Buenos muchachos

Cuando en medio de un concierto de luces y sonidos los camiones recolectores de residuos llegan frente a cada casa, si en ella hay chicos, es seguro que muchos correrán a las ventanas del frente a contemplar la escena. Uno de ellos me dijo que era interesante, por eso lo hacía.

Lisandro es otro de esos pibes y vive en Centenario. Aunque tiene una discapacidad motora, ello no le impide maravillarse. Disfruta el momento en que sus padres lo acompañan hasta la ventana de su casa y los trabajadores lo reconocen. Con gestos y gritos cariñosos, mientras alzan sus pulgares, demuestran su afecto. Comparten de algún modo con él ese momento.

A veces, Lisandro se demora algunos minutos en llegar, exactamente el mismo tiempo en que los trabajadores se detienen para esperar verlo frente a la ventana y así repetir el ritual de saludos y gritos afectuosos. Después seguirán con su esforzada tarea de seis días a la semana y Lisandro, a esperar volver a ver a sus amigos la noche siguiente.

Jorge A. Sabatini

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Neuquén


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