El fuego sagrado de Brasil hizo cenizas el alma de Argentina

Con fútbol y goles, los de Parreira fueron ampliamente superiores.

Cuatro a uno.

La cifra lo dice todo. Es contundente y no deja luz para imaginarse otra cosa que le dominio absoluto del ganador. Y así fue. Brasil goleó a Argentina, lo dominó futbolísticamente y apenas le permitió marcar el descuento mínimo.

Como en aquella tarde noche del ocho de junio pasado, cuando se jugaba por un pasaje al Mundial, el juego se abrió demasiado temprano, pero al revés. En el 'Monumental', antes de los 15 minutos, Argentina ya lo ganaba 2-0 y 3-0, al cabo de los primeros 45. Brasil nunca pudo recuperarse y lo perdió 3-1. Ayer, fueron los de amarillo quienes golpearon en el amanecer del juego y con el primer cuarto de hora jugado ganaban 2-0. Esta vez fue Argentina la que tropezó sucesivamente por el césped hasta caer goleada. La misma historia, distinto vencedor.

Como una premonición de lo que iba a suceder en la cancha, y cuando ambos equipos habían movido sus primeras piezas de ajedrez, la noche alemana se convirtió en tormenta y la torrencial lluvia empezó a colarse en cataratas por cada rendija del flamante techado del mundialista «Waldstadion» de Francfurt.

En la cancha, el que pateó el tablero y descargó la tensión fue Adriano, con una aparición electrizante. Fue a los 11 minutos, cuando recibió de Cicinho, entró por derecha a toda marcha apilando a Gabriel Heinze y a Esteban Cambiasso y con un zurdazo la colgó en la red. Hasta ese momento, Argentina había intentado algo pero no le había salido nada.

Cuatro minutos después Juan Román Riquelme apareció por primera vez insinuando una tibia respuesta argentina, pero su derechazo desde fuera del área salió muy desviado como para incomodar al portero Dida.

En contrapartida, en una jugada casi calcada pero en el otro área, Kakà mostró como se la coloca mejor. Desde fuera del área, tras recibir de Robinho, la colocó muy lejos de las manos del arquero Germán Lux, en el ángulo izquierdo del portero. Era el 2-0 y Argentina se oscurecía la noche. Era la noche.

Pero para reaccionar, a Argentina le faltaba delantera y mejor defensa. Luciano Figueroa y César Delgado no aparecieron y a Riquelme le faltaba un compañero para poder armar algo. Veinte metros más atrás la línea de cuatro defensores hizo agua. La zaga -Coloccini y Heinze- tuvo una tarde negra y estuvo claro que fue una mala idea reemplazar a Samuel con Placente. ¿Por qué no Milito y Heinze al lateral izquierdo? ¿Por qué ensayar en defensa justo en la cara de Ronaldinho, Adriano y Kakà?

En el segundo tiempo, José Pekerman mandó a la cancha a Pablo Aimar en lugar de Cambiasso. Para ese entonces, el partido ya estaba 3-0. Pero Aimar está demasiado falto de fútbol y ayer fue evidente. En defensa, el DT no modificó nada y Cicinho lo aprovechó.

El lateral del San Pablo, apenas empezado el segundo tiempo, hizo una jugada de pizarrón: escape por el lateral, centro al área buscándolo a Ronaldinho, que estuvo donde tenía que estar y con un toque de derecha se adelantó a Coloccini.

El lugar para marcar el cuarto y desatar la fiesta fue nuevamente para Adriano. Esta vez no fue su inefable zurda, sino un cabezazo, que conectó en una jugada que nació, como siempre, en Cicinho, con un centro combado. Brasil se vistió de fiesta y su rival se hundía aterrado por la goleada histórica que se avecinaba.

El gol del descuento que maquilló el resultado pero no desmejoró lo de Brasil ni alumbró lo de Argentina fue de Aimar, a los 20 minutos, de cabeza. No sirvió para opacarle el brillo brasileño en el triunfo más holgado en 37 años. Que además Brasil haya ganando la final de la Copa Confederación es solamente un detalle al margen. (DPA/AR)

«La derrota nos provocó un profundo dolor»

El entrenador del seleccionado argentino, José Pekerman, manifestó que la derrota por 4-1 sufrida ante Brasil «nos provoca un profundo dolor, porque teníamos esperanzas de repetir lo del 'Monumental', aunque al final se dio todo lo contrario», admitió el DT al comienzo de la conferencia de prensa post final.

«A ellos le salieron bien las cosas y fueron muy contundentes. Pese a todo, sin embargo, debo destacar que el trabajo argentino en el torneo fue muy bueno y se cumplió el objetivo de llegar a la final», apuntó Pekerman.

El técnico remarcó que su equipo «siempre se intentó jugar, así que esto hay que tomarlo con calma. La superioridad de Brasil fue indiscutible, pero también nosotros tuvimos una mala tarde». «El desarrollo del partido fue fatal para nosotros, porque los brasileños le pegaron dos veces al arco en quince minutos y la metieron. Y después, con el tercero en el arranque del segundo tiempo, nos mataron», subrayó.

«Es cierto que los muchachos sintieron el esfuerzo, pero no hay que poner excusas. Nuestro rival era muy bueno y no es vergüenza perder ante uno de los mejores seleccionados del mundo», argumentó posteriormente el entrenador. (Télam)


Cuatro a uno.

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