Elisa, la abuela que corrió 100 kilómetros en la cordillera

HISTORIAS

Esta mujer nacida en Como, Italia, hace 81 años, terminó por tercera vez el sábado e El Cruce, una carrera de aventura de 100 kilómetros dividida en tres días extenuantes que se corrió entre San Martín de los Andes y Chile. Llegó a la meta junto a su nieto Nehuen, quien la apuntaló durante toda la travesía y no se despegó de su lado. Elisa lucho contra todo: el frío, el sol, el viento y las montañas. Y ganó porque llegó una vez más.

Forti vive en Vicente López. Llegó desde Europa después de la Segunda Guerra Mundial y es un personaje que inspira a todo aquel que se mete en el mundo de las carreras. Su muro de Facebook está plagado de mensajes de admiración. Es un ejemplo, aunque seguramente está lejos de ser su intención.

“Empecé a correr a los 72 años y fue por casualidad. Acompañé a un grupo a Villa La Angostura, me encantó aunque no la corrí pero me encantó el grupo, la gente y ahí empecé”, le dijo al sitio oficial de la carrera. “Entreno con un grupo los días sábados; después durante la semana como vivo en Vicente López voy por el río una hora a la mañana y a la tarde. Como mi hija tiene un centro de kinesiología, entonces voy a hacer ejercicios de elongación y equilibrio”, agregó.

“Cuando me levanto a la mañana y me siento cansada me digo ponete las zapatillas y salí a correr”, contó.

La carrera tuvo tres grandes categorías y ella y su nieto participaron en equipo. Son tres días con recorridos que oscilan los 1.000 metros de desnivel positivo y negativo por día. Se duerme en un campamento y cada mañana es una nueva carrera que comienza.

“Es un muy buen chico”, con esas simples palabras de abuela Elisa se refirió a su nieto tras cumplir los 100 kilómetros. “No es muy demostrativa”, bromeó Nehuen con una sonrisa y volvió a abrazar a esa abuela, a la que “conoce” hace 23 años, pero que en esta carrera se unió aún más. Lo mismo que le sucedió a Lihuen, otro de sus nietos con el que corrió en la edición 2015 de El Cruce Columbia.

“Espero llegar”, decía Elisa al comienzo de la etapa del sábado, la última. Y lo hizo. “Ella todo lo puede y hay cosas que no tienen explicación. Ella no tiene explicación”, la describió su nieto apenas cruzaron la meta.

Elisa se fue de San Martín. Dejó decenas de imágenes que conmueven al mas recio. Se la va frágil pero decidida en las fotos. Afirmada en los bastones y en su nieto. Y en su inquebrantable fe, que en este caso la hace subir y bajar montañas.