semilogrados en varias unidades curriculares y varios cuatrimestres?

Si la educación es un bien público, estos problemas “escolares” deberían preocupar y debatirse con cierta apertura, desde lo político y social. De otro modo, difícilmente haya responsabilidad social.

Para debatir, pero también para ser padre, madre o estudiante en esta dinámica de la que no hay antecedentes en el país hay que difundir y abrir los documentos fuente. Escucharnos con tiempos y espacios de intercambio no reducidas a demostraciones de poder confrontativo. Una reforma de esta naturaleza debería ser una construcción conjunta y compartida por la comunidad entera.

El río Negro nace de la confluencia de dos que significan “transparente” (Limay) y “osado”, “valiente” (Neuquén). Habría que confluir socialmente en un diálogo translúcido, valeroso en los compromisos colectivos sin perderse, estancarse, desbordarse ni descuidar el transcurso de estos próximos cinco años.

*Supervisores de Educación Secundaria de las Zonas I y II AVC1 Cipolletti

El dato

Se deberían difundir y debatir los documentos fuente. Una reforma de esta naturaleza debería ser una construcción conjunta y compartida por la comunidad entera.

de los 70.000 estudiantes secundarios terminan en tiempo y forma. Un 30% no pasa el primer año y repite una o más veces. Luego, van al nocturno.

4 de cada 10

de presupuesto significaría la aplicación de la reforma, sobre todo en el incremento de la masa salarial de unos 10.000 docentes del sistema.

25% extra

Datos

3 tipos
de cargos docentes con dedicaciones de 25, 16 o 9 horas-reloj semanales contempla la reforma.
Se deberían difundir y debatir los documentos fuente. Una reforma de esta naturaleza debería ser una construcción conjunta y compartida por la comunidad entera.

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