Medio siglo de atención desde el kiosco que vio crecer a Neuquén

A las 9.36 de ayer las ráfagas de viento llegaron a los 68 kilómetros por hora, de oeste a sudoeste, según registró el servicio meteorológico que funciona en el aeropuerto. Por entonces Dina Manestar ya había recibido cantidad de mensajes, besos, mimos y flores por los cincuenta años de su kiosco, el histórico Alvear.

El comercio, ubicado sobre la diagonal que le da el nombre, fue creado en 1967. “Era un kiosco de chapas, así, chiquito, solamente de diarios y revistas. Después pasó a ser tipo libro y ahí se incorporaron cigarrillos y golosinas”, cuenta. La familia conserva la foto en blanco y negro con sus fundadores, entre ellos Tito Arcas, el padre de los hijos de Dina, Gastón y Darío, quienes también trabajan con ella.

Cuando nació el kiosco la fisonomía de la ciudad era otra. Donde está la Escuela de Música, en Carlos H. Rodríguez y avenida Argentina, funcionaba el edificio de la Escuela Primaria 2 que se mudó en la década del ´70 a San Juan y avenida. La parada de taxis se instaló poco tiempo después. Ni siquiera el monumento a San Martín, inaugurado en 1954, el gran vigía, se mantuvo intacto. “Lástima que le cambiaron la fachada ahora, pero bueno. Me sigue acompañando bien, no se ha movido de ahí, gracias a Dios, a pesar de los vientos”, asegura Dina.

Agrega: “cuando nosotros nos iniciamos, esto era nada. Estaba la Gobernación, todo tierra. Prácticamente quedamos en el centro de la ciudad.”

Por su ubicación privilegiada el local ha sido testigo de la efervescencia de la capital. “Hemos visto de todo. Desde cosas lindas como gente que danza, que da conciertos, que da discursos, gente que ayuda a gente, manifestaciones pesadas, cortes de calle, insultos, agresiones, tuvimos una muy muy grande, con pedradas, que cerramos en el 2000”, recuerda Dina.

El público se renueva y el kiosco nunca duerme. “A la mañana estoy con uno de mis hijos, Gastón, a la tarde viene Darío, que es mi otro hijo, y a la noche Roberto, que es mi primo. Después está mi otro hijo Marcos Javier que tiene otro trabajo pero ayuda. Tenemos distintos clientes. A la mañana mayormente administración, a la tarde son mayormente estudiantes y adolescentes, y después los que vienen a la noche”, explica.

Pasadas las 14.30 se largó la fiesta. Se arrimaron a la esquina clientes, proveedores, amigos. Colgaban globos y banderines de colores. Se convidaba bebida y en una asadera cuadrada había empanadas fritas de carne, tapadas por si las moscas. Se cantó el feliz cumpleaños al kiosco, cincuenta pirulos no se celebran todos los días. El gobernador, Omar Gutiérrez, mandó un televisor que entregó uno de sus funcionarios. La familia lo recibió agradecida y alguien gritó “¡es para mirar el mundial!” El intendente, Horacio Quiroga, saludó temprano.

Dina vive desde los nueve años en Neuquén. “La amo, no la cambio por nada, a pesar de ser nacida en Buenos Aires, no la cambio por nada, contra viento, contra marea, los vientos que teníamos antes nada que ver ahora. Me gusta muchísimo y acá tuve a mis hijos, los crié, los eduqué, y seguimos. Ahora le toca el turno a mis nietos”, manifiesta.

“Conozco desde los 14 años a los dueños, tengo una relación de amistad con toda la familia de Dina. Por acá han pasado generaciones”,

contó Jorge, un amigo y cliente desde hace décadas del kiosco Alvear.

“Cuando uno piensa un poco en Neuquén, en lugares referenciales, está presente, pasamos para brindar, para darles un abrazo”,

destacó Rubén otro cliente y amigo de la familia que ayer se sumó a los festejos.

De par en par

Tres días al año cierra el kiosco Alvear: 1 de mayo, 25 de diciembre y 1 de enero.

Abre de lunes a lunes de 7.30 hasta avanzada la madrugada.

Fue fundado el 15 de noviembre de 1967 y pertenece a la familia Arcas.