Darwin, el pueblo ferroviario que no quiere caer en el olvido
La estación de trenes, por infraestructura y posición estratégica, fue una de las más importantes en la línea Bahía Blanca-Zapala. Un historia rica para conocer, a la vera de la Ruta 22.







De 25 a 30 trenes diarios pasaban por Darwin en sus años dorados. El llamado tren de potasio y sus puestos de empleo generaron una falsa ilusión.
Minientrevista
Raúl Galván

P- ¿Cómo fue tu vida de exferroviario?
R- Nací en 1959 en una casilla de madera frente a la estación. Como tantos aquí, mi padre era ferroviario. De niño recorría los trenes con una canasta llena de uvas y le vendía a los pasajeros. Con mis amigos nos sentábamos en la base del mástil a curiosear la llegada de los trenes.
P- ¿Qué trabajos realizaste?
R- Empecé a trabajar como empleado de Ferrocarriles, 15 años antes de la privatización. Primero con la cuadrilla de artesanos, compuesta por gente formada en diversos oficios. Recorríamos la línea Bahía-Zapala donde se pidiera el servicio para hacer reparaciones. Luego pase telecomunicaciones, una cuadrilla para reparación de las líneas telegráficas.
P- ¿Cómo era la vida en el pueblo?
R- Todos vivíamos del ferrocarril. Éramos una gran familia. Si había un cumpleaños de 15, estábamos todos, igual con los casamientos. Cuando llegaba la fecha de cobro caían vendedores de todos lados.
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Datos
- De 25 a 30 trenes diarios pasaban por Darwin en sus años dorados. El llamado tren de potasio y sus puestos de empleo generaron una falsa ilusión.
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