Un par de gritos

A su regreso de tierras mexicanas, donde reflexionó sobre el futuro del agua en el planeta, el intendente de San Martín de los Andes experimentará acaso cómo la imagen política que pretende forjar puede escurrírsele entre las manos cual líquido ingrato. En ausencia de Jorge Carro aparecieron o recrudecieron algunos problemas que involucran a funcionarios clave de su gabinete.

¿Se habrían evitado con el intendente en la ciudad? Difícil decirlo, porque algunos de los desaguisados son de vieja data y estallaron en la semana. Pero al menos no hubiera tenido que enterarse por llamados telefónicos entre hoteles, reuniones y entremeses.

El Deliberante trató poco menos que de ignorante al secretario de Planificación -un cargo casi plenipotenciario en San Martín-, por pedir precisiones sobre cómo, cuándo y con quién hacer un estudio ambiental sobre la Vega Plana y sus mallines, que el Concejo le mandó a realizar por ordenanza.

Claro que antes, los concejales habían cambiado la ordenanza original por la presión de un grupo de vecinos, enojados con que se metieran en sus asuntos sin consultarlos. Aquella norma imponía un año de cautela sobre sus tierras, sin permitirles levantar ni una pared hasta completar el estudio. La segunda ordenanza morigeró las restricciones pero resultó confusa a los ojos del planificador Mario Mazzeo, y de allí su pedido de instrucciones.

Los ediles reaccionaron con estupor. Interpretaron que, fijado el marco legal, es el secretario quien debe ocuparse de tomar decisiones. Y los vecinos, que ya venían malquistados con Mazzeo, se sumaron a la filípica exigiendo su renuncia.

Hay quienes dicen que el pedido de aclaraciones de Mazzeo al Concejo guardaba una elipsis de ironía, por la decisión de modificar la norma original. Con o sin razón, con o sin sutileza florentina, el secretario se puso en un brete.

Algo parecido le pasó al titular de Gobierno, Guillermo Carnaghi, que hace del paciente hilado político todo un ejercicio artesanal.

Por evitar conflictos con las comunidades mapuches quejosas de la captura de sus caballos sueltos, dispuso una suerte de no escrito indulto, que ignoró de un plumazo a dos poderes municipales. Compró el encono del Legislativo y de la Justicia de Faltas. Algunos creen que debería ser sometido a juicio político.

Estos episodios se agregan a las broncas por el aumento de patentes que Hacienda diseñó sin consultar al Concejo; a las desprolijidades de haber iniciado una obra de pavimento «olvidando» abrir un registro de oposición; o a la disputa por el destino y cupos de cajas alimentarias que distribuye Desarrollo Social.

En algunos casos, se trata de errores lisos y llanos y, en otros, de frentes abiertos que podían ser evitados. Pero en su conjunto, desgastan la percepción que el vecino tiene de la gestión.

En sus discursos de campaña, Carro hizo culto de la eficiencia administrativa, de la austeridad, de la sustentabilidad, del gobierno con todos y para todos.

Ha tomado decisiones en esa línea pero también ha mostrado flaquezas. Y para infortunio de los políticos, sus aciertos no son moneda de cambio a uno a uno con sus errores. Quizás por capricho de los medios o porque la sociedad está hipersensibilizada, sus yerros suelen dejar improntas más duraderas que sus virtuosas acciones.

Tal vez es momento de que Carro se tome un tiempo para reflexionar y otro para pegar un buen par de gritos. De lo contrario, será lícito creer que el problema no está en los timoneles sino en el capitán…

Fernando Bravo

rionegro@smandes.com.ar


A su regreso de tierras mexicanas, donde reflexionó sobre el futuro del agua en el planeta, el intendente de San Martín de los Andes experimentará acaso cómo la imagen política que pretende forjar puede escurrírsele entre las manos cual líquido ingrato. En ausencia de Jorge Carro aparecieron o recrudecieron algunos problemas que involucran a funcionarios clave de su gabinete.

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