Bernardi habló poco y el cuidador de su chacra buscó absorber culpas

La primera jornada del jury contra el camarista penal suspendido Juan Bernardi se concentró en el vínculo con Julio Antueque, con causas penales y tratamiento por adicciones, quien fue contratado por el juez para “tareas en su chacra” y, según la acusación, facilitó la relación con menores de edad, bajo programa estatal y en situación vulnerable.

Esos hechos derivaron en este enjuiciamiento, bajo la imputación de “mal desempeño” y “graves desórdenes de conducta”. El tribunal, conformado por el Consejo de la Magistratura y con la presidencia de Ricardo Apcarian, podrá absolverlo o condenarlo, resolviendo su continuidad o destitución.

La causa penal por “corrupción de menores” tiene otro trámite aunque, obviamente, se relacionan en los hechos analizados y en los testigos convocados. Esta situación determinó que la defensa de Bernardi –representada por Luis Pravato y Manuel Mazza– insistiera ayer en la suspensión del jury, ya que existe un planteo de queja en el STJ, aún no resuelto, por lo tanto este proceso debería esperar la sentencia penal. Tras un cuarto intermedio, el Consejo desestimó ese planteo y comenzó con el debate.

Después, Bernardi se defendió, aunque lo hizo en líneas generales. (Ver aparte)

Siete fueron los testigos escuchados. Una agente judicial, operadores y profesionales sociales que atendían a Antueque, quien también fue escuchado. Allí valoró lo hecho por Bernardi. “Se portó bien conmigo”, afirmó. Frente a ese relato, el magistrado se quebró y lloró. Antueque contó que le daba “laburo” de “mantenimiento en su campo” para recuperarse del “alcohol y la droga”.

También habló del asado –con menores vulnerables y bajo programa– que es el otro hecho inscripto en la acusación. Narró que él invitó a cuatro personas –tres mujeres y un joven– al encuentro, que el juez no sabía quiénes eran. Antueque afirmó que él consumió cerveza. Ese es otro suceso que se le imputa a Bernardi, por el tratamiento de recuperación que cumplía su cuidador.

Tres testigos –la judicial Lidia Pelufo y los operadores Sandro Moreno y Elías Antenao– narraron la circunstancia donde Anteuque concurrió a tribunales, ebrio y, aparentemente, armado, y lo atendió el magistrado cuando la causa ya no le pertenecía. Los operadores, que lo acompañaban, afirmaron que nunca supieron que Bernardi ya no intervenía, y contaron de su pedido para que Antueque le llevara el arma a su domicilio.

Otras consultas de la Procuradora, Silvia Baquero Lazcano, y de Mazza, se concentraron en la recuperación del cuidador después de la contratación laboral de Bernardi. Con ciertas diferencias con sus declaraciones iniciales, los operadores dijeron que las mejoras de aspecto y conducta ocurrieron esencialmente después de una reunión con el juez Carlos Reussi (quien tenía a su cargo la causa).

Por su parte, el psiquiatra Pablo Joelson fue concluyente y entendió que se había “desestabilizado”, con mayores “intoxicaciones”, y luego, la coordinadora María del Carmen Donadio contó de un episodio violento con Antueque. El restante testimonio perteneció a la psicóloga Mariana Gentile, que aludió a la relación de Antueque con una de las adolescentes involucradas.

Polémica por las referencias sobre la causa de corrupción de menores