La crisis petrolera más allá de la cuarentena

El día después de mañana en la industria podría no llegar con la finalización del aislamiento social. El desplome de la demanda ya llevó a cierres de producción y la vía exportadora se encuentra ante numerosos obstáculos.

El 20 de marzo marcó un punto de inflexión para Argentina y también para la industria petrolera. La cuarentena obligatoria nacional devuelve desde ese día una imagen de los campos productivos que no se había visto en las anteriores crisis: de un día para el otro menos del 20% del personal quedó activo, las ventas se desplomaron un 70% y, junto al mal precio del crudo internacional, auguran un duro camino por delante.

Desde las empresas y las provincias productoras se buscan salvavidas para quedar a flote del naufragio de esta tormenta perfecta, y mientras se debaten medidas como un nuevo barril criollo o la eliminación de las retenciones a las exportaciones, son pocas las señales de cómo será el día después de mañana, el día después de la finalización de la cuarentena.

La parálisis nacional que causó el Covid-19 derrumbó las ventas de combustibles y llevó a que el sobrante de producción sea tal que ya hay empresas que han tenido que cerrar producción al no encontrar dónde colocarla.

“Si no hay demanda, no hay inversión”, resumió el directivo de una petrolera no integrada para advertir el complejo escenario que está por delante.

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo y cómo se saldrá de la cuarentena que mantiene las ventas de combustibles por el piso, con una caída general de más del 70%. Este menor consumo hace que los tanques de acopio de todo el país estén repletos de petróleo sin destino y mientras algunas pequeñas firmas ya aplicaron restricciones a la producción, otras lo están analizando ante la dificultad de avanzar en el corto plazo en exportaciones de crudo.

Por los diagrama de emergencia hay menos de un 20% de los operarios activos. (Foto: Florencia Salto)

La rebaja a cero de las retenciones a las exportaciones que se debate apunta a no castigar aún más, con ese impuesto, a un sector ya azotado. Pero no parece ser un camino fácil de transitar.

La era de los dos barriles

Sacar los barriles argentinos al exterior implica varios problemas. Por un lado el precio internacional está deprimido y marcaría que, de avanzarse en el plan del barril criollo, habría dos tipos de barriles vigentes en el país: uno a un precio sostén y otro a un valor externo mucho menor.

Atentos a esta situación, algunos gobernadores ya pidieron que los permisos de exportación sean equitativos por cuencas, para evitar que alguna pueda quedarse con una mayor cuota del mercado nacional y por ende hacer que su petróleo valga más y engrose sus regalías.

En números

20.000
son los trabajadores de la Cuenca Neuquina que hoy están en sus casas por la cuarentena.

Pero ese no es el verdadero problema. Lo más complejo de avanzar en el mercado exportador es conseguir los buques para llevar la carga y competir a su vez en un mercado global en donde sobra petróleo.

Desde varias firmas comenzó a estudiarse el mercado latinoamericano, como potencial destino para el crudo argentino que hoy sobra a razón de unos 210.000 barriles por día.

Pero además, no todas las empresas pueden aspirar a llenar un carguero para evacuar su producción, dado que un buque promedio acopia entre 140.000 y 800.000 barriles, ya sea para destinos cortos o intercontinentales.

El parque industrial de Añelo se convirtió en pocos días en un enorme pueblo fantasma. (Foto: Florencia Salto)

Esto implica que un buque de gran escala demanda la producción integral que alcanza Argentina en casi dos días, pero uno con destino regional también excede la producción sin destino de casi todas las firmas.

Desde algunas operadoras pequeñas se contó que una alternativa que estudian es la de poder realizar exportaciones colectivas, montados sobre la base de la producción de YPF que representa casi la mitad de la generación nacional.

“Hoy hay 20.000 compañeros en sus casas por los que hay que buscar un acuerdo con las cámaras para su continuidad”,

Guillermo Pereyra, secretario general de Petroleros Privados.

Es por esto que el camino del cierre de producción es una realidad casi palpable para muchas firmas, en especial las más pequeñas. Y parafraseando al directivo antes citado, sin producción no hay caja para pagar sueldos y contratos.

Aquí es donde se centra la preocupación de gremios como Petroleros Privados de Río Negro, Neuquén y La Pampa, en donde más de 20.000 de sus 25.000 trabajadores que hoy están en sus casas.

El dato

70%
es el desplome del consumo interno de combustibles que lleva al exceso de producción.

Lo más complejo de mantener producción cerrada, además del manejo de los pozos, es que difícilmente una empresa que haya tenido que recortar su producción pueda pensar en reactivar en el corto plazo la perforación de nuevos pozos. Una situación que divide hoy a la industria entre las productoras puras, más afectadas, y las firmas integradas, con más capacidad para reactivar su trabajo.

El diluvio en el que está la industria petrolera en estos días promete no terminar con la finalización de la cuarentena y hacer que el día después de mañana esté aún lejos de ver que los equipos de perforación vuelvan a levantarse en los campos petroleros argentinos.

Análisis: Del sueño del shale a arena entre las manos

Desde el 2018 Neuquén, y luego el país, vivieron un período de enamoramiento con la promesa de fortuna que deparaba Vaca Muerta. La tierra prometida parecía estar ahí, a la vuelta de la esquina esperando a los inversores.

El flujo de capitales, empresas y luego trabajadores fue incesante. Al pequeño pueblo de Añelo llegó gente de todo el país y también del exterior detrás de la promesa de un nuevo El Dorado.

Pero el escenario cambió. La crisis abierta con las PASO del 2019 marcó que las firmas tenían un exceso de trabajadores y la posterior pandemia del coronavirus terminó haciendo de la Meca del shale argentino todo un pueblo fantasma en donde el panorama es que sobran trabajadores y faltan inversiones. Y que hace que el sueño de Vaca Muerta se escurra en estos días de cuarentena como arena entre las manos.


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