En la región investigan con microesferas de vidrio para tratar tumores hepáticos

Científicos del Centro Atómico Bariloche, en conjunto con los de su homólogo de Ezeiza y del Instituto Roffo avanzan paso a paso para aplicar en el país una terapia que utiliza las microscópicas partículas, hasta ahora producidas sólo en Australia y Canadá.

Desde hace unos 11 años, en el mundo, y 4 en el país existe un tratamiento para ciertos casos de tumores de hígado. Al momento permite retrasar la enfermedad en un 80 % de las situaciones. Pero su costo es muy alto. En el Centro Atómico Bariloche (CAB), junto con el de Ezeiza (CAE) y el Centro Oncológico de Medicina Nuclear del Instituto Roffo, se lleva a cabo una investigación para el desarrollo de los materiales necesarios para la realización de este tratamiento.

Se trata de microesferas de vidrio que miden de 0,025 a 0,05 milímetros, a las que se “carga” con un material radiactivo. Luego se envían por el torrente sanguíneo directamente hacia el tumor para que lo destruya por efecto de la radiactividad, casi sin dañar el tejido sano circundante.

Para conocer más sobre esta investigación, ”Eureka” se comunicó con el doctor Miguel O. Prado, quien coordina estas tareas en el Centro Atómico Bariloche, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Prado explicó que esta investigación comenzó en el 2005. Y detalló que “las microesferas para uso terapéutico en Medicina Nuclear están elaboradas a partir del granulado de un material vítreo preparado en nuestro laboratorio, que contiene en su composición un elemento llamado itrio 89 (89Y). Antes de aplicarlas en un tratamiento se las coloca dentro de un recipiente de aluminio en el núcleo de un reactor nuclear. El itrio 89 absorbe un neutrón y se convierte en itrio 90 (90Y), radiactivo, así las microesferas se vuelven radiactivas”.

Además, aclaró que, una vez aplicadas, la radiación que emiten “recorre como máximo 11 milímetros”, lo que evita daño al tejido sano que rodea al tumor. Las microesferas permanecen radiactivas por unos 20 días.

Las investigaciones en salud toman muchos años, ya que deben cumplirse diversos pasos que garanticen la eficacia del medicamento o tratamiento y se conozcan sus posibles efectos adversos. En este caso, Prado aclara que el trabajo “se encuentra en la etapa de prueba de las microesferas no radiactivas. El primer hito ya se cumplió: creación, producción y caracterización de las microesferas en el laboratorio. Entre otras pruebas, medimos su tamaño y comprobamos que cuando se colocan en plasma sanguíneo su disolución es prácticamente nula lo que asegura que no liberará 90Y al torrente sanguíneo”.

Respecto de próximos pasos, explica que son la “activación de las microesferas en el reactor RA3 de la CNEA en Ezeiza, prueba experimentales con las microesferas radiactivas y autorización por parte del ANMAT y de la Autoridad Regulatoria Nuclear, para su uso.” Y destaca: “Personalmente me sentiría satisfecho si en unos dos años podemos usarlas en tratamientos para humanos”.

Dado que este tipo de microesferas ya se fabrican en otros países, consultamos al investigador por qué se está trabajando sobre este proyecto, a lo que respondió:

“Primero, nos da independencia de suministro a bajo costo ya que es muy caro comprarlas en el exterior, aproximadamente quince mil dólares la dosis; segundo, seríamos el tercer país en el mundo, después de Canadá y Australia, en producir microesferas de 90Y, lo que nos permitiría exportarlas y producir ingresos para el país con esta tecnología de alto valor agregado. Finalmente, disponer de esta tecnología nos permite hacer innovaciones y/o nuevos desarrollos, que efectivamente ya estamos haciendo”.

Finalmente desataca que “actualmente los problemas socio-económicos limitan el uso de las microesferas radiactivas a pocos casos debido al costo. Si bien no son de indicación muy frecuente, el disponer de este método aumentaría significativamente su utilización. Y es claro que nuestro objetivo es que, una vez obtenido el producto, llegue a todos los que lo necesiten”.

Fueron distinguidos en Uruguay en el 2015

Científicos de Bariloche: Nicolás Silin, Gustavo Sepúlveda, Silvina Pérez Fornells, Miguel Oscar Prado, Edison Rivera.

El problema del alto costo es común a los países en vías de desarrollo y una prueba de la atención que estos países ponen en el proyecto argentino se vio reflejada en el premio al mejor póster en Radiofarmacia que se les otorgó en diciembre de 2015 en Uruguay en el Congreso Internacional de las Asociaciones Latinoamericanas de Sociedades de Biología y Medicina Nuclear.


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