El abandono reina en la terminal de Las Grutas

Los inconvenientes y las cosas que no funcionan son moneda corriente. No hay baños para gente con discapacidad, la sala de espera se cierra de noche, los techos tienen filtraciones y la higiene no es suficiente. El manejo es de una cooperativa.

Sin calefacción ni refrigeración en verano. Con una sala de espera que está cerrada por las noches y obliga a los pasajeros a acomodarse como pueden en el mínimo espacio del que disponen las boleterías de dos de las tres empresas que ofrecen su servicio todo el año.

Con la mampostería cayéndose y sembrada de infinitas filtraciones. Sin baño para discapacitados y con escasa higiene.

Así se encuentra actualmente la terminal de micros de este balneario, sumida en el abandono, deteriorada y sin garantizar las mínimas condiciones de confort para la gente y el personal que trabaja en ella.

Actualmente, mediante una concesión que se realizó a fines de 2014, el edificio debería recibir mantenimiento de parte de la Cooperativa de Servicios públicos local. Esa Cooperativa les cobra alquiler a las firmas que expenden boletos, expensas y recibe un monto por toque de dársena, es decir, por cada uno de los micros que llegan al lugar.

Sin embargo, la comisión saliente nunca rindió cuentas y la flamante conducción que asumió días atrás hasta ahora tampoco dio a conocer el balance de los ingresos anteriores, el detalle de las inversiones realizadas ni el plan para poner en condiciones el lugar.

“Tendríamos que revisar la documentación que se firmó en el momento de la concesión. Conmigo ninguno de los miembros de la Cooperativa tuvo contacto”, manifestó Luis Noale, que recientemente asumió en la cartera de servicios públicos, y reconoció que la misma distendió el seguimiento de los compromisos que la entidad posee con el espacio.

“Nosotros nos cansamos de exigir. Y en estos días las empresas se pusieron de acuerdo y presentarán una nota, avisando que dejarán de pagar las expensas, porque pagan por un servicio que no les prestan”, manifestó uno de los encargados de la boletería de Andesmar. Esa firma junto a Don Otto y Transporte Las Grutas son las que operan todo el año.

“Los espacios comunes que usamos los que trabajamos para cada firma son un asco. No se ocupan de poner siquiera un tacho para que los choferes descarten las viandas, y cuando llegamos por la mañana esas bolsas están abiertas y esparcidas por todo el predio”, agregó el boletero.

La situación fue más crítica en el verano. “Como la gente nos venía a reclamar a nosotros optamos por pegar en una de las puertas el teléfono celular de quien en ese momento presidía la cooperativa, para que lo llamen a él para recibir las quejas”.

Hoy, quien asumió la conducción de esa entidad es Miguel Carrara, pero pese a los intentos de “Río Negro” por establecer un contacto con él fue imposible ubicarlo.

“Viajo seguido porque soy de Viedma. La terminal tendría que tener más iluminación y estar calefaccionada”.

Irma, pasajera
que viaja en colectivo.

“La gente se queja mucho. Entra a esta sala de espera y mira los equipos frío-calor pero están de adorno, nunca funcionaron”.

Matías, empleado
de una de las empresas de transporte.

Una historia

complicada

El edificio de la terminal se inauguró en 2012, con una inversión oficial estimada en $5.000.000, que financió Nación. Sin embargo, esto es sólo un tercio del proyecto original, porque la obra total tendría 3.639,80 metros cuadrados. Hasta ahora, no hay noticias de su continuidad.

Lo más curioso es que tras el corte de cintas las firmas de transporte expresaron que no podrían trasladarse, porque las instalaciones terminadas no preveían las condiciones mínimas para su funcionamiento.

Estuvo casi dos años sin funcionar, y luego se celebró un acuerdo con la Cooperativa de Servicios Públicos, que asumió la concesión y se comprometió a realizar una serie de obras anexas, como la construcción de dos baños más, cinco boleterías, dársenas, una confitería y una sala de espera.

Datos

“Viajo seguido porque soy de Viedma. La terminal tendría que tener más iluminación y estar calefaccionada”.
“La gente se queja mucho. Entra a esta sala de espera y mira los equipos frío-calor pero están de adorno, nunca funcionaron”.

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