Desde Plottier a la selva ecuatoriana

<span style="text-transform:uppercase">Una planta de gas íntegramente fabricada en la provincia viaja en barco, vía Chile, hacia tierras tropicales </span>

“Quédese tranquilo que la grúa aguanta”, le dice el conductor al empresario Gustavo Freisztav. Inquieto, éste controla en detalle cada extremo de los cables de acero que tirarán de su máquina y la depositarán en un camión. Por ruta, transitará unos cuantos kilómetros hasta llegar al puerto de Valparaíso en Chile. El periplo, ya por mar, terminará en Ecuador, donde será instalada en medio de la selva.

Se trata de una planta móvil separadora de gas, íntegramente construida en un taller de Plottier. Freisztav, quien lleva varias décadas trabajando en el sector, es el titular de la pyme Smip Instrumentales. Con apenas 10 colaboradores freelance se embarcó en la tarea de proveer de tecnología a la empresa chilena Enap-Sipec, que opera en Ecuador.

“Teníamos contacto con ellos y nos presentaron una serie de problemas técnicos que tenían para separar los líquidos del gas natural. Les presentamos como solución esta planta, que les permite tratar la producción en la boca de pozo y que utiliza tecnología conocida, pero readaptada”, señaló el empresario.

Junto con su hijo Gabriel fueron los arquitectos de esta mole de aluminio que pesa unas 18 toneladas y ocupa el espacio de un contenedor de exportación. La máquina fue vendida al extranjero por unos 350.000 dólares y posee una capacidad de procesamiento de 150.000 metros cúbicos al día.

En la jerga técnica se la conoce como una MRU. Es una unidad que a través de la compresión y fundamentalmente el enfriamiento separa el gas natural (metano) de los condensables (butano, propano y gasolinas). En general, como ocurre en la Argentina, los líquidos son aprovechados comercialmente por su alto valor, aunque en el caso de Ecuador la firma Enap-Sipec no tiene permiso para comercializarlos. Tampoco puede hacerlo con el gas natural.

¿Para qué quiere entonces una planta separadora? Lo que busca es procesar el gas asociado al petróleo para generar energía térmica y autoabastecerse. El problema con el que se encontraron es que el gas rico afectaba las instalaciones de la usina, por eso decidieron encargar este aparato con sello neuquino.

Con los condensados, en tanto, alimentarán calderas para subir la temperatura del petróleo que extraen. Es que por sus condiciones resulta muy pesado y eso complica su circulación por ductos.

Desafío internacional

Curiosamente, llegar al mercado internacional parece haber sido más fácil que integrarse al doméstico, según explica Freisztav. “Después de algunas experiencias que tuvimos con ENAP en Magallanes recibimos consultas de muchos países, pero acá todavía nos miran con desconfianza”, explica.

Cuenta que a pesar de la reducida estructura empresarial trabajan bajo varias normas como las Asme. En este caso, la propia empresa radicada en Ecuador realizó visitas sorpresa al lugar para certificar cómo se construía el equipo. También se supervisaron las soldaduras, un punto crítico en el armado de cualquier equipo que funciona a altas presiones.

“Es difícil entrar en el mercado, hay mucho resquemor”, explicó el empresario. También se quejó de la alta carga impositiva a la exportación, algo que resulta cuanto menos curioso en un contexto donde el país necesita dólares de forma urgente.

En cuanto al modelo de empresa adoptado, sostuvo que por ahora se mantiene con contratos a terceros, la única forma de hacer sustentable un negocio complicado para los actores más chicos.

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