Créditos para amigos del Estado: un daño millonario que sigue impune en Neuquén

Desde hace 20 años, es un tabú la magnitud del perjuicio del festival de préstamos sin garantía otorgados a empresarios amigos y funcionarios, que ordeñaron al Estado neuquino en al menos $ 3.800 millones a valores de hoy. Nunca nadie pagó en la Justicia.

Funcionarios y empresarios se beneficiaron con cientos de millones de pesos. La maniobra duró más diez años y aún hoy se mantiene en el misterio.

ÍTALO PISANI ipisani@rionegro.com.ar – JAVIER LOJO jlojo@rionegro.com.ar – Redacción Central

A los ciudadanos neuquinos se les debe, desde hace 20 años, una explicación.

¿Cómo se permitió –y no se condenó– que el Estado haya regalado cientos de millones de pesos en créditos a un seleccionado grupo de amigos, funcionarios y empresarios, entre los que había también insolventes, oportunistas e improvisados?

¿Cómo una maniobra que duró más de una década pudo haber sido silenciada y neutralizada desde los tres poderes del Estado, y aún hoy se mantiene en el misterio más cerril?

Neuquén fue ordeñada con un festival de préstamos:

• Muchos de ellos entregados sin garantías (o insuficientes), con hipotecas ficticias (algunas sobre tierras tasadas un 9.000% más de su valor), sin decretos de aprobación y con proyectos sobrevaluados, risibles o utópicos.

• Un enorme volumen de los créditos fue a manos de pocos, sin techo prestable, y para colmo refinanciados a tasa mínima, sin cláusula de ajuste ni punitorios y laxos plazos de gracia.

• Un porcentaje igualmente escandaloso remoloneó “in eternum” su pago o directamente llegó a la categoría de incobrable.

• Otros cuantos no cumplieron el fin original de su proyecto o los emprendimientos fracasaron (y el Estado terminó absorbiendo el costo).

• Megamoratorias votadas bajo presión o canje político, pesificaciones, condonaciones y refinanciaciones contribuyeron a las ruinosas consecuencias para la provincia.

Estamos hablando de los dineros del Fondep (Fondo de Desarrollo Provincial), del BPN (la “cartera sucia” del banco provincial) y del Iadep (Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo), distribuidos en sucesivas gestiones del MPN, sobre todo la de Jorge Sobisch.

Son millones de pesos que nadie todavía ha sido capaz de cuantificar. Pero un cálculo conservador sitúa en más de 3.800 millones de pesos la masa irrecuperable a valores de hoy, unos cuantos millones más de variada morosidad y casi 700 millones concentrados en un polo vitivinícola que –aun cuando una parte evolucionó muy bien, valorizó activos y generó empleos– fue remiso en desembolsar de su propio bolsillo y logró una refinanciación que superó los 400 millones, a valores de diez años atrás.

“Río Negro” revela en dos ediciones la trastienda inédita de las decisiones políticas que rodearon el otorgamiento de los créditos, anécdotas de los casos más vergonzosos entre los beneficiarios, testimonios que refieren el pagos de coimas y armado de expedientes para la obtención de un préstamo, y las encarnizadas luchas de poder sobre el Iadep, primero ninguneado y luego cooptado y usufructuado por el Ejecutivo.

Esta es la historia de una sociedad esquilmada por una romería de dinero otorgado discrecionalmente y bajo la mirada ausente de la Legislatura, que no cumplió con su obligación de controlar. Pero también es un presente abierto: los oscuros números del festival crediticio siguen siendo tabú. Y sus responsables se mantienen impunes.

Primera dilapidación: el Fondep

En los 70 daba vueltas una quimera desde el poder político: crear un sector privado fuerte que Neuquén –provincia rica en recursos– no tenía. Así nació la vocación por transferir capital del Estado a particulares, aun cuando éstos no tuviesen otra cosa que su proyecto para garantizar los créditos que recibirían. Y esos proyectos podían ser promisorios, pero también improvisados y débiles en su formulación comercial. Esto explica muchos emprendimientos fallidos del Fondep y del Iadep.

En ese afán de dar a troche y moche créditos “productivos” (categoría que podía incluir una fábrica de chacinados, una película, la compra de taxis o una bodega, daba lo mismo), empezaron hace cuatro décadas a prestar dinero para hacer hoteles en las zonas turísticas, pero muy pocos terminaron devolviéndolo.

Con el Fondep pasó algo similar. En la era Sobisch se había dotado de una buena caja al organismo (creado por la ley 1964 en 1992). Se nutría del 3% de las regalías, pero el presupuesto además le había asignado 60 millones.

La varita de las decisiones la tenía Elías “Gringo” Sapag. Piense lo que pensase el directorio, prácticamente él decidía el destino de un crédito. Lo recuerda un protagonista de entonces en el Fondep: “Hasta a Sobisch lo pasaba por arriba”, y se lo decían al propio gobernador: “Es un problema tuyo, Jorge, vos le diste poder”.

Se dieron 253 créditos –45 con irregularidades y 30 directamente sin garantía– y quedó un tendal de préstamos sin pagar. Sólo el 9% de los proyectos funcionó normalmente. El 90% tuvo dificultades para devolver y 68 casos necesitaron refinanciación. Fracasaron 54 proyectos y 29 cambiaron su idea original. El pasivo fue calculado en 75 millones de dólares.

El grueso de los dineros del Fondep fue a la multitrocha Neuquén-Centenario, a Cerámica Zanon y a una planta de química fina de Cutral Co. Con todos hubo problemas: Caminos del Comahue fue demandada en 2006, Zanon expropiada en 2011 y a Iquipa se le fue el dinero haciendo edificios sin lograr invertir en químicos.

Pero, además de las anomalías, saltó la revelación vergonzante: no pocos familiares, amigos y socios de funcionarios políticos se beneficiaron con los préstamos.

La impunidad comenzó a escribirse precisamente con el Fondep. Ocho funcionarios fueron denunciados en 1996 por el exdiputado nacional Oscar Massei de “administración fraudulenta reiterada en perjuicio de la administración pública”. Eran: Elías “Gringo” Sapag, José Brillo, Sergio Schroh, Juan Carlos Gutiérrez, Carlos Alberto Sandoval, Alfredo Maffei, Mariano Filguera Risso y Alfredo Esteves.

Sin embargo, cuatro años después la causa fue sepultada con los sobreseimientos por prescripción dictados por el juez Alfredo Velasco Copello y por una apelación del fiscal Alejandro Cabral que llegó unos días tarde y derivó en el archivo del expediente. “No dilapidé, regalé ni robé”, dijo airoso Sapag tras zafar de las garras judiciales. De los dineros públicos perdidos, nada.

Iadep, de demonio a botín

La infausta experiencia del Fondep impulsó a los legisladores a cerrarlo y sustituirlo por el Iadep. No fue gratuito.

El gobierno de Felipe Sapag necesitaba 300 millones para afrontar una situación financiera que se ponía cada vez más delicada. De modo que la creación del Iadep terminó siendo un canje por el “supercrédito” que le autorizaron a tomar al gobernador. Transcurría julio del 98.

La ley decía claramente que el instituto debía ser descentralizado y autárquico. La historia demostraría luego que la última consigna jamás se cumplió y la primera a medias.

También se dejó en claro que el Iadep se debía alimentar del 3% de las regalías hidrocarburíferas.

Pero las cosas empezaron mal. El gobierno, más necesitado de plata, le sacó al Iadep 44 millones para atender problemas del Tesoro (especialmente sueldos). Echó manos a 70 millones en total. El instituto penó largo tiempo para que le devuelvan esos fondos.

Apenas asumió, Sobisch comenzó refunfuñando contra el Iadep. Lo creía inútil y burocrático. Es más, inició su gestión creando un organismo paralelo: la Agencia de Desarrollo Provincial, y la hizo depender de la Fundación Banco Provincia que maniobraba su delfín Luis “Toti” Manganaro. Fue un escándalo, ya que pasaron por encima de la Legislatura. Sólo un mes duró la experiencia y dieron marcha atrás.

Pero el Banco Provincia estaba en llamas y necesitaba fondos, con lo cual a Sobisch se le ocurrió otra desventurada idea que tuvo aval legislativo: traspasarle a Iadep la “cartera sucia” del BPN, es decir los créditos incobrables irrecuperables. Eran 70 millones de dólares. Todavía hoy el instituto crediticio padece esa pesada mochila.

¿Y cómo se llegó a esa cartera sucia? Por la misma desaprensión del Fondep. No sólo les prestaron a privados insolventes. También –y esto fue lo más indecente– a una treintena de funcionarios vigentes y anteriores, intendentes, legisladores y amigos, la mayoría del MPN. “Era una cartera mugrienta como la gran siete”, confesó un ex alto funcionario.

Como decíamos, Sobisch llegó a su segundo gobierno con la idea de hundir al Iadep. Es que el instituto tenía mucho más capital prestable que el BPN (y a tasa muy baja) pues se nutría de las regalías y el barril de petróleo que –a diferencia de la gestión Sapag– subía con fuerza.

Además, se percibía la molestia del gobernador por “no poder meter la cuchara” como lo hacía con el Fondep, ya que el Iadep debía ser un organismo autárquico y los legisladores –aun los propios– eran irreductibles con esa idea. Es decir, Sobisch no podía dar órdenes. Por eso la “represalia” fue transferirle la cartera sucia del BPN y no pagar deudas y aportes al Iadep.

De todos modos, se las ingenió luego para revertir la situación en su favor.

Fue con la aparición de los proyectos bodegueros de El Chañar impulsados por un selecto grupo de empresarios, hacia los cuales Sobisch no ocultó su predilección con una frase que quedó grabada a fuego: “Si los créditos son para los amigos, mejor”.

El pionero que sedujo a Sobisch

Así fue. Sobisch empezó a entusiasmarse con el proyecto del pionero del polo vitivinícola: Julio Viola.

“Mis sueños no tienen límites”, decía el empresario uruguayo tras reconocer que primero pensó en un desarrollo tradicional de peras y manzanas, pero luego apostó al vino cuando vislumbró la crisis de la fruticultura. Con su firma La Inversora, pergeñó Bodegas del Fin del Mundo en plena zona desértica, para lo cual tuvo que construir un canal de riego de 20 kilómetros para sacar agua del río Neuquén.

Los diálogos directos entre Viola y Sobisch se hicieron frecuentes. Y el empresario se ufanaba de esas charlas. “Un día el gobernador le propuso crear un fondo de inversión para desarrollar los proyectos agrícolas. Así empezó El Chañar III”, recuerda un testigo de la llamada telefónica. “Y vio el filón del Iadep”.

A partir de allí, fluyeron los créditos sin garantías suficientes y el Iadep pasó de ser un organismo denostado a un oportuno botín político y económico, con una canilla que derrochaba sin que nadie se animara a controlarla.

A Viola lo imitaron otros empresarios, que tuvieron suerte similar: los multifacéticos Schroeder, el abogado Luis María Focaccia, el ex ejecutivo petrolero Rubén Patritti…

La Inversora, de Viola, terminó siendo una de las mayores deudoras del Iadep y la beneficiaria de la refinanciación más gigantesca en 2006: $ 148.524.375, pese a tener mínimas garantías que no se constituían. Además Viola compró Viñas del Chañar en 2002, que alcanzó créditos de 9 millones, que también se refinanciaron.

En 2009, el empresario Eduardo Eurnekian se asocia a Bodegas del Fin del Mundo (productora de los vinos Postales, Ventus y Newen). Y tres años más tarde adquiere NQN (Malma, Picada 15), la bodega de Focaccia.

El interés de Eurnekian por los vinos (y su vocación por asumir las deudas de La Inversora) prácticamente coincidió con su incursión en las áreas petroleras neuquinas.

El “yeite” de no pagar

Hombres que participaron del núcleo de decisiones económicas en aquella época recuerdan con qué facilidad algunos de los empresarios obtenían los préstamos del Estado sin arriesgar su propio capital, convenientemente asesorados por consultores financieros.

“Les decíamos: ‘¡Pongan algo, por lo menos!’ Pero no. Nosotros les prestábamos, por ejemplo, 4 millones. Con eso plantaban viñedos. Cuando los tenían, vendían títulos de acciones por la Bolsa de Valores y juntaban otros 4 millones para la bodega. ¡No ponían un mango!”.

Otra fuente que conoció los números de cerca dentro del Iadep relató en relación a otra gran sociedad beneficiaria de los préstamos: “Hicieron el proyecto de implantación de vides, fueron vendiendo tierras. Cuando vendían, no sólo liberaban la hipoteca sino que, a la vez, los que le seguían obtenían créditos para la bodega, después para la comercialización de los vinos… Hablamos de desembolsos muy importantes, punitorios no había y se cobraban tasas recontra bajas, con un período de gracia larguísimo. Las garantías eran las tierras que iban hipotecando en sucesivos grados de prelación. Si no pagaban, se les refinanciaba a plazos mucho más largos y tasas más bajas. Además la tasación (de esas tierras) era inflada, ilusoria”.

Un exdirectivo del Iadep fue muy gráfico al explicar la facilidad con que se entregaban los préstamos:

“Es esa época, yo te daba 20 millones. Y en realidad la única garantía era los mismos 20 millones, que apenas fue la inversión de un terreno. ¡Era una joda! Así cualquiera sacaba crédito. No hacías ninguna inversión casi”. Profundiza la filosofía de la época: “Se pretendía una política de desarrollo en un lugar donde no lo había. Y el Estado ponía el capital al servicio de esa gente. Como esa gente no tenía un mango, ¿con qué te iba a garantizar el crédito? Lo garantizaba el proyecto. Esa era la idea”.

En definitiva, algunos grandes beneficiarios no terminaban pagando nunca, sacaban provecho de refinanciaciones y megamoratorias o lograban licuar sus préstamos vía pesificaciones, condonaciones y regímenes promocionales.

En la edición de mañana: las artimañas para obtener los créditos del Iadep. Costos inflados de los proyectos y coimas. Las escandalosas decisiones del gobierno para favorecer a los morosos y licuar sus deudas. Y la indolencia de legisladores jueces y fiscales.

Proyecto bien posicionado

“Les decíamos
(a algunos empresarios): ‘¡Pongan algo, por lo menos!’. Pero no, ¡no ponían un mango! El Estado era el que siempre aportaba”.

Un exfuncionario que participó de las decisiones crediticias.

Datos

“Les decíamos
(a algunos empresarios): ‘¡Pongan algo, por lo menos!’. Pero no, ¡no ponían un mango! El Estado era el que siempre aportaba”.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios