Najaf: esperando lo peor

NAJAF, Irak.- Najaf vivía ayer recluida detrás de sus contraventanas porque los habitantes de esta ciudad santa del centro de Irak temen una nueva irrupción de los enfrentamientos entre los milicianos radicales chiítas y las tropas de la coalición.

Y es que consideran que la entrada de las fuerzas norteamericanas en el centro de la ciudad o nuevos destrozos en el mausoleo del imán Alí serían desastrosos, ya que pondrían al rojo vivo una situación ya de por sí tensa. Durante los últimos días hubo una sucesión de enfrentamientos esporádicos pero violentos entre los hombres del jefe radical Moqtada Sader, atrincherado desde hace un mes en esa ciudad, y los soldados de la coalición.

En la ciudad, los comercios están cerrados y las calles casi desiertas, sólo salpicadas por un puñado de vendedores ambulantes. Sus habitantes dan vueltas a la misma pregunta: ¿los estadounidenses entrarán a la ciudad, se acercarán a los lugares sagrados, y sobre todo al mausoleo de Alí? El domo del mausoleo ya resultó dañado durante las escaramuzas del viernes.

«Me decepcionaría mucho que entraran las fuerzas estadounidenses» en el corazón de la ciudad, declaró Ahmed Wahab, uno de los pocos comerciantes que abrió sus puertas en Sadek Street, una de las principales calles por las que se accede al mausoleo.

«Sería mejor que entraran las fuerzas iraquíes, como ha ocurrido en Faluja», añade, haciendo alusión a la ciudad santa sunita situada al oeste de Bagdad en la que hubo violentos enfrentamientos en abril y en la que desde hace poco tiempo una brigada iraquí se hace cargo de las cuestiones de seguridad.

Los habitantes de Najaf «se van a radicalizar si los estadounidenses entran en la ciudad», advierte su socio, Manal Habib, de 39 años. «En vez de deshacerse de la presencia armada (de los milicianos de Moqtada Sader), transformaría la zona en un vasto campo de batalla», dice Halim Jaber, de 25 años.

Hombres del Ejército del Mehdi, la milicia de Sader, entraron en abril en la ciudad para «defender» Najaf y su jefe, y desde entonces reinan en sus barrios, en cuyos edificios y colegios almacenan armas. La mayoría de los habitantes de Najaf quieren que se marchen pero no a cualquier precio, ya que desean proteger la zona del mausoleo, venerado por los chiítas de todo el mundo.

En una calle cercana al mausoleo, Mahdi Zauin ayuda a un amigo a cerrar a cal y canto su joyería, tapando puertas y ventanas. «Los habitantes de Najaf son más que capaces de defender su ciudad y sus lugares sagrados», dice. ( Sam Dagher, AFP)

Nota asociada: Decenas de muertos en combates entre EE. UU. y los rebeldes chiítas

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