Un político valiente 

Guillermo Estévez Boero fue un político valiente.

Y no lo fue en cuotas. No esperó vientos favorables para comprometerse en favor de la vida y la libertad.

Los años le habían ablandado el antiperonismo que mamó en el claustro universitario. Pero reconocía en ese tiempo la forja de sus convicciones políticas más permanentes.

Nació en un hogar de clase media alta de Santa Fe. Y por largos años vivió más de la actividad agropecuaria que de su estudio de abogado.

– ¡Estévez Boero….socialista y estanciero! – solían gritarle los ultras de la izquierda a modo de denuncia de una imaginada contradicción ideológica.

Pero él había abrazado el socialismo desde la convicción que el sistema capitalista puede ser más justo.

Fluctuaba entre el afecto y el enojo con mucho del pensamiento de Alfredo Palacios. Pero se emocionaba con la larga lucha contra la tortura que signó la vida de aquel primer diputado socialista de América Latina. En su estudio abundaban la copias con la intervención de Palacios en la Cámara de Senadores denunciando las torturas -entre otros por el hijo de Leopoldo Lugones- a presos sociales y políticos. Año «32.

Y una noche del abril o mayo del «77, en Viedma, un periodista de este diario recibió una pareja muy joven. No los conocía, pero eran amigos de amigos. La dictadura los buscaba.

Y alguien de Viedma prestó una casa en El Cóndor. Y un médico que las paradojas de la política hicieron diputado del PPR pero tenía venas socialistas, se encargó de la salud de la joven, deteriorada por el miedo y desafiada por un embarazo.

Estuvieron algo más de un mes en El Cóndor. El único contacto que mantenían era con el periodista y el médico.

Un día la pareja supo que estaba organizada su salida al extranjero. Salida clandestina. Alguien le pidió al periodista que viajara a Santa Fe. «Hablá con Estévez Boero, nos va a ayudar», dijo. Si la memoria no falla, el encuentro fue en el clásico y romántico comedor del Hotel España de la capital Santafesina.

– ¿Dónde están los pibes? – preguntó el dirigente socialista.

– Llegan mañana… ¿Podrá sacarlos?…

– Despreocúpese …Y coma pescado, que aquí lo hacemos muy bien…

Días después, por los esteros y meandros de la Mesopotamia, la pareja salía del país. Ganó la vida.

Ayer, la muerte le ganó a Estévez Boero. 


Guillermo Estévez Boero fue un político valiente.

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